Un paseo con el periodista Manuel León por el alma almeriense

El periodista y escritor impartió una conferencia sobre la historia de Almería y sus gentes

José Ramón Martínez
08:59 • 07 may. 2022

Una visita al interior de una cárcel impresiona e intimida y a pocos deja indiferente. En la de Almería conviven casi 1500 personas entre funcionarios, personal de mantenimiento, maestros y educadores. Uno se cruza en sus largos pasillos con gente de todos los colores y clases sin reconocer si se trata de reclusos o personal laboral. Mi primera impresión  a vuela pluma es que todo tiene el aire de un internado cargado de reglas y normas. Las visitas de familiares, de los abogados, las salidas y entradas, las horas de comer, de dormir, y el resto, podríamos decir, son horas para maquinar sueños y deseos. Dentro de lo que cabe y en las pocas horas que pasé allí junto al periodista y escritor Manuel León sentí que se respira una buena armonía y convivencia y que los artífices y responsables de ello son los maestros y los funcionarios que tienen un contacto más cercano con los internos.   



Una lección de historia y entendimiento Tuve también la sensación de que la cárcel es un lugar propicio para sincerarse, para decirse las cosas a la cara de forma natural. Eso, al menos, fue lo que percibí al escuchar a Manuel León en su conferencia sobre la historia de Almería y de sus gentes. Nunca pude imaginar que este relato sobre nuestro pasado, que apenas conocía, y desde luego en las escuelas no se contaba, podría emocionarme como lo hizo y además sentirme orgulloso de ser almeriense. La capacidad de León para transmitirnos su amor a esta ciudad y a sus personajes más ilustres caló profundamente en todos nosotros, y en los más de cien internos que acudieron al acto. La directora del colegio Charo Martínez elogió esa conexión mental, esa química que se dio entre los asistentes.   



El que les escribe, dedicado a la política pura y dura, jamás se le pasó por su cabeza, a pesar de las numerosas lecturas sobre los conflictos territoriales en España, que las palabras de este periodista, hijo del levante almeriense, iba a cambiar mi percepción sobre este problema de fondo de la política española. Las reflexiones de Manuel León llenas de entusiasmo y de conocimiento por los grandes emprendedores almerienses me sobrecogió. Me pareció una narración que aunque de entrada podría vincularse a cierto chovinismo o localismo muy hispánico, en su caso se cimentaban en la admiración a unos ciudadanos y a sus vidas, dignas de figurar en los mejores libros. El conferenciante evidenció con sus argumentos que se puede querer a una tierra sin excluir a nadie, sin crear animadversión hacia el vecino o amigo. Una gran lección que podría ser el camino del entendimiento de nuestros conflictos territoriales hispanos. 



Nuestros almerienses más ilustres Almería era una ciudad pobre no pobrísima, tierra de lagañas y esparto se decía, carne de cañón para emigrar, una ciudad abandonada de la mano de Dios, diría León. Pero gracias a la valentía de muchos, a su determinación emprendedora y al trabajo y sacrificio de tantos ha sido capaz de convertirse en cien años en el huerto de Europa y en una urbe en pleno desarrollo y enorme futuro. 



Estamos hablando principalmente de personas de carne y hueso, con nombres y apellidos. Ciudadanos como Juan José Vivas Pérez, un farmacéutico que descubrió un célebre antidiarreico conocido como salicilato de bismuto que salvó muchas vidas; o José Navarro Moner, el empresario de la uva que más barriles exportó al mundo; o Antonio Briséis con su perfume el Tulipán Negro y también auténticos aventureros como Ali Bey, el primer occidental que llegó a la meca disfrazado de musulmán o la bella dorita, una cupletista que triunfó en el paralelo de Barcelona o León Valentín, el hombre pájaro,  el paracaidista más laureado en Francia. La lista es muy larga hasta llegar a la actualidad con Francisco Martínez-Consentino que da empleo a más de tres mil personas.     



Con todos estos personajes de fondo, o marcos polos almerienses, como diría Manuel León, no extraña que diga que los almerienses son genuinos y le falta decir que únicos. Desde luego, mi experiencia personal de años en Cataluña es que allí decir que eras de Almería te abría muchísimas puertas. Es una pena no tener un libro sobre la diáspora almeriense en estas tierras, en la que podemos encontrar historias entrañables y heroicas algunas como las que nos ha contado el subdirector de La Vanguardia Enric Juliana en su último libro sobre el almeriense Manuel Moreno Mauricio, antiguo guerrillero, llegado a Badalona a principios del siglo pasado.  



 



Epilogo Pues bien, ya al final de este paseo por las personas de esta ciudad que han dejado huella es de agradecer al grupo de maestros que nos acompañó en un recorrido por el centro penitenciario y por sus aulas educativas. Especialmente gratificante fue la visita al módulo de mujeres donde fuimos recibidos con un cante y un baile improvisado por dos hermanas de la Pescadería, locas de alegría de que el periodista les hablará de su barrio y de sus protagonistas más conocidos. Todo tuvo un aire de amistad y convivencia que irradia y se extiende por todo el centro, desde sus muros llenos de dibujos y colores, su escuela de paz, un espacio de convivencia y aprendizaje y los maestros como activistas y agentes en primera línea. Y es que la educación es amor, entre otras cosas. 


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