Almería se apagó de golpe y por unas horas volvió al pasado: sin semáforos, sin datáfonos, sin luces ni certezas. A mediodía del lunes, un corte eléctrico masivo dejó la ciudad en vilo, atrapada entre la confusión y la improvisación. Algunos buscaron efectivo, otros cerraron antes de tiempo, y muchos, simplemente, esperaron. Mientras tanto, en fruterías, bares, panaderías o quioscos, se acumulaban las dudas: ¿qué pasará con lo que hay en las cámaras?, ¿cuánto durará esto?, ¿cuánto nos va a costar? Estas son algunas de las voces de quienes vivieron el apagón.
Karolina Lewandowska
José Luis Gómez, profesor del IES Celia Viñas.
"Justo sobre las 12:30 fui a secretaría a hacer unas fotocopias, puse el papel y de repente se apagó todo. Al principio creímos que era cosa solo de nuestro edificio, pero cuando vimos que no volvía nos dimos cuenta de que era algo más grande. Luego, por los grupos de WhatsApp me fui enterando de que no había electricidad ni en Huelva, ni en Extremadura y que había sido un fallo masivo a nivel nacional. Llegada la noche, y viendo que el problema no se solucionaba, no me quedó otra que bajar al coche a escuchar la radio, cosa que otros compañeros han reconocido haber hecho también".
Karolina Lewandowska
Francisco Gutiérrez, profesor del IES Celia Viñas.
"En mi clase estábamos trabajando con ordenadores. Evidentemente, al irse la electricidad, tuvimos que parar la clase porque no tenía sentido que hiciésemos prácticas de informática sin ordenador. Salvo por eso, yo apenas me percaté del apagón ya que la actividad del centro pudo desarrollarse con normalidad pese a no haber electricidad. Hay ventanales por los que entra mucha luz, y no en todas las clases es necesario hacer uso del ordenador. El día transcurrió con bastante normalidad. Es verdad que me percaté de que esto era algo mayor cuando no pude utilizar el móvil, y por supuesto cuando salí a la calle y me di cuenta de que no funcionaban ni los semáforos".
Karolina Lewandowska
Alex Hosamo, estudiante de la Universidad de Almería.
"Estábamos en clase y de repente se le apagó la pantalla al profesor. No le dimos mucha importancia porque seguimos con la clase, pero nos dimos cuenta de que la luz no volvía. Después de eso me fui a casa. A los que tenemos clase en el turno de mañana no nos dijeron nada, pero es verdad que luego se cancelaron las clases de la tarde. Todo fue bastante tranquilo. Hoy hemos aprovechado que se han suspendido las clases para estudiar".
Karolina Lewandowska
Laura Carmona, enfermera del SAS.
"Yo justo había terminado de hacer una prueba endoscópica cuando se fue y volvió la luz. Fue como si saltaran los plomos, como una bajada de tensión. Al principio no le dimos más importancia. Luego, ya empecé a escuchar voces del pasillo que decían "vamos a apagar las luces que no nos hagan falta". Claro, ahí me enteré de que había sido un apagón. No obstante, pudimos trabajar perfectamente durante todo el día. Reaccionamos y nos organizamos de forma muy eficiente. De hecho, no hubo ninguna incidencia. El único momento en el que hubo más jaleo fue en el cambio de turno, porque varios compañeros tuvieron problemas para llegar hasta su puesto de trabajo por las dificultades ocasionadas por el tráfico. Aún así, trabajamos muy bien".
Karolina Lewandowska
Rocío Valenzuela, directora del Colegio Jesuitinas Stella Maris.
"En el momento del apagón nos mantuvimos en las aulas. No fue hasta las 13:30 cuando empezaron a venir algunos padres a recoger a sus hijos, tanto de primaria como secundaria. Cada vez empezaron a venir más y entonces decidimos actuar según el 'Protocolo de Evacuación'. Bajamos a todos los alumnos al patio, los dispusimos en filas por clases, siempre bajo la vigilancia de sus tutores y otros profesores. De este modo, cuando venían los padres, accedían al patio y recogían a sus hijos e hijas. Como he dicho, siempre estando los tutores al tanto. Además, pudimos mantener la actividad del comedor y las clases extraescolares, al menos hasta las 16:30, que fue cuando nos llegó el comunicado de que debíamos suspenderlas. Entonces, los padres que iban trayendo a sus hijos e hijas para acudir a sus clases, se les iba diciendo que ya no se iban a impartir más durante ese día. Hoy hemos recuperado la luz a las 09:00 de la mañana".
La Voz
Tony Fernández, periodista de la Cadena SER y La Voz de Almería.
"Yo, que vivo y como de la radio, ayer me sentía muy orgulloso de ella. Dijo el director Pedro Manuel que apagase el ordenador, y le obedecí, pero con la radio me hice el loco: totalmente, no la apagué", cuenta Tony Fernández, presentador del SER Deportivos Almería y periodista de esta casa. La Cadena SER lo acompañó todo el día con su programación especial y como jugaba el Almería por la tarde, al llegar a casa a mediodía se fue a por ella: "Mientras me comía un plato de acelgas del frigorífico con pan duro y me tomaba un café del grifo la radio del 'Papico' me tenía informado", narra, aludiendo al transistor que le dejó su suegro.
La Voz
Javier Romero, presentador del Hora 14 de Cadena SER Almería.
También Javier Romero alude a la radio horas después del gran apagón: "No falla. Un día importante es un día de transistores. La radio analógica se convirtió este lunes en el gran (y único) medio para estar informado sobre el apagón eléctrico", escribió orgulloso en su crónica 'El día de los transistores'. El periodista señala que el medio de las ondas no solo mantuvo informada a la población, sino que fue más allá: "Las voces amigas, que nunca fallan, estaban allí. Y eso les tranquilizó y les salvó de la desesperación".
La Voz
Alfredo Casas, presentador del Hoy por Hoy Almería, en Cadena SER.
"El día después del apagón es un día para hablar de radio y de cómo lo vivieron los almerienses".
Oxana Seliverstova
Tamara, encargada de tienda de Juguettos.
"Nosotros decidimos abandonar la tienda a las 16.30 horas. Tuvimos que cerrar la puerta manualmente, porque no nos cerraba de manera automática. Estuvimos pendientes toda la tarde por si tuviéramos que volver, pero la situación no lo permitió. Aunque no puedo hablar aún de pérdidas económicas en cifras concretas, está claro que hemos perdido mucho, ya que estamos en un periodo fuerte de comuniones en el que la gente regala muchos juguetes", cuentan desde la tienda.
Oxana Seliverstova
Rosana, trabajadora de uno de los Druni del Paseo de Almería.
"Ayer cerramos a las nueve y cuarto de la noche, pero lo llevamos bastante mal. Nos movíamos a oscuras y solo vendíamos productos de primera necesidad, sobre todo compresas y artículos de bebé, como potitos o pañales. Además, llevamos todas las cuentas a mano. Al final del día tuvimos también que echar la persiana manualmente".
Oxana Seliverstova
Pepi Velasco, de La Tiendecilla.
"Ayer lo llevé bastante bien. Al cerrar el centro comercial y supermercados como Carrefour, mucha gente se vino para acá. Vendí todo el pan, y la mayoría tiró de latas y conservas para poder comer”, cuenta Pepi, para después añadir: "Hoy, sin embargo, el apagón sí me está afectando más, porque el pan que traigo es artesano y los panaderos trabajan de noche. Pero bueno, tampoco es tan grave. Tengo un frigorífico lleno de embutidos, pero todavía no me he atrevido a abrirlo. Aquí todo es pequeño, también el frigorífico, así que si pierdo algo, no creo que sea mucho".
Oxana Seliverstova
Nerea, de la heladería Amorino Gelato.
"Nosotros, dentro de lo que cabe, hemos salido ilesos, porque tenemos una cámara frigorífica en la que mantenemos los helados antes de ponerlos en vitrina. La cámara está preparada para que cualquier fallo que dé se mantenga la temperatura durante dos días, sin necesidad de generador. Así que gracias a eso creo que somos de los pocos que nos hemos salvado de tener pérdidas notables".
Oxana Seliverstova
Mari Carmen Hermoso, del bar Bahía de Palma.
"Justo ayer era nuestro día de descanso, pero estábamos con la incertidumbre de qué iba a pasar con todo el género que teníamos en frigoríficos y congeladores", explica Mari Carmen Hermoso, propietaria del bar Bahía de Palma. "Afortunadamente, los congeladores parece que han aguantado bien, sobre todo porque no se han abierto. Pero los frigoríficos no han resistido igual, y con el calor, la situación se complicó". Ante la posibilidad de pérdidas, decidieron contactar con el seguro. "Apartamos todo lo que consideramos que ya no se podía aprovechar de las neveras. Nos han dicho que no lo tiremos, que vendrá un perito a valorarlo. Así que estamos esperando su visita para poder deshacernos de todo con garantías". Aunque aún no puede precisar el alcance económico del daño, reconoce que el apagón les ha perjudicado. "No puedo darte una cifra exacta ahora mismo, porque son productos muy variados, pero sí, ha habido pérdidas", afirma. Además, el bar no pudo abrir a su hora habitual. "Hoy hemos tenido que retrasar la apertura porque no se podía trabajar con los frigoríficos. Tocaba limpiar, organizar, revisar… y eso también ha supuesto perder horas de venta por la mañana".
Oxana Seliverstova
Juan, del negocio de trajes de la Calle de las Tiendas.
"Pasé el apagón como todo el mundo. Cerré el negocio y a casa, porque si no hay luz no hay negocio. No funcionaba nada, ni la luz, ni la caja... No podría calcular una cifra exacta, pero el cierre me ha reportado pérdidas, claro. De todas formas no me quedó otra que irme. Llegué a casa y me puse la radio. Volví a los tiempos de transistor y pilas. Estuve toda la tarde entretenido así".
Oxana Seliverstova
Francisco, un vecino de Almería.
"Ayer viví el apagón solo con la luz de las velas y la verdad es que me sentí aliviado cuando volvió la luz a la una y media de la madrugada. Esta mañana, sin embargo, siguen sin funcionar los móviles. Algo que me afectó también fue que el ascensor no funcionaba y tuve que subir a mi piso por la escalera, dejando mi carrito eléctrico en la calle, porque no podía subirlo sin ascensor, ya que vivo en un cuarto. Tuve suerte de que no me lo robaran. Durmió en el portal. Aparte de eso, en casa compramos velas y una radio, pero no quedaban ya aparatos... He aprendido que hay que tener una radio siempre en casa, por lo menos para escuchar las noticias y estar enterado".
Oxana Seliverstova
Manu García, tendero en una frutería de la capital.
"No nos afectó en cuanto a producto, porque lo teníamos todo fuera de las cámaras. Lo que sí nos preocupaba era volver a meterlo dentro sin saber cuánto iba a durar el apagón. Estábamos asustados", cuenta. "La gente se alarmó muchísimo. Parecía el confinamiento del COVID: sobre la una de la tarde, cuando salieron de trabajar, vinieron en masa a comprar. Fue una auténtica locura, tanto en la frutería como en la panadería de mi padre. Parecía el fin del mundo". A nivel económico, no han tenido pérdidas. "No hubo ningún problema, salvo que no se podía pagar con tarjeta. Todo tenía que ser en efectivo. Pero por lo demás, lo hemos vivido como todo el mundo: con miedo, sin saber si esto iba a ir para largo. Tuvimos que dejar la cámara abierta, porque si esto se alarga, se convierte en un horno. Al final, como ha durado pocas horas, ha salido todo bien. Pero si no, habría sido mucho peor".
Oxana Seliverstova
Trabajadora de la Heladería Alessandro.
"Se ha echado todo a perder en la heladería. Cuando pasó guardamos todos los helados, pero esta mañana hemos llegado y estaban todos derretidos. Cuando ocurrió nos quedamos esperando hasta las 16.00 horas, pero al ver que no volvía la luz decidimos cerrar, porque el producto se me venía abajo. Las pérdidas económicas podrían rondar los 2.000 euros, pero no lo sabemos con seguridad. Ahora mismo estamos haciendo de nuevo helado para ver si podemos abrir aunque sea con una sola vitrina esta mañana", cuenta la tendera.
Oxana Seliverstova
Fina Roldán, quiosquera del Paseo de Almería.
"He pasado el apagón en la calle porque al irse la luz, no podía bajar la persiana. Ahora que ha vuelto la luz, se me ha roto el motor y ya ni siquiera funciona con luz. Ayer tuve que dejar la persiana abierta y marcharme al hotel, menos mal que estaba abierto. Me pasé la noche sentada en una silla, mirando mi negocio", cuenta Fina, la quiosquera del Paseo. "Hablé con todos los policías que pasaban para avisarles de que estaba allí, para que vigilaran. Por suerte, no pasó nada. Pero ahora tengo que llamar a un técnico para que me arregle la persiana, y eso no me lo paga nadie".
Oxana Seliverstova
Juan Aguilera, apasionado de la Tauromaquia.
"Al principio estaba sorprendido, pero conforme pasaban las horas no daba crédito de que no se hubiera resuelto", explica con cierto tono irónico. "Tenía varias reuniones que no se pudieron celebrar y vi a mucha gente muy inquieta, tanto en la calle como en los negocios. Parecía el último día sobre la Tierra. Peor que en el COVID". Aunque reconoce que la situación ha mejorado, lanza una advertencia entre la broma y la reflexión: "Igual va siendo hora de hacer caso a eso del kit de supervivencia… aunque esperemos que no haga falta".
Oxana Seliverstova
Marina, de la cafetería Ti penso io.
"Se fue la luz por completo y no teníamos café, justo cuando más venía la gente a por él. Así que ofrecimos otras opciones que no necesitaban electricidad. La verdad es que salimos bastante bien paradas, aunque por la tarde tuvimos que parar. Al ser una pastelería artesanal que elabora todo a diario, el impacto fue menor. No tengo productos congelados. Sí me pilló justo cuando iba a hacer tartas y no pude terminarlas, pero esta mañana me ha dado tiempo a sacar la bollería", relata, para después reconocer que lo peor fue no poder usar el datáfono ni la caja registradora. "Eso sí, al menos descansamos un poco. Aunque, justo a la hora del apagón, vino mucha gente a llevarse lo que fuera, porque no sabían qué iban a poder comer por la noche".
Oxana Seliverstova
Clotilde y Ana, amigas de Almería.
Ana y Clotilde son vecinas de Almería, pero vivieron el apagón de formas muy distintas. "Yo pasé la noche en casa de mi hija, que vino corriendo desde Huércal a por mí", cuenta Ana. "Estuve muy nerviosa, aunque al menos estaba acompañada de mi hija y mis nietos". Clotilde, en cambio, prefirió quedarse sola: "Vinieron a buscarme para que me fuera con ellos, pero anduve dos pasos y dije: 'No, me quedo aquí'", recuerda con determinación.
Oxana Seliverstova
José María, trabajador de la Ysla.
"Nos pilló a todos por sorpresa, no sabíamos qué hacer. Teníamos los pasteles en los frigoríficos y temíamos perderlo todo. La gente llegó asustada preguntando por pan y cualquier cosa que tuviéramos. Las empanadillas, los dulces... lo que había, se vendió. Pero aun así hemos tenido que tirar muchos pasteles, porque duran muy poco sin frío. Han sido muchas pérdidas".
Oxana Seliverstova
Carol, trabajadora del Carrefour.
"Tuvimos la suerte de que cuando ocurrió solo había una clienta y ya había pagado, así que cuando salió, cerramos la tienda. Tuvimos que hacerlo porque las cajas se bloquearon y hasta las luces de emergencia se apagaron. No teníamos generadores. Lo bueno es que como no hemos abierto las cámaras, no hemos perdido el frío y las pérdidas no han sido grandes".
Elena Ortuño
Carlos Cano, gerente de La Dulce Alianza.
“Hemos perdido todos los productos que necesitaban refrigeración. A las nueve menos diez de la mañana seguimos todavía sin luz. Calculamos unas pérdidas de entre 2.000 y 3.000 euros por cada local, y tenemos cinco en total. Ahora mismo estamos revisando los helados y los pasteles para ver qué se puede salvar y qué hay que tirar”, explica el responsable de la cadena. “En el obrador han estado trabajando toda la noche para tener producto fresco hoy, pero con esta situación estamos intentando calcular a cuánto ascenderán las pérdidas reales. Ayer mantuvimos todos los locales abiertos durante el día. La gente seguía viniendo, pedía refrescos, bollería… Cerramos a las nueve de la noche, excepto en el centro comercial, donde el corte general obligó a cerrar a media tarde”, añade.
Elena Ortuño
Sole y Pepi, dos amigas jubiladas de Almería.
Ambas amigan coinciden en que lo pasaron mal: "Cuando llegó la noche yo me sentía sola, sin luz, impotente. En cuanto oscureció me acosté, porque no sabía qué hacer en mi casa", cuenta una. "Yo igual, pasé un rato mal. También vivo sola y con el apagón no podía ni ir al baño y tirar de la cisterna después. No podía usar el móvil, ni podía lavarme las manos, no podía hacer nada. Estábamos totalmente incomunicadas. Menos mal que ha vuelto la luz", comenta la otra amiga.
Elena Ortuño
Manuel García, almeriense de toda la vida.
"Yo soy de Oliveros y aquí llegó la luz sobre las dos de la mañana. Hasta que no llegó pasé un poco de miedo, por lo que nos acostamos temprano. Mi mujer y yo estuvimos tranquilos, esperando a ver qué pasaba. No tuvimos que salir ni a comprar, teníamos todo en casa ya".
Elena Ortuño
Pablo y Antonio, dos amigos de 21 años de la Salle.
"Pasamos el apagón con miedo. De hecho, nos tomamos un café para ver qué íbamos a hacer durante el apocalipsis. Al final no planeamos nada. Al principio fue eso, nos dio miedo, pero ya luego reflexionamos y nos dimos cuenta de que nos venía bien un tiempo sin móvil y sin distracciones. Nos dimos un paseo hablando de lo que nos hacen los móviles: dejarnos al margen del mundo. Además, en cuanto se fue la luz fuimos a la puerta del otro como cuando éramos niños, sin necesidad de mensajes".
Elena Ortuño
María José, vecina de la Cañada.
En el momento de la entrevista, la luz no había llegado aún a La Cañada y, sin embargo, María José lucía una gran sonrisa. "Dentro de lo que cabe lo he llevado bien, aunque es verdad que se echa muy en falta las comunicaciones. Depende de la situación en la que te encuentres vas a poder estar más tranquilo o menos. Allí en La Cañada, cobertura cero. Al menos vivo con mi marido y aprovechamos para escuchar la radio a pilas. Fue interesante volver a los medios tradicionales. La radio es el mejor medio, sin duda alguna".
Elena Ortuño
Augusto, camarero de la cafetería Colombia.
"Cuando llegó el apagón, cerramos sobre las dos de la tarde. Fue el momento en el que vimos que no se podía seguir porque el ordenador no iba, la caja no se abría... y al final cerramos. Hemos tenido pérdidas económicas por el apagón, ahora estamos evaluando cómo están los productos, para ver qué tenemos que tirar y qué no. Todas las carnes en salsa, la carne con tomate, la tortilla de patatas... todo eso lo hemos tirado. Menos mal que somos una cafetería, las leches estaban cerradas y el café no se pone malo...".
Elena Ortuño
José Luis Navarro, de la farmacia homónima, en la Rambla de Almería.
"Nosotros tenemos unas baterías que mantienen el sistema un tiempo, pero cuando se fue el servidor, tuvimos que cerrar. No se podían pedir medicamentos porque el sistema fallaba, y nos quedamos aquí hasta que las baterías se agotaron, aguantaron solo una hora. Todas las farmacias cerraron". El farmacéutico asegura que si el corte hubiese continuado al día siguiente, “habría sido muy duro, sobre todo por las urgencias”. En cuanto a las pérdidas económicas, aún no están claras, pero probablemente tenga que desechar todos los medicamentos refrigerados: “El rango de temperatura permitido es entre 2 y 8 grados, y el frigorífico llegó a marcar 9. Dentro hay unos 10.000 euros en medicamentos. Ahora estamos a la espera de lo que diga la dirección técnica”.
Giuliano Yacuzzi
Ana Guijarro, astrónoma del Observatorio del Calar Alto.
"El Observatorio del Calar Alto ha funcionado sin problemas toda la noche gracias a sus sistemas de generadores. Al contrario de lo que le ha ocurrido al resto, nosotros hemos disfrutado del cielo oscuro "gracias" al apagón, y por tanto las observaciones han sido espectaculares".