Al banquillo
Al banquillo
Me pregunto si algún miembro del plantel de rapsodas que conforma el sedicente Gobierno tiene noticias sobre el juicio al que se está enfrentando el ex primer ministro islandés, Geir Haarde, al que han sentado en el banquillo acusado de negligencia al no haber evitado el colapso financiero que llevó al país a la quiebra en 2008. No parece que la posibilidad de que el señor Haarde acabe en la trena (con lo aburridos que deben ser los presidios en Islandia) inquiete lo más mínimo a los islandeses, que están cabreadísimos con el tipo que les ha arruinado a base de imprevisiones y despilfarros. Puede que sea el clima o el influjo magnético del círculo polar ártico, pero el caso es que los islandeses han demostrado tener bastantes menos tragaderas que usted y que yo, que nos podemos lamentar más o menos dolientemente de la calamidad gubernamental que padecemos, pero no damos el paso de exigir responsabilidades a quienes, despreciando las elementales normas de respeto por el dinero que tanto trabajo cuesta ganar a los contribuyentes, lo despilfarran en asuntos que, en un alarde de llaneza que fácilmente podrán disculpar, no son más que gilipolleces. Y si no, fíjense en la más reciente parida de la todavía ministra de Exteriores, doña Trinidad Jiménez, que con la que está cayendo ha considerado oportuno entregar 9.000 euros -suyos y míos- a la llamada Fundación Triángulo, para "promover el respeto a las mujeres transexuales como sujetos de derechos en países clave de Centroamérica y el Caribe". Una medida que sólo se explica pensando en que doña Trini esté pensando en huir dentro de unos meses al trópico y llamarse, por ejemplo, Elvis Manuel.