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Los veinteañeros que cocinan 1.400 tiramisús al mes: Misu solo tiramisú para llevar

Abren el primer tiramisú para llevar de Almería utilizando la receta de la mamma

Marlene y Matteo en la puerta de su negocio en Plaza San Pedro.

Marlene y Matteo en la puerta de su negocio en Plaza San Pedro.La Voz

Melanie Lupiáñez
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Marlene y Matteo se conocieron en Irlanda, trabajando en la hostelería. Ella, una almeriense graduada en Filología Inglesa; él, un romano que desde los 16 años sabe lo que es llevar una bandeja. Todo sucedió muy rápido —dicen ellos—: solo dos años después encontraban su local en la Plaza de San Pedro. La pareja tenía claro que quería tener su propio negocio.

Llevan un par de meses abiertos y, en verano, se trasladarán durante cuatro semanas a Trezemarket, en Rodalquilar. Su tiramisú es único: pensado para llevar, compartir y regalar, con una carta de cuatro sabores fijos y una especialidad sin gluten.

¿Cómo nació la idea de abrir Misu?

Él: La idea surgió de los negocios que ya existen en Italia, donde hay locales dedicados exclusivamente al tiramisú. Pensamos: ¿por qué no traer ese concepto a Almería? Apostamos por algo que aquí no existía.

Ella: En un principio queríamos montar una tienda de pasta para llevar, pero por complicaciones técnicas cambiamos de idea. Fue una decisión muy meditada, pero el tiramisú fue la clave.

¿Cuál es el concepto principal de Misu?

Él: Es muy claro: postres únicos, de calidad, y exclusivamente para llevar. No tenemos mesas. La gente viene, compra, se lo lleva a casa o lo regala.

Ella: Queremos que sea algo especial, no solo un dulce más. Cuidamos la imagen, la experiencia y los sabores.

¿Qué sabores ofrecéis?

Él: Tenemos siempre cuatro sabores fijos: el clásico, pistacho, fresa y Oreo. Cada mes introducimos uno o dos sabores nuevos. Si funcionan bien, se quedan. Y también opciones sin gluten.

Ella: El mes pasado, por ejemplo, hicimos uno con Nutella y otro con licor Amaretto y cerezas. Buscamos innovar pero sin alejarnos de la receta original italiana.

¿Qué hace especial a vuestro tiramisú?

Él: Usamos una receta muy cuidada, como las que encuentras en Roma, la receta de mi madre. Hay clientes que nos dicen “esto me ha recordado a Italia”. Eso nos llena de orgullo.

Ella: Aunque añadamos sabores, la base nunca se cambia. Ese equilibrio lo respetamos mucho.

¿Cómo fue el proceso de encontrar el local?

Ella: Complicado. Buscamos muchísimo, incluso hicimos fotos a cada cartel de “se alquila”. Tuvimos problemas con el primer local, y este casi no lo consideramos, pero al final fue el indicado.

¿Habéis enfrentado obstáculos por ser jóvenes?

Él: Sí, a veces hay desconfianza. Pero al final, si haces bien las cosas, se nota. Hemos trabajado mucho, investigado, leído sobre negocios, marketing, diseño…Nos hemos metido en un préstamos y nos pedían muchos estudios y previsiones, que hemos superado porque tampoco sabíamos. Además sólo llevamos dos meses abiertos hay que ir viendo.

¿Qué trayectoria teníais antes de abrir Misu?

Él: Fui camarero y coctelero, sobre todo en Irlanda. Nos conocimos allí y decidimos emprender juntos.

Ella: Soy profesora de inglés, pero siempre quise tener algo mío. Teníamos muchas ideas en común, y este proyecto fue el camino. De hecho por las tardes trabajo en una academia de inglés y lo único que quiero es estar aquí. Como cuando te dicen que si el trabajo te gusta no es trabajo, pues eso es lo que siento.

¿Cómo gestionáis el marketing y redes sociales?

Ella: Al principio lo hacíamos nosotros, ahora trabajamos con dos chicos de Almería que están empezando. Queremos apoyarnos entre emprendedores jóvenes.

Él: Las redes son claves. Hay vídeos virales en TikTok e Instagram que nos han traído muchísimos clientes.

¿Planes para verano?

Ella: Vamos a participar en un evento llamado 3D Market en la costa. Estaremos allí cuatro semanas vendiendo tiramisú y también algún postre nuevo.

¿Qué público tenéis?

Él: Más adultos de lo que esperábamos. Gente entre 25 y 40 años. Muchos vienen a comprar como regalo o postre especial.

¿Cuántos tiramisús llegáis a vender?

Él: El mes pasado más de 1.400. Superamos nuestras previsiones iniciales. Empezamos con miedo, pero funcionó muy bien desde el principio.

Proust, en su famoso experimento con la magdalena, demostraba la asombrosa capacidad que tienen los sentidos —en este caso, el gusto— para trasladarnos a un instante preciso, para escarbar en lo más profundo de la memoria. Así ocurre con el tiramisú: ese postre que, según la sabiduría popular, nació en un lupanar como aliento para los clientes entre asalto y salto, y que con el tiempo se ha convertido en el santo grial de la repostería italiana.

Más que un simple dulce, el tiramisú es un pasaporte sensorial que nos devuelve a una Italia idealizada: la de la cocina de la mamma, del espresso recién hecho, del mantel a cuadros. Su aparente sencillez esconde un equilibrio sutil de texturas y sabores; es un postre que requiere talento en su preparación y respeto en su ejecución. En boca, es suave, delicado, pero lleno de carácter: como un recuerdo que se disuelve lentamente, dejando una huella profunda.

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