Florido mayo

Florido mayo, sí, porque a pesar de todo, nada sabrán las flores, ni los pájaros. Parecerá que es primavera como siempre y habrá gente que se marche a las Bahamas o a Honolulú a celebrarlo, pero qué triste para las familias que tienen todos sus miembros en paro, para aquellos a los que se les puede despedir tranquilamente, para quienes ya no son nadie en la relación del capital/trabajo. Ha tenido que llegar la crisis para que ahora la derecha europea se cargue de razón y diga que debemos retroceder treinta años. Si algo tenía el Primero de Mayo, incluso con la dictadura, es su viejo sentido de celebración por el avance obrero, que costó al menos dos guerras mundiales sin contar las miles de revoluciones reprimidas en el fondo de las fábricas, en el fondo de las oficinas siniestras. Ayer ¿qué celebramos? Hubo que salir a la calle como si el derecho del trabajo comenzara de nuevo. Y naturalmente, así no puede haber alegría en la calle. Un Rajoy algo obcecado por la Merckel dice que lleva hechas muchas reformas y que piensa hacer muchas más. ¿Dónde nos lleva si no sabe adónde va? Esto es como el chiste del enfermo. Ha dicho el médico que estás fallecido, dice la madre. El enfermo da un salto y demuestra que no está muerto. Entonces va la madre y le recrimina: Pero hijo, ¿vas a saber tú más que el médico? La derecha cree que por la vía del ajuste duro llegara un día en que los mercados se cansen y propicien el estado del bienestar. Para ese tiempo el Día del Trabajador pudiera ser un entierro con tres capas y música de Chopin. El pueblo español muestra su malestar como el enfermo muestra su dolor, pero el PP arguye que todos estamos equivocados. Solo Montoro y Guindos tienen razón. Sin embargo, el corazón de los de abajo tiene razones que la razón no conoce.