Seis pescadores salvan la vida a 64 personas en el naufragio de una patera

La lancha reventó en alta mar y los inmigrantes, entre ellos mujeres y niños, cayeron al agua

Javier Pajarón
07:00 • 16 oct. 2018

A 35 kilómetros de la porción de tierra más cercana, la Isla de Alborán, los balones de la lancha neumática reventaron sin previo aviso y los inmigrantes quedaron bloqueados por el pánico entre la espuma. La mitad de los navegantes se sumergió en el agua fría, mientras el resto peleaba por sostenerse a los últimos suspiros de aire contenidos en la goma. Y allí, en oscura inmensidad  del mar azul, aparecieron los brazos solidarios de la tripulación del Mi Lalita. 




Luis Iborra ‘El Chinorro’, Juan Baena, José Francisco Iborra ‘El Pocarropa’, Jesús Pérez ‘El Monillo’, Ícaro Morata y Juan Antonio Rodríguez ‘El Arrascones’ salvaron el mediodía del viernes a 64 inmigrantes subsaharianos de una muerte segura en las aguas de Alborán. Supervivencia. La ley del mar por encima de las fronteras. “Nos topamos con ellos mientras levantábamos el arte. Iban muy justos. Llamamos a Salvamento Marítimo, pero nos dijeron que estaban muy saturados, así que decidimos quedarnos a su lado”, recuerda ‘El Chinorro’.




“Era un pegote de personas en una barca de solo ocho metros de eslora, solo se veían cabezas. Estaban agotados. Les lanzamos todas las botellas de agua y comida mientras esperábamos a Salvamento Marítimo. Entonces la lancha reventó y tuvimos que actuar”, explica el patrón del barco roquetero. Seis marineros se repartieron las labores de auxilio, mientras decenas de inmigrantes se alejaban en todas direcciones arrastrados por las corrientes. “Tenían cámaras de ruedas como chalecos y les tiramos todas las boyas para que se aguantaran”, añade ‘El Chinorro’.

El rescate
“Antes de caerse al agua se echaron encima las garrafas de gasolina, creo que para intentar protegerse porque habían visto las aletas de los calderones y creo que pensaban que eran tiburones, aunque aquí no hay quitando alguna tintorera de vez en cuando”, describe la escena.  El rescate se realizó a contrarreloj. Algunos inmigrantes estaban ya a 200 metros.



No dudamos ni un momento. Fue todo muy rápido, abrimos unos portalones que están a un palmo del agua y que usamos para subir el pescado, y empezamos a rescatarlos. Entre los náufragos había tres niños de apenas tres y cuatro años de edad y ocho mujeres. “Si estas criaturas no se cruzan con nosotros habría sido una muerte segura”, indica el marinero roquetero, con cuatro décadas de experiencia en el mar.




La intervención se produjo el mismo día que Salvamento Marítimo rescataba a los ocupantes de una embarcación con tres cadáveres y, al menos, 18 desaparecidos. El mar estaba en buen estado, aunque los navegantes había soportado una noche de intenso viento y oleaje. “No sé cómo llegaron hasta donde estábamos, con el motor que llevaban y tanta gente en la lancha tuvieron que tardar unas 20 horas por lo menos”, explica ‘El Chinorro’.




Los marineros almerienses se emplearon como si un barco profesional de rescate se trataran. Actuaron rápido, protegieron a los niños, que también cayeron al agua, y alzaron a los náufragos hasta la cubierta principal a la espera de refuerzos. “Cogí a una niña pequeña y le puse un chaleco salvavidas de otros de los inmigrantes”, señala otro de los marineros de Mi Lalita.

El peligro
Los tripulantes sacaron del agua a más de 40 personas, mientras el resto consiguió mantenerse durante unos minutos sobre la goma. “Tuvimos que taparlos con nuestras mantas porque estaban congelados de frío. Los niños no sabían ni dónde estaban”, continúa Luis Iborra. “Cuando estaban a bordo nos daban las gracias, aunque solo nos comunicábamos por señas”.




El Chinorro conoce muy bien este mar y sus peligros. “No saben donde se meten, las mafias los mandan a una muerte segura”, lamenta en alusión a las pateras. “Somos nosotros que conocemos el mar y, aún así, estamos siempre liados con el parte... imagínese ellos. Si les coge un temporal como el del sábado, no habría quedado ninguno”. La tripulación del  Mi Lalita, de 14 metros de eslora, prestó los primeros auxilios y colaboró en el transbordo a la patrullera que alcanzó las coordenadas de la alerta unos minutos más tarde.




Luego, conscientes de que salvar la vida a 64 personas no les libraría de la faena, terminaron de calentar la olla puchero y se sentaron a comer como cada día, con la sencillez trabajadora del deber cumplido. “Algo hemos hecho”, sonríe satisfecho Luis Iborra ‘El Chinorro’.


Temas relacionados

para ti

en destaque