Ser califa en lugar del califa
Cuando era niño solía leer los tebeos (lo de llamarlos “cómics” llegó más tarde) de Iznogud, unas historias ambientadas en el Bagdad de las Mil y Una Noches y protagonizadas por un enloquecido visir cuyo único objetivo en la vida era, tal como repetía constantemente, “ser califa en lugar del califa”. Y no puedo evitar ver en la moción de censura que se debate esta mañana en el Congreso algunas circunstancias que me recuerdan aquellas historietas de descacharrantes tramas palaciegas para desalojar del poder a un califa que pasaba buena parte del día recostado en cómodos cojines. Para empezar, habría que recordar que el procedimiento parlamentario de la moción de censura consiste en la presentación de un candidato alternativo a la presidencia que somete su programa de gobierno al voto de la Cámara. Y de momento, lo único que se sabe del programa del candidato socialista Pedro Sánchez es que su alternativa es ser califa en lugar del califa. De lo que piensa hacer en el califato no sabemos mucho, porque su programa de gobierno consiste en echar a Rajoy y que después salga el sol por Antequera, o por Bagdad. Y luego está esa maravilla discursiva que consiste en justificar su moción en la corrupción actual del partido del Gobierno por unos hechos sucedidos hace quince años. Y decirlo además siendo el máximo responsable de un partido que en la actualidad tiene a dos presidentes de comunidad autónoma sentados en el banquillo por presunta corrupción, entre otras perlas de un largo rosario de asuntos tan impresentables como los que en teoría motivan su censura. Pero como con sus votos no le basta, quiere rematar el tema apoyándose en unos partidos que han acreditado una probada capacidad para el robo (los del famoso tres por ciento) y en otros que tienen como objetivo programático la ruptura de la unidad de España. Quizás ahora entiendan por qué el nombre de Iznogud era una broma del guionista inspirada en la expresión inglesa “Is no good”, es decir, alguien bueno para nada.