No se puede ni se debe negar que Joan Carrillo ha conseguido hacer del Almería un equipo competitivo. Que antes de recibir al Huesca completaba seis jornadas consecutivas sin perder, aunque sumando de uno en uno y que venía de hacer un buen partido en Tarragona.

Pero el encuentro ante el Nástic dejó daños colaterales importantes que había que resolver de forma acertada para intentar despedir el 2015 con una victoria. Joan Carrillo no supo dar con la solución al problema que le planteaban las ausencia simultaneas de Morcillo y Lolo Reyes, dos de los más firmes puntales en los que se había basado la tímida pero real reacción de los almerienses.

De las soluciones que se podía esperar para sacar un diez en la resolución del problema el técnico optó por una ‘idea feliz’ que al final acabó en una solución disparatada.
¿Qué pretendía Carrillo con Jonathan en la posición de medio centro?.
Tener el balón, no. Que fuera el escudero de Montoro, tampoco. Que tuviera llegada, mucho menos.

Un caos
El resultado fue el caos más absoluto en el centro del campo y la anarquía total en el juego del equipo. Por otra parte el bajar a Fran Vélez a la posición de central fue malo para el jugador y para el colectivo porque donde el canterano ofrece su mejor versión es en la posición de pivote. Carrillo renegó de sus señas de identidad, lo que llevó al equipo al más completo de los fracasos y a los sufridos, pero fieles abonados, a protestar con toda justicia no sólo por lo que estaba viendo, sino por lo que está teniendo que padecer a lo largo de la campaña liguera. 
La solución cada vez es más complicada y el descenso cada día está más cerca.