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Obituarios

Bonifacio Blanco Caparrós

A Boni le ha salido un chapucillo en el Cielo

Tony Fernández

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Mi madre se ha echado a llorar. Le he dicho que venía de enterrar al Boni y le ha dado una pena... me ha recordado la última vez que no le cobraste la puerta que le pintastes y que te dio 50 euros para que invitaras a los niños, Paco y David. María, mi hija, te dijo el otro día que le pintaras su cuarto de color turquesa y se lo prometiste. Y tu mujer, ay tu mujer, cantando la salve en la Iglesia y dándome las gracias, ¿qué gracias Boni?, gracias a tí. Vaya Misa linda Acabo de llegar a la Iglesia de Los Ángeles y me he parado con Paquitín, luego con Andrés Guirado, ‘El Conejo’, que me ha dicho que ahora meten la caja por detrás y me he sentado al lado de Silvestre y me ha dicho: “Nos estamos quedando solos en el barrio”. Delante mía está Rosa la mujer de Emilio ‘El Pichatrapo’, Pepa Picón y, acabas de llegar tú. La bandera que te han puesto encima de la caja no sé de qué equipo es, debe ser de Los Ángeles. Silencio, que está el padre Pozo listo y dos curas más. Vaya tela Boni, está la iglesia llena, espera Boni que le vamos a hacer un sitio a la hermana de Juanito Rodríguez, la mujer del panadero, el hijo de Juana. “En el nombre del padre, del hijo, del espíritu Santo...” dice el padre Pozo, empieza tu misa. Acabo de darle la paz al dueño de Mercapinturas y he visto tomando la comunión a Manolo García. Tu nuera está llorando y tu mujer y tus hijos están cansados y orgullosos, muy orgullosos de tí. Ha terminado la Misa y me voy a casa de mi madre a echar un cafelico que el que me tomé ayer se me clavó en el estómago cuando supe de tu muerte. Todo el Barrio de Los Ángeles ha estado a tu lado. Acabo de ver a Juanchi y a uno que jugaba en el San Antonio contigo, no caigo ahora como se llama. Ramón Solano está hundido y tus veteranos tendrán que buscar un nuevo presidente sabiendo que no lo van a encontrar. El padre Pozo ha dicho en la Misa que eras un buen penitente y que adorabas a la Virgen de Los Ángeles. Un cura más joven le ha pedido fuerza a los tuyos y el más veterano de los tres nos ha dado la bendición. Vaya misa guapa Boni, seguro que no la olvidarán tantas y tantas señoras mayores del barrio a las que pintabas la casa y le hacías su descuentico. La oficina de Ramón En las barandillas no se habla de otra cosa. Todos sabían que estabas malo y nadie se atrevía a decirlo. Tu mujer te ha visto cerrar los ojos con la esperanza de verte recuperar la vida. Te dio lo mejor junto a tus hijos pero tu sabías que te había salido un chapucillo en el Cielo. Lo sabías tu y en tu oficina, en la Peluquería de Ramón Solano, donde había que buscarte para pintar. Allí bajaban nuestras abuelas y nuestras madres a pedirte que le dejaras la casa como solo tu sabías. Te entregaban las llaves y le devolvías un piso nuevo. Movías los muebles, fregabas las manchas y siempre “trato especial y tarifa de abuela señora”. Qué grande has sido Boni, qué grande. Te he visto en el hospital pegado a una máquina y en las barandillas liberado de ellas. “Ya estoy comiendo mejor y me voy a recuperar”, me decías. “Boni, tienes que pintar mi cuarto de color turquesa”, decía mi hija, “vale María, cuando empiece el colegio”. Boni, me estoy acordando de la última vez que pintaste mi casa. Para la boda de mi hija Copy. “Es que la casa es muy grande Tony”. Así empezaba nuestro regateo y al final: “prepara un paquete de litronas y luego hablamos del precio”. Has ayudado a tantos que pintarás mucho en el Cielo.

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