Mejor por todo
Mejor por todo
Nadie puede negar a nadie el derecho a manifestarse, a protestar o montar el pollo que estime oportuno, siempre que lo haga con la debida consideración y la cosa no derive en disturbios y otros fastidios. Lo que tampoco se puede negar a nadie es el derecho a hacerle a todos los colectivos manifestantes la prueba del algodón de la coherencia. Y así, llama la atención que la Plataforma Andaluza por la Educación Pública convoque demostraciones de protesta y paros por los recortes que ha anunciado el Gobierno de Rajoy, mientras silencia los recortes que habrá de asumir sin más remedio la Junta de Andalucía, autoridad competente en la materia. Pero además de destacar la parcialidad de la movilización, cabe preguntarse si el malestar de esta plataforma está orientado exclusivamente a hacer de correa de transmisión de los intereses del PSOE, o si verdaderamente le preocupa la calidad de la enseñanza pública en Andalucía. De ser así, no estaría de más saber cuántas veces han protestado por los reiterados informes que, año tras año, certifican el pésimo nivel de la formación de los alumnos andaluces, o por las contrastadas carencias en materia infraestructural que, curso tras curso, son notables y palmarias. ¿Podríamos considerar como recorte insoportable a la educación de nuestros hijos que tengan que ir a clase en caracolas portátiles por falta de aulas? Para ellos no lo parece. Si hay cosas por las que merece la pena protestar, creo que la Educación es una de ellas. Pero la frontera que separa la protesta coherente del festival partidista es la coherencia. O protestamos por todo o no protestamos por nada, como antes.