Aquí hay que dar la cara por el gremio pesquero, aunque a veces te la partan

El día que LA VOZ publicó que una mujer mandaría en los pescadores de Almería, su teléfono echaba humo: no hay precedente en Andalucía. E

Mari Angeles Cayuela, armadora del Nuevo Anamar, en la lonja de Almería
Mari Angeles Cayuela, armadora del Nuevo Anamar, en la lonja de Almería
Manuel León
01:00 • 06 may. 2015

Por primera vez en la historia de la vieja bahía almeriense, desde Portus Magnus a Bayyana, una mujer está al frente del colectivo de armadores y pescadores, un sector masculinizado en el que irrumpe sin complejos.




Abogada con tacones de día y pescadora con  botas de agua de tarde.
Así es,  no tengo complejos, tengo doble personalidad, pero el mar ha sido y es mi vida. He nacido en Pescadería, mi padre era patrón del Santa Marta y mis abuelos salaban el pescado.




Pero todo son hombres en la lonja.
Ahora no, ahora bajamos un grupo de mujeres, que tomamos el relevo de Maruja la Coneja, que rompió el tabú, y mi madre Antonia. Ahora ya todo es más normal, aunque al principio nos daba vergüenza. Somos un grupo que llevamos las cuentas de los barcos, la administración de la tienda online del Barco a la Mesa. Están Ana María Belmonte, Maricarmen Ballart, que se embarca como un hombre, Maruja hija y otras como Piedad y otras del trasmallo.




¿Alguna vez te has llegado a enrolar en un barco?
Me he embarcado muchas veces, claro que sí en arrastre, ayudando como un hombre a la gamba, con las puertas, con la maquinilla y el copo.




Pero estudiaste también derecho.
Soy de la tercera promoción de la UAL. Soy la única persona de mi familia que ha ido a la Universidad, aunque eso no es ningún mérito. He sido siempre mu buena estudiante, desde que iba al Marqués de Valterra y en el Nicolás Salmerón. Me acuerdo de doña Vicenta, profesora de historia, y en la UAL, Jesús Gázquez.




Cuánto tiempo llevas ejerciendo como abogada.
Trece años con mi despacho en la Avenida Santa Isabel, estoy especializada en derecho penal y además hago turno de oficio, me gusta, soy una sufridora, no lo puedo evitar. No aspiro a hacerme rica ejerciendo, solo quiero vivir y pagar las facturas.




¿Cuál es tu función en la lonja?
 Espero a que venga mi barco que patronea mi hermano. Reviso la venta y los suministros, hielo, gasóil. Cada quince días hacemos la liquidación.




¿Cómo decidiste presentarte a presidenta de los armadores?
No lo había pensado, pero sí es cierto que el grupo de mujeres renegamos mucho a José María Gallart, por las inspecciones, por las paradas por certificados y bueno, me dijeron, ¡preséntate y así no reniegas!
No se te ve una persona de despacho
Yo soy una más, los pescadores me ven ahí con ellos cogiendo el pescado, con los mismos problemas.


¿Qué reacción ha habido en el gremio?
Entre los pescadores mayores ha habido más disparidad de opiniones. Alguien también me ha dicho:“no tenías que haberlo hecho, porque tu no tienes enemigos aquí, y ésto es muy peligroso”, pero yo le dije, pero entonces qué hacemos. Yo no cobro de ésto.


¿Es un cargo conflictivo?
Hay que generar confianza, hay que dar la cara aunque te la partan, este sector necesita mucha ayuda. Si veo que me dicen que no funciono, lo dejo y ya está.


¿Qué ha aprendido en este oficio?
He aprendido sobre todo cuando he salido a otros puertos. Hace poco estuvimos el Santander, a un congreso nacional de mujeres pescadoras y nos dimos cuenta de que somos minoría. En el norte existen marisqueadoras, marineras, rederas, somos una gota, unas pringaíllas al lado de las mujeres gallegas.
¿Cuáles ves como los problemas más acuciantes de la pesca en Almería?
Yo tengo 41 años y empecé a bajar al muelle de pequeña y siempre he visto problemas viejos, con solución fácil pero que el día a día lo hace muy difícil. Nos hacen perder muchos días y la Administración no nos ayuda. Las inspecciones son continuas, como si fuéramos delincuentes, el botiquín, las inspecciones médicas etcétera.


¿Y los precios?
Se han recuperado entrecomillas, pero tenemos que pensar en comercializar y darle valor al producto. Pero las tasas por poner un local cuesta más que en el Paseo de Almería. Así no se le puede dar vida al puerto pesquero.


¿Habrá más desguaces?
La flota ya se ha adecuado a las necesidades, ya no quedan barcos por desguazar.


¿Y paro biológico?
Sería necesario para recuperar los fondos, varar y pintar el barco y arreglar los papeles, pero si no hay una ayuda, no podemos parar por nuestra cuenta.


¿Algún proyecto?
Queremos hacer un Museo de la Pesca en el Puerto y lo queremos lograr una vez que nos han metido por fin en el Grupo de Desarrollo Pesquero, que no estábamos.



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