El tiempo es una magnitud física con la que podemos medir la distancia entre dos acontecimientos. Hace poco tiempo que empecé a escribir esta columna y ya voy por el segundo párrafo. ¿Ven? Esto es un ejemplo idiota del paso del tiempo, como bien sabía Proust, que se pasó media vida buscando el tiempo perdido mientras mojaba lánguidas magdalenas en las tilas que le preparaba su tía. El tiempo también es relativo, como conocen no sólo los estudiosos de Einstein, sino también los amigos de la Junta de Andalucía, para los cuales el tiempo es un factor maleable y dúctil que puede acomodarse en cualquier momento a los intereses concretos del partido socialista, perdón, quiero decir, de Andalucía.

Acabo de escuchar en Canal Sur que “según el PP” el centro de Salud de la Casa del Mar, en el barrio de Pescadería, lleva casi una década de retraso. Hombre, según el PP y según el calendario gregoriano, que es el que mide el paso de los años en ciclos de 365 días solares desde 1582. La Junta lleva prometiendo ese centro desde el año 2009 y, con independencia de lo que diga el PP, estamos ya en 2018, salvo que el Presidente anteriormente conocido como Pedro Sánchez decrete por ley lo contrario. Nueve años de retraso en una obra cuyo fin es mejorar los servicios de salud de los vecinos de Pescadería son nueve años de retraso, que no se conjugan o convalidan en el discurso del éxito (si quieres más, vota PSOE) poniendo, como se ha puesto allí estos días de campaña, un andamio con albañiles haciendo ruido con un taladro, después de tantos años de silencio, olvido y óxido.

Otra cosa es que desde la Junta se nos quiera persuadir de las propiedades curativas del andamio como fórmula elevada de la sanidad pública. Y otra cosa, pero más grave, es que los almerienses tengamos que asumir que todas y cada una de las obras que la Junta hace en Almería acaben acumulando una media de una década de retraso. La buena noticia es que estamos a tiempo, sí, pero de evitarlo.