Se levanta hoy Almería angustiada por un partido contra el último de la Segunda División mientras los recién llegados a la categoría van como motos.

Uno se pregunta qué tienen esos equipos o quizá dónde está la fórmula del éxito para tener la talega llena de puntos en solo once jornadas y mirar a Primera con presupuestos reducidos.

Eso de ganar dos partidos seguidos no se estila por Almería. Eso de estar tranquilos en la clasificación ni nos acordamos. Y lo de vivir haciendo cuentas llegará el día que termine en un cuento. El de la lechera.

Ver al Reus ocupando plaza de ascenso a Primera cuando el pasado campeonato era de Segunda B no deja de sorprenderme. Pero pasa lo mismo con tantos equipos que uno ya ni mira hacia atrás con ira.

Soriano está orgulloso de sus futbolistas y dice que lo están dando todo. Esa es mi preocupación. Ver al equipo en la cola y como tantas veces todos contentos. Aquí nunca pasa nada. Menos mal que lo dan todo. Si bajan en pistón...

El entrenador dice que no sabe nada de lo que se comenta en la ciudad porque “vivo fuera de ella”, yo le quiero ayudar y le diré que lo más bonico de su plantilla que me dicen es que este año “no nos salva ni la Macarena”.

Siempre mirando hacia otro lado. Siempre ganando el partido que está por venir. Siempre mirando al futuro desde la cola olvidando que el presente es lo que importa en este llamado deporte de la semana.

Y para que nada falte el presidente con ellos a muerte. Una piña.

Tenemos de todo menos puntos. Así nos va.

Lo mismo Soriano está viviendo en Reus y se dará cuenta de las caras de felicidad de sus aficionados. Mientras que en Almería celebramos un empate.