“Si bendecimos a gatos y perros, tú me dirás si no puedes bendecir a personas”

Entrevista con Antonio Gómez Cantero, obispo de Almería

Antonio Gómez Cantero, en una imagen de archivo durante una entrevista concedida a LA VOZ.
Antonio Gómez Cantero, en una imagen de archivo durante una entrevista concedida a LA VOZ. Juan Sánchez
Álvaro Hernández
20:04 • 23 dic. 2023

A las puertas de una nueva Navidad, el obispo de Almería atiende a LA VOZ para repasar los temas más actuales de la Iglesia: de las bendiciones a parejas homosexuales a los casos de abuso:






¿Cómo vive la Navidad un obispo?



Muy liado, en las parroquias, en las celebraciones, en las visitas de los belenes... Y vivo solo. Pero bien, intentaré ir a comer a distintos sitios: el día de Navidad a la casa de Nazaret, el día 26 posiblemente coma en la Casa Sacerdotal con los sacerdotes mayores y los ancianos y después en mi casa... Ya está.



¿Y los demás? ¿Cómo deberíamos vivirla?



Como anuncia el profeta Isaías: que sea un tiempo de luz y esperanza. Isaías escribía para la gente que estaba en el exilio y les anunciaba un nuevo momento de esperanza para un pueblo que estaba en el exilio. Nosotros de alguna manera vivimos en pequeños exilios, exilios personales. Y la Navidad es un grito de esperanza.



Dentro de poco hará tres años que llegó a Almería. Si tuviera que explicarle a alguien de fuera algo de Almería y de cómo somos los almerienses, ¿qué le diría?



Estoy enamorado de Almería. El primer año fue muy difícil, llegando a un sitio sin conocer nada, preguntando a mucha gente y hablando con muchos. Pero ahora me he recorrido tantas parroquias y he conocido tantos lugares y me siento tan querido... Almería, aparte de lo que he dicho siempre de que la provincia es todo un continente, está llena de gente buena y cariñosa. Y eso es con lo que me quedo: yo intento estar lo más cercano posible, allá de donde me llaman voy, y la verdad es que siempre voy contento y con alegría y me siento bien, y me tratan muy bien, hay que decirlo todo.


¿Cuál es el estado de salud de la Diócesis de Almería ahora mismo?

El estado de salud de la Diócesis, hablando de evangelización, creo que es bueno. Hay muchas ganas de hacer cosas y seguir evangelizando. Esto no es un empezar de nuevo, es continuar. Quiero que los arciprestazgos se pongan en marcha con los sacerdotes, los religiosos y los seglares y que sea una acción de todos. Y ponerse en marcha es que tenemos que ser creativos y pensar cómo evangelizar hoy. No se evangeliza hoy igual que hace 50 años que hace 2.000. Son sociedades complejas. Siempre lo son, no ahora. Siempre nos fijamos en lo que vivimos, pero en la Historia ves que el momento más hermoso para la Iglesia y para la sociedad es este. Con un montón de lagunas, pero hay que ir arreglándolas e ir haciéndolas transitables.


Económicamente, vamos dando pasos. Si ves el CIRBE verás la deuda. Pero vamos dando soluciones. Vamos vendiendo cosas que podemos vender para ir pagando. El día de mañana quizás no nos quede nada que vender y entonces ya me preguntarás...


Hace unas semanas estuvo en Roma en la visita junto a todos los obispos españoles al Papa Francisco. ¿Qué tal con él?

Fue una visita increíble por no creíble. Algunos obispos decíamos 'A ver si tienen razón los medios de comunicación y nos llevan engañados a regañarnos'. Pero no fue así. Primero tuvimos una meditación con el cardenal Cantalamessa, muy bonita sobre la venida del Espíritu Santo. Él dijo que el mejor rector lo tuvieron los apóstoles, pero tuvo que venir el Espíritu Santo para arreglarlo... A la hora vino el Papa Francisco y nos dijo que preguntáramos lo que quisiéramos. Estaba bien... Nos habían dicho el día anterior que no se sabía si el encuentro sería posible, pero eran todo rumores. Y estuvo dos horas, no tosió ni una vez. Tenía previsto hora y media y se le preguntó sobre seminarios, no nos salimos del tema. Pasado ese tiempo, nos dijo 'Estoy bien, si quieren sigo'. Y estuvo media hora más hasta que lo llamaron y se fue. Y no hubo ninguna bronca.


Después, los del Dicasterio para el Clero, encargados de los seminarios, nos dijeron que era deseo del Papa (y también lo dijo él) que no hubiese seminarios de 15 personas... Además, económicamente, mantener un edificio para 15 personas que se pierden en el edificio no está bien. Y eso nos va a costar en las Diócesis que no lo han hecho. 


Supongo que, al final, se espera que haya un seminario por cada provincia eclesiástica y eso se puede hacer de diversas maneras: pueden hacer la etapa de Filosofía en una ciudad y la de Teología en otra, para que haya más diversidad y más movimiento. Nos han dado dos años para que vayamos dando pasos. 


Aquel encuentro refuerza aquella decisión polémica de enviar a los seminaristas de Almería a Murcia. ¿Salió contento?

Yo venía de Teruel y en Aragón llevan casi 30 años con un seminario en Zaragoza para seis Diócesis. Yo sabía que no estaba haciendo nada raro. Fue polémica para algunos, porque yo pregunté a todos los sacerdotes y mayoritariamente dijeron que sí... Muchos de ellos habían estudiado en Granada antes. Y a las personas del Pueblo de Dios tampoco les importó mucho. De hecho, ello están todas las semanas aquí, en distintas parroquias. Entre el rector del seminario y el vicario de pastoral les designan unas parroquias para que vivan unas experiencias diferentes: parroquias pequeñas, grandes... Tienen un diseño de lo que tienen que hacer. Ellos mismos dicen que nunca han estado tanto en la Diócesis como ahora, pero bueno, yo no quiero entrar en polémicas...


Acabamos de ordenar a dos sacerdotes, ha habido incorporaciones nuevas al seminario... ¿Contento? ¿Optimista? ¿Hace falta más porque seguimos cortos de vocaciones?

En esto del seminario siempre hace falta más, porque a la hora de nombrar párrocos te las ves y te las deseas... Pero bien. Han entrado cuatro nuevos, dos el curso pasado y dos en este curso. Y de hecho lo solicitan más: yo me he entrevistado con jóvenes y algunos adultos que quieren entrar en el seminario y lo he desestimado después de hablar con ellos; si no, tendríamos siete u ocho seminaristas nuevos. Pero creo que tenemos que cuidar mucho quién entra y cómo entra... Estoy contento, y los chavales también, que es lo que me importa.


Desde Roma lo que acaba de llegar con cierta polémica es Fiducia Supplicans, esa declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe que plantea la posibilidad de bendecir a “parejas en situaciones irregulares” como homosexuales y divorciados. ¿Cómo explicamos este movimiento desde la Iglesia? ¿Cómo explicamos este movimiento desde la Iglesia?

La Iglesia toma decisiones y los demás, te guste o no, obedecemos. A unos no les ha gustado, a otros les ha gustado más, otros llevan haciéndolo toda la vida... Hay muchos tipos de bendiciones. Por ejemplo, en algunas dices 'Yo te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo...'. Yo. En otras dices 'El Señor te bendiga'. El Señor, efectivamente, por medio de nosotros, puede bendecir a quien quiera. 


La bendición, y lo dice bien el texto (hay que leerlo bien) no es un sustituto del sacramento y, además, hay unas condiciones de cómo debe ser la bendición, está todo claro. Si bendecimos a gatos y perros el día de San Antón, tú me dirás si no puedes bendecir a personas... Lo único es que hay que intentar que eso no parezca una boda supletoria, que no lo es. El Señor bendice a su pueblo con la paz, y la paz del corazón la necesitamos todos.


¿Cree que esto se ha entendido? A una parte de la sociedad le parece poca cosa y para otra es toda una traición a la tradición. 

Mira, aquí tenemos que fiarnos del Señor, del Papa y del Espíritu Santo. Y los cambios son siempre duros. Yo me acuerdo cuando dijeron que no era necesario que las mujeres llevaran velo en las iglesias. Se armó un pitote... Y algunas siguieron con el velo, otras no... O cuando las mujeres no podían entrar sin medias o calcetines. Estas historias no tienen nada que ver con la bendición, pero crearon unas polémicas... O cuando se dijo que los indios no tenían alma, con una disputa enorme en España entre teólogos, y eso sí era más importante que una bendición. O cuando se quita la esclavitud... Se veía algo normal, se veía cómo Dios había dado la potestad a algunos de tener esclavos. 


Creo que hay que obedecer, y segundo hay que asimilar, fiándote de los que lo han hecho. A veces te pones a ti mismo en un pedestal, y nos creemos que tenemos nosotros toda la razón, y eso es malo. El ser de Cristo es totalmente diferente, y cuando perdona a la pecadora en medio del círculo, le dio un disgusto a los fariseos. Y las actitudes farisaicas, aunque no haya fariseos, existen. 


De hecho, hay un sacerdote almeriense que ha anunciado públicamente que él no dará estas bendiciones. ¿Usted le recomendará al clero que lo hagan?

Es que tienen que hacerlo. Otra cosa es que te escaquees.. Sé de gente que me ha pedido una bendición y posiblemente viva en una situación irregular y yo no me lo he preguntado y se la he dado, en la puerta de la Catedral. Y me ha pasado más veces. Yo no voy a negar la bendición de Dios a nadie, porque yo creo que ayuda. Nosotros mismos nos bendecimos a nosotros mismos cuando cogemos agua de la pila al entrar en la iglesia. Pero eso es un recuerdo de las promesas del bautismo. Y después el cura, al final de misa bendice a toda la gente. A todos. Bendecimos rosarios, imágenes, estampas... Y bendecimos animales, coches...


Cuando uno bendice un animal, bendices la creación de Dios. Bendecir es 'bien decir'. Digo a Dios 'bendito seas, Señor'. El lenguaje es muy importante.


No se bendice la unión, se bendice a las personas...

Para que el Señor les ayude. Pero igual que cuando bendices objetos, la gente piensa lo que quiere. Eso de la bendición hay que regularlo, para todo. Tenemos que ver para qué bendecimos y por qué. 


Estamos en pleno Año Santo y en 2024 se cumple el quinto centenario de la Catedral. ¿Cómo espera que repercuta en la ciudad y en la provincia el Año Santo?

Ya está repercutiendo. Hay muchos grupos que vienen a la Catedral a celebrar el Año Santo y eso es muy importante. Ayer estuve con el Instituto Entresierras de Purchena, con muchos chavales, que me hicieron muchas preguntas. Fue muy bonito, estaban habladores.


Si pudiera mandarle una carta a los Reyes Magos, ¿qué les pediría para la Diócesis?

Hace mucho que no escribo una carta a los Reyes Magos, pero cuando rezo por las mañanas sí que le pido al Señor que vivamos en paz. La tolerancia es entre dos piedras, pero es necesaria para sostener un edificio. Tolerancia es una palabra de arquitectura. Esa tensión es necesario que afloje y yo pediría eso, porque viviríamos bien todos: los que creemos en Dios y los que creen en su política y los que no creen en nada. Es lo más necesario para vivir esponjados, tranquilos, en libertad.


Esta última semana ha estado con presos de El Acebuche, en Íllar, en un concierto de ucranianos en Santa Teresa... ¿Qué le queda por hacer?

Mucho. Hablo con mucha gente, acabo agotado, pero a la mañana siguiente estoy nuevo. A la cárcel a celebrar la Navidad, a Laujar, Misa del Gallo, Navidad en la Catedral, el Pendón, la misa mozárabe en San Juan... No sé, me quedan muchas cosas por hacer. Tengo pueblos aún sin visitar, cortijadas, hay fiestas a las que no he podido ir. Por ejemplo, la parroquia de San Sebastián cumple 350 años y por la mañana estaré en Fiñana y por la tarde aquí. Hay muchos San Sebastián, muchos San Antonio y no da tiempo a visitar todos los sitios.


Una de las primeras cosas que hizo al venir a Almería fue visitar un poblado chabolista y ahora Europa ha endurecido las condiciones para refugiados. ¿Le duele especialmente?

Sí, aunque yo comprendo que es difícil recibir a gente en tu casa sin conocerla de nada. Estuve en Marsella, en el Encuentro con los Jóvenes del Mediterráneo y había musulmanes, cristianos de todo tipo, judíos... Ellos hablan de esperanza. Ellos no quieren venir a Europa. Los que se van es porque no les queda otro remedio, porque no hay futuro. Pero quieren que sus naciones surjan, y tampoco les dejamos, y hay que decirlo todo. Creo que los brazos hay que tenerlos abiertos siempre. Si todos nos ponemos en el lugar del otro, hablaríamos distinto. 


Hablando de aquella visita... ¿Podríamos llegar a fantasear con una visita del Papa a Almería?

El problema no es venir a Almería, el problema es que eso implica visitar a los reyes, al presidente del Gobierno.. Si él pudiese venir un día a Almería, lo haría porque le encanta lo que hay, el trabajo que se hace con emigrantes, el boom económico que ha vivido una de las provincias más pobres de España. Y lo conoce bien. Todo es posible, pero no creo que suceda.


¿Con la crisis de fe que hay actualmente qué hacemos?

La crisis de fe la ha habido siempre, lo que pasa es que se ve más. Cuando era pequeño, recuerdo que en mi pueblo había mucha gente que no iba a misa. Y se les señalaba. Pero la crisis de fe... La fe es un don de Dios: el que lo pide lo consigue, y a veces no; y el que no lo pide no lo consigue, y a veces sí porque le llega un rayo. No creo que haya mucha crisis de fe, sí que hay menos participación en las celebraciones.


De hecho, en la última campaña de la declaración de la renta han aumentado tanto la cantidad como el número de declarantes que dan su 0,7% a la Iglesia.

Pero eso es pan para hoy y hambre para mañana. La mayoría de la gente que pone la X tiene más de 50 años. Los jóvenes no están muy sensibilizados. 


Algo que ha marcado especialmente este 2023 es el Sínodo, ¿qué balance hace?

El Sínodo es abrir una ventana, como el Concilio Vaticano II. La historia sinodal es muy antigua. Cuando no se ha hecho caso al Pueblo de Dios, el Pueblo de Dios actúa por su cuenta, luego es mejor hacer caso y escuchar. Creo que ha estado más ilusionado el Pueblo de Dios que el resto de personas... Ha habido de todo, porque a la Iglesia también le pasa que estamos demasiado tranquilos con nuestras cosas y nos ha pillado por sorpresa.


En 2023 Sínodo y en 2025 Año Jubilar. ¿Cómo lo vamos a preparar en Almería?

Lo primero que he hecho ha sido crear un equipo para el Año Jubilar, un consejo donde haya laicos, sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos... Son los que tienen que centrar todo lo que se le vaya ocurriendo a las parroquias y demás, porque somos todos muy creativos y es necesario que aunemos esfuerzos para que sea un esfuerzo de la Iglesia, no una acción de mi parroquia o de mi grupo. En eso estamos bastante fragmentados. 


El lema de ese Año Jubilar es Peregrinos de Esperanza y la Esperanza de Málaga irá a Roma. En Almería hay dos Esperanzas y en la provincia más. ¿Si se propusiese una procesión extraordinaria lo vería con buenos ojos?

Procesiones creo que tiene que haber las que hay y ya está. Cuando hacemos extraordinarias o magnas, la Semana Santa pierde y gana el que sale solo fuera de tiempo. En la Iglesia todo es pedagogía y no podemos atosigar con muchas cosas ni hacer de lo extraordinario algo habitual. Pero no lo sé. Todo eso lo hablaremos en el consejo y lo que me digan lo haremos. 


Otro gran tema de este año ha sido el de los abusos sexuales, con el informe del Defensor del Pueblo y ahora el de Cremades. ¿Se acabará algún día esa lacra?

Espero que se acabe, pero el ser humano hace lo que le da la gana. Lo que hay que hacer es educar, eso es lo primero. Y educar en los seminarios también. Y el que tenga un problema de este tipo, no debería ser cura, o religiosa o religioso o profesor. Si alguien tiene un problema de ese tiempo, se tendría que retirar. Puede ser que baje, pero ya ves que la gente no se asusta: llevamos años con esto y siguen surgiendo casos. Gracias a Dios no hay la impunidad de antes.


En el informe del Defensor del Pueblo aparece un caso antiguo de La Salle y otro reciente de las Jesuitinas...

Salimos mal parados en cuanto haya un caso. Pero desconozco estos casos y no me he metido por que ahí las Oficinas de Protección del Menor tanto de La Salle como de las Jesuitinas han actuado y lo gestionan ellos.


¿Cree que hay que reparar el daño de forma económica? ¿Solo la Iglesia?

Me parece que han puesto el microscopio en la Iglesia y, por los números, se sabe que el problema es mucho más grande y nadie dice nada. Y en la Iglesia sí que nos hemos puesto a trabajar en ello, desde Benedicto XVI e incluso antes, ya con Juan XXIII. Hay que reparar, pero la sociedad también debe reparar. Y yo no sé cómo.. ¿Lo que diga el juez? ¿Cuál es la valoración? ¿Cuánto vale el daño hecho?


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