La Voz de Almeria

Opinión

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En esta ocasión, Rajoy y Sánchez, se han dedicado mutuamente el tiempo necesario y, dadas las circunstancias, el correcto. El desafío catalán va a impregnar el verano. No habrá referéndum. Esto es lo único seguro. Todo lo demás es incertidumbre. 
Hasta aquí las coincidencias entre el Presidente del Gobierno y el secretario general del primer partido de la Oposición. Otro cantar será el modo y manera de afrontar la situación. El mero hecho de que Gobierno y PSOE se hayan comprometido al diálogo permanente es una buena noticia. Genera tranquilidad en la opinión pública y a ninguno de los dos perjudica.
Rajoy sabe que, en ningún caso, lo tiene fácil y ya ha asumido que si los hechos así lo aconsejan, tendrá que tomar medidas "antipáticas" pero si alguien juega a ponerle nervioso, la partida la tiene perdida de antemano. 
Pedro Sánchez está de acuerdo en que nada de nervios, ni de palabras o gestos altisonantes, nada de referéndum ilegal pero ninguno de los dos cree que la coincidencia en el futuro vaya a ser la misma que se ha producido a la hora de rechazar un referéndum claramente ilegal. En esto hay coincidencia con Ciudadanos.
A día de hoy poco más se puede añadir en lo que al desafío catalán se refiere. Esta es una pesadilla que sus promotores administran para llevar el tiempo a sus límites, con actos que rozan lo patético y con declaraciones y decisiones que distan mucho de encajar en un sistema democrático.
En todo caso, el desafío catalán ha servido para recuperar la cortesía institucional que nunca se debería haber perdido. Una vez recuperada, Pedro Sánchez va a ser implacable con Rajoy y no cabe decir que el Presidente del Gobierno se fíe ni una pizca del secretario general del PSOE.
"Somos dos políticos distintos y distantes" dijo Sánchez unos días antes de acudir a Moncloa. Dijo una obviedad y hacerla valer, mostrar públicamente las discrepancias y la distancia forma parte de la política y esta se engrandece, por duras que sean las polémicas, cuando la cortesía institucional se mantiene intacta. Sinz liturgia no hay democracia.



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