Alfonso Salmerón: “Soy un cruce entre el flamenco y la ópera”

Entrevista con el cantaor y compositor almeriense

Alfonso Salmerón.
Alfonso Salmerón. La Voz
Carmen K. Salmerón
02:12 • 30 mar. 2018

No hay mejor cicerone en la vida que la creencia en uno mismo. Es el caso del cantaor y compositor almeriense Alfonso Salmerón. Antes ya de hacer la comunión ganó su primer concurso de radio como cantaor. No es extraño, su padre organizaba en el cortijo sonadas fiestas flamencas con los mejores flamencos. A los catorce años grabó su primer disco como miembro del trío Los Jilgueros. Mostró el cante a los cineastas que rodaban en Almería desde el tablao Manzanilla. Ha pasado por los tablaos y festivales más prestigiosos del planeta. No recuerda las veces que ha actuado en Japón. Ha sido el primer cantaor que se ha atrevido con una ópera, Carmen de Bizet. Tiene más de cien letras registradas. Ha inventado una nueva interpretación del taranto que le llevará a la Historia del flamenco.



Desde el Miércoles Santo podemos disfrutar del cante por saetas de este almeriense universal. Hoy viernes cantará a las 22 horas a la Soledad desde un balcón de la Plaza Masnou



¿Qué soñabas con 18 años?



Siempre soñé con ser artista. Desde niño, de hecho empecé a cantar con 13 años. Con 18 quería ser figura internacional.



¿Qué queda de esos sueños?



Se han cumplido todos. Lo que quería. He trabajado en lo que quería. Si volviera a nacer haría lo mismo (rotundo).



Si viajamos al universo gastronómico, ¿cuál es esa comida que te pierde?



El choto al ajillo me pierde (en Madrid se llama cabrito). La gamba roja también. Y el calamar en aceite, las migas, las gachas, los gurullos… De Almería me gusta todo, hay una gastronomía muy buena y muy variada. Podemos estar bien orgullosos.


¿Cuándo fue la primera vez que te subiste a un escenario?

La primera vez en sí no te lo podría decir, pues desde niño cantaba en las fiestas que organizaba mi padre en el cortijo. Luego en ventas, en pequeños tablaos… Ya como profesional cuando iba con Los Jilgueros. Éramos un trío: José Sorroche, Domingo Garbín a la guitarra y yo). Hicimos una gira por Almería, Málaga, Barcelona... Íbamos con Fosforito, El Peluso, Las Marcheneras (dúo femenino, parecido a las Grecas). Antes de la mili. Cuando se hacía la mili, hace siglos (risas). Por cierto, como Los Jilgueros grabamos dos discos con la discográfica Belter.


¿Qué música te transporta a tu infancia?

Cuando escucho los fandangos de Vallejo. Mi madre cantaba extraordinariamente bien. Cantaba muy bien flamenco, con una afinación increíble. Y tocaba el acordeón como los ángeles. En esa época, que aún era la posguerra, era muy raro que una mujer tocara un instrumento musical, y el acordeón menos aún. ¡Metía el acordeón por compases flamencos! Fue una mujer muy adelantada a su época.


¿Y a tu adolescencia?

La niña de los Peines, Pepe Pinto, Manolo Caracol, son los que me despertaron la vocación.


¿Cuál fue el primer disco que compraste?

No me acuerdo exactamente cual, pero fue uno de La Niña la Puebla. Lo que sí recuerdo son los primeros discos que escuché. Eran de flamenco, claro. Mi abuelo tenía gramola y discos de pizarra. Años después canté con ella, con La Niña la Puebla. Me tocaba Perico el del Lunar. Fue para TVE, un programa dirigido por Miguel Espín, el marido Carmen Linares.


Si tuvieras que definirte con un estilo musical, ¿con cuál sería?

Un cruce entre flamenco y ópera. Ambos géneros tienen mucha pasión.


Si no hubieses sido cantaor, ¿qué oficio habrías tenido?

El deporte me ha encantado y me sigue encantando. Juego al tenis, nado, hago senderismo... Me encanta ir andando desde Retamar al Cabo de Gata y luego tapear por allí. Quizá habría intentado ser futbolista. Me gusta mucho el fútbol.  Me gusta el Real Madrid. Mis hijos han jugado allí en juveniles.


¿Cuál es la música que amansa la fiera que llevas dentro?

La de una Filarmónica. Trabajé dos años con la Filarmónica de Viena y la de Berlín.  En 1985 y 1986. Con Herbert Von Karajan (uno de los mejores directores de orquesta del S. XX) y José Carreras (tenor, ideólogo de la Fundación para la lucha contra la leucemia y premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1991). Hacíamos una versión muy sorprendente de la Carmen de Bizet. El Jazz es otra de esas músicas que me aquieta.


¿Qué canciones hacen que se te dispare la imaginación?

Los tanguillos son muy dados a eso, pues fíjate la imaginación que hay que echar para inventarse la letra “A la venta ponen estos anticuarios / esta gran cazuela que tiene más de 500 años / la doy en mil duros / es casi de balde / (…) la cazuela que aquí le presento / es de una sustancia que nadie conoce / fabricada en Medina-Sidonia / el año 40 del siglo 14”. Hay que tener imaginación y labia (risas). Qué bien cantaba los tanguillos en gran Chano Lobato.

El sitio más pintoresco o curioso donde has cantado ha sido… 

Ha habido muchísimos. Pero uno curioso fue en el bar de la peña de El Taranto. Yo había dado un recital. Al acabar nos subimos a cenar. Había algunos socios de la peña, David “El Niño la Fragua”, que me acompañó al toque, y su mujer. En esto que llegan dos hombres y una mujer. Alguien les dijo que yo era cantaor de flamenco. Uno de ellos viene a saludarme muy amablemente. Nos saludamos. Y para impresionarme me canta un tema de Jose Alfredo. Me levanto, le devuelvo el cante de José Alfredo y otro de Chavela Vargas. El chico se quedó impresionado. Y así estuvimos haciendo unos cuantos cantes. Resulta que era el famoso actor y cantante mejicano, Mane de la Parra, con el productor, José Manuel Brandáriz (el productor hispano, de Galicia, más prestigioso en Hollywood), y una actriz, Viridiana Olvera. Todos pesos pesados. Estaban rodando una super producción, “Juan Apóstol, el más amado”.


¿Con qué música te gusta conducir?

Con la salsa. Te mantiene atento al volante (risas). Me gusta tanto que grabé un disco dónde mezclé la salsa con el flamenco, La revolución de la discoteca (1990). Fue disco estrella Corte Inglés (risas).


¿Cuál es esa cualidad imprescindible para cantar flamenco?

Nacer con la voz, el ritmo se aprende. El compás también. Pero se aprende estudiando con devoción. Es como aprendí yo, escuchando a los mejores, con Mairena, Fosforito, La Niña de los Peines, y estudiando mucho. Tengo la suerte de haber vivido la mejor época del flamenco: el siglo XX.


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