Tras casi 75 años con las puertas abiertas de par en par para recibir a diario a decenas de almerienses y visitantes, uno de los restaurantes más emblemáticos de la provincia de Almería echa el cierre para siempre.

Un bar que levantó la persiana en 1952 y por el que han pasado varias generaciones de una misma familia para mantener intacta su esencia y hacer del municipio de Berja un referente gastronómico con solera.

Y es que el próximo 30 de mayo Casa Cahete cerrará sus puertas para siempre. Esas puertas que guardan en su interior las historias de familias enteras y de los amantes de la cocina clásica, quienes durante décadas han podido disfrutar de los placeres propios de la cocina tradicional y de un ambiente único en la provincia y, a buen seguro, en el resto del país.

Porque hablar del Cahete es hacerlo de tradición y de conservación de un establecimiento de hostelería singular en el que las patatas al ajillo, el arroz con caracoles, el choto o el lomo con ajos alcanzan la excelencia envueltos en un decorado diferente a lo que se puede encontrar en cualquier otro restaurante.

Porque el Cahete conserva en sus paredes los alicatados de décadas pasadas, techos de gran altura de los que cuelgan ventiladores y unas sillas y mesas de madera y de hierro que han acogido a varias generaciones de comensales, así como ha personalidades de la talla de Fran Rivera, el Padilla, Manolo Escobar o Emilio Butragueño, que siempre han sido recibidos por un buen pan y un trozo de sobrasada.

Sin olvidar las que si junto a sus platos sus grandes atracciones. Sus baños de una época muy remota y que causa asombro a quien lo visita, su lavabo entre las mesas y una máquina de tabaco que aún conserva los precios en pesetas.

Abierto en 1952 por Antonio Rodríguez en el número 15 de la antigua Plaza de Abastos de Berja, ahora conocida como la Plaza Porticada, después pasó a ser llevado por sus hijos Antonio y Pepe y durante los últimos años ha sido Encarna García, viuda de Pepe Rodríguez, quien ha mantenido junto a sus hijos la excelencia de su cocina tradiciona. Ahora, alcanzada la jubilación, Encarna baja para siempre la persiana de un local que comenzó como bodega, después fue una casa de comidas y ahora se despide como un restaurante único y singular que acapara elogios. Un auténtico referente que cierra para siempre.