La Voz de Almeria

Opinión

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Era una cuestión de tiempo. Después de ver que los policías y guardias civiles van a acabar logrando la equiparación salarial con los mossos, el sencillo -pero demoledor- argumento de “mismo trabajo, mismo salario”, ha empezado a provocar una oleada de reclamaciones en otros sectores. Médicos, enfermeros y profesores de toda España están empezando a movilizarse para reclamar que no haya diferencias salariales entre comunidades. Y es que parece que el concepto del agravio comparativo ha acabado imponiéndose al discurso territorial que tanto esfuerzo –y tanto dinero- nos ha costado construir, asentar y priorizar en España. Y ya digo que era una simple cuestión de tiempo que este estallido equiparador empezara a generalizarse entre muchos gremios, porque si es injusto que existan sensibles diferencias salariales entre los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado por hacer prácticamente las mismas cosas en función de dónde se hagan, también es injusto que un médico pueda tener una diferencia salarial superior a los 1.000 euros mensuales en función de la comunidad autónoma en donde preste sus servicios. Y lo mismo podríamos decir de los profesores y de muchos otros funcionarios, por lo que se entienden las reticencias del Gobierno a abrir este melón, porque una vez abierto no hay ya modo de parar el aluvión. Y todo esto nos lleva –y aquí es donde quiero llegar- a pensar si esta situación de justo descontento no es más que una consecuencia de la inviabilidad del modelo autonómico actual, cuyo planteamiento inicial no contempló que su desarrollo acabaría produciendo numerosas fricciones. Puede que incluso nos atrevamos a subir el debate y plantear si el verdadero problema de España no es otro que su carísimo fraccionamiento en diecisiete pequeñas naciones desconectadas entre sí. Y eso es algo que no se arregla ajustando sueldos.


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