Delatores
Delatores
Se suele ponderar hasta extremos delirantes el extraordinario giro que en las vidas cotidianas de las personas ha producido esa cosa que, de modo ampuloso, hemos dado en llamar "nuevas tecnologías" y se ensalzan a diario las ventajas de disponer de redes de comunicación informática y telefónica de amplísimo espectro. Sin embargo, todo este exceso de tecnificación no sólo conlleva el riesgo -asumido ya por muchos- de pérdida total o parcial de anonimato o intimidad, sino que además facilita y proyecta la tendencia natural del ser humano a la prospección inquisitorial sobre la actividad de los demás. Imaginen cómo hubieran disfrutado todas esas porteras de las novelas galdosianas, que hacían de su chiscón el epicentro informativo de cada bloque, con un teléfono de última generación dotado de cámara y conexión a Internet. En todo caso, la proliferación del uso cotidiano de todo este instrumental técnico puede convertirnos en objeto de pesquisas y denuncias, como está pasando ya en países como Corea, en donde ya hay una red de ciudadanos vigilantes y denunciantes de los comportamientos ajenos. Los llaman "Hak-parazzis" y se dedican a enviar a las autoridades imágenes de quienes arrojan papeles o fuman en lugares no autorizados, obteniendo recompensas económicas por ello. De momento la caza se limita a cuestiones relativas a la limpieza y urbanidad, pero no hay que descartar que la delación ciudadana acabe abarcando cuestiones más íntimas y privadas. No es una pesadilla: en Cataluña se denuncia a los niños que hablan español en el recreo. Por tanto, no descartemos perversiones futuras.