El proceso social
Te tengo que admitir que me emociono la preocupación de María del Mar Verdejo por el medio ambiente y la sociedad que nos rodea, autora enamorada de la naturaleza, nos presentaba en la librería Cebras una serie de artículos en su libro Fondo de Mar.
A título de lo dicho, me gustaría dedicar unas líneas, de lo que pienso, somos el resultado de un proceso ilustrado fallido, donde se exponen distintas sociedades que se rigen por un esquema único de desarrollo, basado en la tecnología progresista como motor de los pueblos.
Vivimos en un mundo donde una serie de necesidades nos facilitan recetas fáciles de interpretación, sin necesidad de investigarlo, recetas que fueron incapaces de corregir nuestro caminar en años maduros, como un mecanismo que se afianzo en el terreno humano; tengo que admitir que en la actualidad me asalta la duda sobre un futuro, tal vez no muy lejano, sea la fecha idónea para aquellas profecías que pronostican una planificación centralizada sobre el capitalismo, consiguiendo la eliminación de la pobreza, cosa que parecía a alcance de la mano, sobre todo después dela segunda guerra mundial.
Pensamiento histórico Sin embargo, mucho me temo que continúe mi incertidumbres ante todas aquellas cosas que no han ido como se habían previsto, la economía ha descendido hasta los abismos, creando una nueva pobreza que nada tiene que envidiarle a la vieja. Esta demostración es evidente, los años nos han ido obligando a reajustar teorías que han dado como resultado previsiones que no procedían de procesos elaborados por economistas, sino de políticos que justificaban actuaciones sociales cada vez más restrictivas. Es lógico que el fracaso de todas estas profecías nos llevase a revisar las reglas de un pensamiento histórico que influyo sobre la evolución de las sociedades humanas.
Pero si me apuran, les diré que los revisionistas han ganado la partida, llevando a cabo un proceso de desmoralización que ha echado por tierra aquellas causas sociales ganadas en la revolución. Los historiadores han tomado buena nota, de toda esta crisis, decantándose por caminos postestructuralistas y santificando la libre iniciativa, pero esta crisis no puede basarse en la negación global, hay que recuperar los fundamentos teóricos y metodológicos sólidos y sobre todo el contacto de los problemas reales de hombres y mujeres de nuestro tiempo, en definitiva de todo aquello de lo que las tendencias postmodernas nos han alejado.