Te adoro y siempre te recordaré con tu sonrisa cuando te contaba mis cosas. Desbordabas simpatía con todas la personas de tu alrededor. Cuando entrabas en el centro con tu sonrisa cada mañana y, a la salida, cuando nos veías a alguno de nosotros, demostrabas tu gran alegría. Papi, gracias por haber pasado por nuestras vidas, por tus abrazos y besos. Que sepas que nunca te vamos a olvidar jamás. Aunque no te veamos, estás vivo en nuestras mentes. Tenías tanta vida que la muerte no podrá nunca enterrar tu recuerdo. Aunque tú y yo sabemos que estamos siempre juntos y que ya no vamos a separarnos. Tú sabes por qué, ¿verdad? Pero con todo eso no dejo de pensar que te marchaste hace poco de una forma muy rápida. Y esto es difícil de asimilar, pues era muy pronto e injusto que abandonases el mundo. Creo que recorres nuestras mentes y te cuelas en nuestros sueños y quiero que tu imagen permanezca siempre en nuestro recuerdo. Gracias a tus fotos, podemos seguir viéndote, hablándote y pidiéndote ayuda, pues aún necesitamos mucho a ti. Tu recuerdo nos da a todos mucha fuerza para poder conllevar este dolor que todavía no comprendemos ninguno de nosotros. Desde aquí quiero decirte gracias por tu lucha hasta el final. Mil besos y abrazos de todos nosotros que te queremos, con todos nuestros corazones. Jamás te olvidaremos. Tu esposa, nieto, yerno y tu hija que te adoran.