Los 50 años de Lupe en el Malecón de Garrucha
El kiosco más antiguo del municipio recibe un premio de Nestlé

Lupe regenta el kiosco más antiguo de Garruchax
A la Lupe le pusieron ayer una alfombra azul en el Malecón que parecía una marquesa. Iba con su vestido estampado y un ramo de flores en la mano a recoger el premio que le ha dado Nestlé, la mayor empresa alimentaria del mundo. Ha cumplido, con su media sonrisa, 50 años vendiendo helados y chucherías en su kiosco de Garrucha, el más viejo de España con productos de esta marca suiza.
Chicles y limonada
El kiosco de Lupe ha sido siempre un faro vigía en el Malecón. Primero cuando el Paseo aún era de tierra y se regaba a golpe de cántaros con agua de la mar. Estaba situado frente a la playa del Varadero y por allí pasaban cientos de niños a por chicles Bazoka, patatas fritas Risi o su limonada artesanal. Lupe montó el puesto junto a su marido gallego a mediados de los 60, en una Garrucha más inocente, que se abría al turismo como un acordeón, al tiempo que llegaba también de Alicante, Carlos Rincón, otro ilustre artesano de los helados.
De verano en verano
Después Lupe trasladó el kiosco más a Levante, junto al chiringuito de Los Birras, mientras los niños, que se habían convertido ya en muchachos, acudían, abrazados a la novia, a por un paquete de Sombra o unas bolsas de pipas para la película del Cine Tenis que pillaba de camino. Han pasado los años, las décadas, Garrucha se ha hecho más dispersa, pero la Lupe sigue ahí, a pie de mostrador, vendiendo crocantis, huevos kínder o lo que se tercie, con sus mofletes colorados, tímida, como una seña de identidad de este pueblo de palangreros. La Lupe desaparece en invierno y reaparece en verano, como los bikinis, como los ventiladores, como las tertulias a la puerta de las casas del Malecón alto o del Pimentón.
Sus ojos azules han visto pasar las fiestas patronales, las gimkanas, las orquestas, hasta los tiros que se escaparon en una noche de riña. Ahora le compran los niños de aquellos niños que fueron sus primeros clientes, aquellos a los que se les caía la baba con los caramelos de cuba libre y los chupachups de Kojak.