Todavía quedan muchas horas de verano que disfrutar. Ya sea haciendo turismo, visitando otros pueblos o yendo a la playa, siempre hay momentos en los que apetece buscar algo de paz y descansar, lejos del bullicio y de la rutina.

Entre todo lo que puede ofrecer Almería y sus pueblos, la apertura de un nuevo bar de vinos en pleno Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar destaca por encima de otros muchos lugares. 

Ubicado entre eucaliptos centenarios, 'Fraile' es un bar de vinos que abre sus puertas en el Parque La Molina, en San José, y que ofrece una experiencia distinta a la habitual. 

La elección de este enclave no es casual: San José es uno de los pueblos más emblemáticos de Cabo de Gata, un destino en el que confluyen playas de ensueño, senderos naturales y una oferta cultural y gastronómica que cada verano gana más adeptos.

Con tan solo un vistazo rápido se percibe que el objetivo es el de acercar al cliente a una experiencia en la que el vino cobra protagonismo absoluto. 

Su carta, en lugar de enumerar las tapas clásicas, despliega una cuidada selección de vinos naturales, elaborados sin sulfitos añadidos, con fermentación espontánea y salvaje, y bajo el criterio de mínima intervención. 

Pero ningún vino estaría completo sin un buen acompañamiento, y ahí 'Fraile' también marca la diferencia. Su propuesta gastronómica se compone de productos locales y de proximidad: embutidos y quesos artesanos, conservas selectas, pan de Níjar recién horneado o las siempre reconocibles patatas tijoleñas. 

Opciones sencillas, pero de calidad, que permiten realzar el sabor de cada copa. La mayoría de los clientes suelen inclinarse por la tabla de quesos o de embutidos, un clásico que nunca decepciona cuando se trata de maridar con un buen vino.

El espacio también está pensado para el momento del día en el que abrir sus puertas tiene más sentido. 'Fraile' recibe a los visitantes de miércoles a domingo, de 19:30 a 1:00 horas, un horario que evita las horas de mayor calor del verano y que invita a disfrutar de un atardecer sosegado, justo cuando la luz comienza a suavizarse y la brisa del mar envuelve el ambiente.

Sentarse bajo la sombra de los eucaliptos, copa en mano, mientras se comparte conversación, convierte la visita en una experiencia que va más allá de lo gastronómico. Es una manera de descubrir un Cabo de Gata distinto, más íntimo, en el que el vino se convierte en un compañero perfecto para saborear la esencia del verano almeriense.