¿Quieres una cena romántica?: el 'riad' marroquí en el corazón de Almería
Amor con sabor a canela y jazmín en la jaima del centro

Plato de ternera del restaurante Al-Jaima.
Lo que empezó como una apuesta arriesgada de reserva para San Valentín, acabó siendo una de las cenas más interesantes y románticas que he pasado con una persona.
Y digo apuesta arriesgada, no por el hecho de no conocer la calidad de este establecimiento de la capital, que en honor a la verdad, no visitaba desde hace una década, sino por el mero hecho de que, puedes imaginar que todo el menú va estar eclipsado por una montaña de cuscús para cenar. Y nada más lejos de la realidad, ya que el este plato marroquí, emparentado con nuestras migas, ni estuvo ni se le esperaba.
Más allá de esas pequeñas dudas, este local del centro de Almería tiene todos los elementos para convertir una noche en una velada romántica de cinco estrellas: local, atmosfera, afluencia y sobre todo, la calidad y sabor de sus platos que hacen que el comensal esboce una sonrisa placentera a cada bocado.
Un riad iluminado por un 'solete'
A pesar de estar ubicado en una de las calles con más vida hostelera del centro de Almería y haber sido galardonado con un Solete de Repsol, el restaurante tetaría Al-Jaima, especializado en gastronomía marroquí, rara vez aparece en las típicas conversaciones sobre dónde ir a comer.
Tal vez su enfoque como restaurante, en lugar de un establecimiento de tapas o pinchos, lo aleje de esas opciones más espontáneas. Sin embargo, quienes cruzan sus gruesas puertas de madera y se adentran en esta casa antigua de la calle Jovellanos, dejándose envolver por el verde esmeralda y el marrón de la loza de sus suelos, saben que han entrado en un lugar mágico y enigmático. Un riad en el corazón de la ciudad.

Imágen del interior del Restaurante Tetería Al-Jaima.
El menú cerrado de 40 euros que Mostafa Jazouli Benhlima y su equipo de cocineras diseñaron para la noche más romántica del año constó de cuatro pases: ensalada, entrantes, plato principal y postre. En cada uno de ellos se apreciaba la esencia de la cocina marroquí, marcada por el equilibrio entre los sabores dulces y salados característicos del país norteafricano.
La velada del 14 de febrero en Al-Jaima fue íntima: solo 12 comensales. Diez mesas, elegantemente montadas, se distribuían bajo una luz tenue que envolvía el local en un aire de exclusividad, como si cada detalle hubiera sido dispuesto solo para ellos. Silencio, magia y un festín.
Cada bocado, un cuento de Las mil y una noches.
La ensalada, servida en un colorido plato hondo, combinaba lechuga, tomate y frutas, realzadas con toques característicos del Mediterráneo oriental: jugo de limón, queso feta y granos de bulgur. Un bocado fresco que preparaba el paladar para los matices dulces y terrosos del agua de azahar y los frutos secos.
Un vaso más de vino blanco y el hubz (pan) casero, horneado por la chef Amina y su ayudante Yamina, marcan el preludio de una selección de briwat de marisco, pollo y verduras.

Surtido de 'briwat' de marisco, pollo y verduras del restaurante Al-Jaima.
Estos pequeños bocados, fritos en pasta filo, encierran toda la riqueza de especias y aromas marroquíes, convirtiéndose en relatos distintos de Las mil y una noches. Cada uno de ellos es una sorpresa que se desvela a medida que se prueban. Desencadenantes de besos y caricias.
Mostafa Jazouli cuida cada detalle para que la experiencia en su casa sea lo más satisfactoria posible. Su hospitalidad, máxima de la cultura marroquí, es evidente en cada gesto.
Si en una cena de menú cerrado un comensal no come carne, pero tampoco es vegetariano, Mostafa, como un auténtico genio de la lámpara maravillosa, le dedica una sonrisa, se retira discretamente y regresa con la solución perfecta. "Hemos tenido suerte. Va a comer un lenguado".
Mientras los comensales aguardaban el plato fuerte, el cantautor César Maldonado ponía banda sonora a la velada con su guitarra y su voz. En una mesa imaginaria reunía a un selecto grupo de cantantes del amor —Serrat, Juan Luis Guerra, José Alfredo Jiménez, Rocío Dúrcal, Antonio Vega o Pau Donés—, tejiendo con sus propias letras y melodías una atmósfera aún más íntima.
El plato fuerte
La ternera y el lenguado se presentaban en la mesa sobre platos decorados. Bañados en una salsa dulce con tonos de jazmín y salpicados con semillas de ajonjolí, llegaban acompañados de ciruelas y una pera confitada con canela y un huevo de codorniz, una combinación que equilibraba a la perfección cada bocado. El 'hubz' pronto se hizo escaso ante la irresistible tentación de mojar el pan en la salsa.

Tarta de queso con pastas marroquíes del restaurante Al-Jaima.
Al llegar a los postres, César Maldonado concluía su repertorio brindando por el amor y por los 12 afortunados que compartíamos esa noche en Al-Jaima. Una tarta de queso casera, acompañada de pastas marroquíes tradicionales y un vaso de té, representaban el cierre perfecto de la velada. Un símbolo claro de la fusión cultural que caracteriza a Mostafa: marroquí de origen, pero almeriense de corazón, quien ha sabido integrar su herencia con la calidez de su hogar en Almería. Al-jaima, un lugar donde se puede decir 'shukran', 'machallah' y disfrutar de las noches en rojo.