Asqueo por el saqueo
Asqueo por el saqueo
Yo no sé si usted, en caso de tener que prestar declaración ante la Guardia Civil intentaría contar alguna milonga infumable, pero creo que llegado el trance la mayoría tiende a sincerarse o, como decían los comisarios en las obras de Alfonso Paso, a cantar la gallina. Lo digo porque aunque no puedo dar por seguro y cierto lo declarado ante los investigadores de la Benemérita por una antigua asesora del Servicio Andaluz de Empleo imputada en las mamandurrias de los ERES, el relato de esta señora dibuja el cuadro clínico de la crisis de ansiedad que parece reinar en las principales dependencias de la Junta: secretismo, nervios, búsqueda de documentación y cuidadosa destrucción de rastros. Según ha contado la ex asesora, el consejero de Empleo, don Manuel Recio, se hizo acompañar por varios miembros de su gabinete para “trabajar” algunos fines de semana en ciertos despachos de su consejería en los que se reunían “con las persianas bajadas”. De este modo se habrían rastreado, al parecer, documentos y ordenadores con la intención de reelaborar algunos expedientes comprometedores. La ex trabajadora asegura que le ordenaron no dejar rastro de nada, “ni tan siquiera de las tazas y vasos” que usaron, que hubo de fregar en el lavabo. ¿No les parece apasionante? Pues hay más: en el presunto “comando” había personas de Almería que, significativamente, dimitieron poco después de sus cargos en la Junta por “razones personales”. ¿Van tirando del hilo? Supongo que no hay razón más personal que el asqueo por el saqueo y el encubrimiento de pruebas, porque no todo el mundo gusta de comulgar con ruedas de molino.