Mi comentario no va sobre la recién terminada Semana Santa, por cierto, cada vez más brillante en nuestra ciudad, ayudada por una masiva presencia y una espléndida climatología que no ha interferido en ninguno de sus días.
Me refiero a la Semana de Pasión que debe estar pasando el Partido Popular, sus dirigentes y simpatizantes. No se había apagado aún el eco por la noticia de que el señor Rajoy deberá acudir como testigo en el juicio que se sigue contra la llamada trama Gürtel en la sala de la Audiencia Nacional (y con él varios ministros del Gobierno del Partido Popular de la época y varios secretarios generales del  mismo partido, contemporáneos de los hechos juzgados) cuando una nueva noticia aparece sobre una supuesta corrupción que implicaría  al que fuera presidente de la Comunidad de Madrid, que había sustituído a la señora Esperanza Aguirre, y con la noticia, la detención.
Es obvio que no son cuestiones, en absoluto, homologables e incluso la convocatoria para testificar del señor Rajoy está llena de interrogantes, contemplado desde fuera, toda vez que, tan solo unas semanas antes, los mismos magistrados habían indicado la innecesariedad de su concurso, pese a la petición de parte interesada, por entender, y objetivamente es así, que el señor Rajoy no tenía ninguna responsabilidad en la gestión de los dineros, y su control, en el Partido Popular durante la época juzgada. 
Otra cuestión pudiera darse en el caso de los Secretarios Generales, teniendo en cuenta el control y el dominio de todos los temas, por estos, en cualquier organización jerarquizada, y ello con criterio general.
Es evidente que la presencia del señor presidente del Gobierno en el juicio, por otra parte inédita en la etapa democrática, no será un “plato de buen gusto”, pese a lo cual somos muchos los que pensamos que, como un valor más de la Democracia, el señor Mariano Rajoy debería acudir personalmente a testificar a la Audiencia Nacional, como una  muestra más de normalidad judicial, según la cual todos somos iguales ante la Ley.
Está claro que el varapalo para el Partido Popular, en esta Semana de Pasión, lo constituye la detención del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, sobre todo por la enorme gravedad de los cargos que se le imputan por el juez instructor.
Salvando siempre la presunción de inocencia, no cabe duda de que los indicios y sospechas de corrupción deben ser tan claros y contundentes para que se hayan tomado medidas tan importantes por las autoridades competentes.
Por interés general, por la importancia del tema, para una sociedad muy sensibilizada con los temas de corrupción, sería deseable una instrucción lo más rápida posible, sea culpable o no el señor Ignacio González, ex presidente de la Comunidad de Madrid, y con él la serie de personas presuntamente implicadas en tan siniestro caso.