Sobre turnos y voces en nuestras conversaciones
Sobre turnos y voces en nuestras conversaciones
Uno de los capítulos más divertidos de El Quijote es el XLIII de la segunda parte; su título: “De los consejos segundos que dio don Quijote á Sancho Panza” (antes de que fuese a ser gobernador). Le recomienda, por ejemplo, que no ande desceñido y flojo, que no coma ajos y cebollas, porque no saquen por el olor su villanería; le indica que sea templado en el beber y en el comer o que no masque a dos carrillos, ni eructe.
Entre las muchas advertencias al futuro gobernador, las hay para que mejore su locución Así, le sugiere don Quijote que hable con reposo, aunque no de manera que parezca que se escucha a sí mismo, pues toda afectación es mala; le exhorta a que no emplee tantos refranes, pues tan abundante uso no solo afea su decir sino que lo ha de llevar algún día a la horca. Pero ¿qué otras cosas podría haberle dicho y no le dijo de este asunto del bien hablar?
Pienso que le debería haber advertido de la importancia que tiene, al conversar con sus conocidos o con sus futuros gobernados, respetar el turno de la persona que habla, no interrumpirla, sino dejar que acabe antes de contestarle, esté o no de acuerdo con su interlocutor; le tendría que haber sugerido el que no levante en exceso la voz, menos aún cuando hable con otra persona. El diálogo, que no fue pero pudo haber sido, lo hemos imaginado de esta guisa:
DON QUIJOTE.- Qué mal parece en los gobernadores no saber callar hasta que la persona que con él conversa no termine su plática. Porque has de saber ¡oh Sancho! que interrumpir el turno de habla de quien está en posesión de la palabra arguye dos cosas: o que su formación es escasa tanto que no pudo entrar en él el buen uso o la buena doctrina o que es natural de España, donde, si bien nacimos y es nuestra patria natural, no hay buenos modales en ese sentido.
SANCHO.- Señor, eso de turmo o turno de habla no lo entiendo.
DON QUIJOTE.- ¡Oh, maldito seas de Dios, Sancho! turmo que no turmo ¡Veinte mil satanases te lleven a ti y a tu ignorancia! No solo eres de mal hablar y mal porfiar, sino que no respetas cuando otra persona está en su discurso, exponiendo sus razones, que tú interrumpes como un mentecato. Un buen gobernador ha de saber que no dejar terminar a quien habla es como robar, pues le estás hurtando su derecho a disponer de su tiempo para terminar su razonamiento. Para que entiendas: cada vez que alguien participa en la conversación o en un debate pues tiene su turno de habla.
SANCHO.- Por Dios, que no han sido varias sino muchas las ocasiones en que no dejó mi señor amo acabar su plática - o ese turno que decís- a quien hablaba con vuesa merced, como aconteció con el carretero cuando le persuadía para que no hiciese locura de enfrentarse a dos leones, y sin haber terminado de hablar ese buen hombre, vuesa merced le replicó que picara la caballería y se pusiera a salvo.
DON QUIJOTE.- En efecto, dices bien Sancho, pero has omitido que cuando la necesidad obliga y no le es posible a uno esperar su turno por requerirlo la conversación, ha de ser cortés en sus intervenciones, como lo fui yo, y, sin gritar –como suelen hacer los naturales de nuestro reino- ha de utilizar expresiones como “Disculpe, pero me parece que … “ o “Perdone que lo interrumpa pero creo que … “
SANCHO.- Así lo haré cuando a mis gobernados reciba en audiencia y no pueda dejar que terminen lo que están diciendo pues mi intervención ha de enriquecer la suya … y solo en este cas