La Voz de Almeria

Opinión

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Supongo que en las últimas horas todos ustedes habrán tenido noticias del último (en su acepción de más reciente) escándalo relativo a la gestión de la Junta de Andalucía. Les hablo de las revelaciones acerca de los manejos e irregularidades presuntamente cometidas en Invercaria, una empresa pública dependiente de la Consejería de Economía, que podría haberse dedicado (según se desprende de una conversación cuya grabación se está estudiando un juzgado de Sevilla) a otorgar jugosos y descontrolados créditos a amigos y conocidos de la órbita socialista. En la reunión que ahora se ha hecho pública, la presidenta de esta empresa, Laura Gómiz, presionaba a un subordinado para que hiciera informes falsos sobre créditos concedidos ante una inminente inspección de la Cámara de Cuentas. En la conversación, que es el retrato al aguafuerte de un tiempo que por el bien de todos pronto debe pasar al capítulo del pasado, la presidenta sentencia que "si estuviera comprometida con la ética, no estaría trabajando para esta organización" (sic). Allá la señora Gómiz con su conciencia, pero lo que a mi juicio es más relevante de toda esta bochornosa conversación, cuya transcripción ha sido publicada en prensa, es la frase textual "Todos los que están por encima de mí saben lo que hay", que en boca de la presidenta de esta sociedad es un mazazo sin paliativos sobre la cabeza del candidato Griñán. Y una de dos: o necios, o golfos. Si los máximos dirigentes de la Junta desconocen los millonarios manejos de sus empresas, pues como para fiarse de ellos. De la segunda posibilidad ya no digo nada. Seguro que ustedes ya se lo están diciendo todo.

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