El evacuatorio de la Puerta de Purchena

En 1925, el Ayuntamiento de Almería consiguió sanear sus cuentas e introdujo mejoras

Evacuatorio de Puerta de Purchena en 1965.
Evacuatorio de Puerta de Purchena en 1965. La Voz
Manuel Artero
07:00 • 22 mar. 2020 / actualizado a las 14:25 • 22 mar. 2020

En febrero del año 1925, el Ayuntamiento de Almería, siendo su alcalde D. Antonio González Egea, había conseguido sanear sus cuentas, mediante la supresión de pensiones y subvenciones concedidas graciosamente, y aumentando los ingresos por medio de la subida de la renta de los vinos, el gravamen impuesto al vecindario por el uso de las aguas potables, y otras medidas.




Estos ingresos extras se invierten en mejorar la ciudad. Repoblación del arbolado, asfaltado de la calle General Segura, establecimiento de recogedores de basura en el Paseo y el Boulevard, construcción de jardines en la Plaza de Careaga, ensayo de nueva pavimentación en la calle Gerona, adoquinado de la entrada a la calle de Granada, reconstrucción de la Plaza de Abastos, reposición de las conducciones de aguas, ampliación del puente de la rambla que daba acceso al balneario, proyectos de construcción de grupos escolares, y algunas expropiaciones, como las de una parte de casa que ocupaba la antigua botica Quesada, en la Puerta de Purchena. Las calles pasaron de estar casi vacías, a llenarse de gente que paseaba los domingos para contemplar las obras, cambiando la cara de la ciudad, volviéndola más alegre y bulliciosa.




Una de estas mejoras consistía en instalar en varios puntos del centro, evacuatorios públicos.




El anterior alcalde, D. Manuel Hernández Rodríguez, tuvo como una de sus primeras medidas, la de multar a los que hacían sus “aguas menores y mayores” en lugares públicos. Era costumbre de algunos usar las fachadas, esquinas y rincones como mingitorio, sobre todo en estado de embriaguez, o por no llegar a tiempo debido a la lejanía hacía un lugar más apropiado, convirtiendo muchos puntos de la ciudad, en focos de pestilencia. Esta decisión fue aplaudida por la ciudadanía, que vio como las calles y fachadas pasaron a estar algo más limpias, y menos “olorosas”.







En el Paseo del Príncipe ya había un Evacuatorio, frente al edificio de correos y telégrafos (actual plaza Juan Cassinello), pero era necesario disponer de otro más céntrico.  El proyecto para llevar a cabo su construcción, es aprobado por la Comisión Permanente del Ayuntamiento, el día 6 de marzo de 1925. El concurso se publica en edicto del 11 de Marzo. El acto se celebraría el 24 de marzo en el Salón de Sesiones de la Casa Consistorial, bajo la presidencia del Sr. Alcalde, o del concejal en quien delegue. Para la licitación se fijo la cantidad de 8.394,5 Ptas. no admitiéndose proposición alguna que excediese de esa cifra. Las obras debían comenzarse en el plazo de ocho días contados desde al que sea notificada la adjudicación definitiva., y terminarse en dos meses. El pago se abonaría en dos plazos, uno al terminar el primer mes y otro a la terminación de la obra, previa certificación del Arquitecto Municipal, hasta la recepción de las obras.




La primera subasta quedó desierta, convocando otra para el 30 de marzo. En esta ocasión se presentó un solo pliego, el de don Rafael Usero Calatrava, quién ofreció hacer las obras por la cantidad exacta propuesta por el ayuntamiento, y se le adjudicó provisionalmente. La  cesión del servicio del evacuatorio se concedió a D. José Ibáñez Moreno. El 13 de abril de 1925 se comienza a construir el evacuatorio.
El 18 de Julio de 1925 aún no había sido inaugurado, y se decía que el Ayuntamiento regalaría cien pesetas al primer vecino que lo “use”, y que ya había algunos que se preparaban para hacerlo dignamente. En agosto, la empresa ‘Las fuerzas Motrices del Valle de Lecrín’ da cuenta de haber quedado instalada y en disposición de prestar servicio una lámpara de gas en el evacuatorio de la Puerta de Purchena.





La recepción definitiva de las obras se hace el 28 de diciembre de 1925. El dibujo del proyecto lleva dos fechas de diferentes Arquitectos Municipales. Una de 1922, seguramente de Julio Egea, y la otra, de 1925, de Guillermo Langle. Es posible que Langle partiera de un diseño original de Egea.


Objeto de burlas
Durante la construcción comenzó a ser objeto de burlas, tanto por el aspecto interior, como por las escaleras de acceso, que ocasionaron más de un incidente. La definición que algunos periodistas y ciudadanos hacían del evacuatorio era la de “una especie de bóveda de nuestro cementerio de San José, perfectamente hecha, solo falta colocar la Cruz, insignia del Cristianismo”. Otros decían que parecía el panteón de un hombre ilustre. El boca a boca aconsejaba bajar las escaleras despacio, para no estrellarse. En la sección “impresiones de un forastero” del ‘Diario de Almería’, el personaje ficticio “James”, hace varias críticas del evacuatorio: “Se me ocurrió asomarme al evacuatorio, para apreciar el adelanto de las obras y sin saber como, rodé desde el primer escalón hasta el último, produciéndome los chichones del margen y del centro, en mi consecuente testa.. el evacuatorio , más que eso, es una trampa para coger al honorable ciudadano que tenga la desgracia de acercarse por allí”


Y no se alejaban de la realidad las críticas del “Forastero James”. La realidad, como siempre, superaba a la ficción. El 8 de Junio de 1926, Alfonso González Mullor, “rueda por el evacuatorio”, quedando en estado grave. Antonio, de 50 años, residente en el Barrio de las Mellizas, y originario de Enix, tuvo la desgracia de caer al bajar por las escaleras del evacuatorio. Fue conducido a la Casa de Socorro, por los guardias números 1 y 11, donde se le diagnosticó conmoción cerebral de pronóstico grave, por lo que fue ingresado en la cama núm. 4 de la Sala de Santa Rosa, en el Hospital Provincial. Justo un año después, el 6 de Junio de 1927, es José González Úbeda, de 34 años, el que es asistido en la Casa de Socorro. Tenía varias “diversas erosiones, ADOBADAS, con un ataque de alcoholismo agudo, que fue el que le hizo caer en el evacuatorio de la Puerta de Purchena”.




Las caídas eran continuas, unas fortuitas, y otras provocadas por el vino, y la falta de coordinación de las extremidades inferiores que produce, que no era muy compatible con unas escaleras empinadas y de bordes redondeados. Esto le pasó a Manuel García Sierra, que también rodó por las escaleras, produciéndose una herida en la región frontal  de la cabeza.


Robos y estafas
Los evacuatorios también se convirtieron en lugar de robos y estafas. En 1926, en el que había frente a correos, le estafaron un duro a Ángel Salcedo Ruiz, que denunció en la comisaría que la encargada del evacuatorio, Dolores Cruz, le exigió diez céntimos por el servicio, y que como no llevaba suelto, le entregó cinco pesetas. La mujer no tenía cambio, y un sujeto que casualmente se encontraba allí, tomo el duro, diciendo que iba a cambiarlo, y no volvió(El duro que vuela, titulaba la prensa el suceso). Dolores, una vez en comisaría, manifestó que ella no conocía al sujeto que se llevo el duro, y que pensó que era amigo del denunciante.




En 1931, es el guarda del evacuatorio de la Puerta de Purchena, José Ruiz Forte, el que sufre el robo de una americana, un reloj de níquel, dos pañuelos y una cartera con documentos, que tenía en la habitación de su destino.


En el año 1969 una nota oficial del Ayuntamiento dice: “Ante las obras que se van a efectuar en la Puerta de Purchena y el estado actual del evacuatorio público existente, se prohíbe el estacionamiento de toda clase de vehículos en el recinto del mismo”  Ese año se realiza una reforma de la puerta de Purchena, y desaparece el evacuatorio.


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