El Almería culmina su semana más negra desde el comienzo del campeonato perdiendo su segundo encuentro consecutivo y cediendo su imbatibilidad en el Estadio Mediterráneo en un partido muy espeso de los rojiblancos en el que lo más destacado fue el empuje de los de Sergi en la primera media hora de la segunda mitad fruto de la casta y las ganas de voltear el marcador en casa pese a la inferioridad.

Gol tempranero Sin que hubiera sucedido nada Raúl García, un lateral con pasado rojiblanco, lanzaba magistralmente una falta fuera del área a la escuadra de Casto cuando el crono no había llegado al minuto diez.
Esta jugada aislada fruto de una falta innecesaria hace que el Almería pierda el sitio en el campo y que el Alavés de encuentre cada vez más cómodo en el partido.
Como viene siendo habitual los almerienses tratan de desbordar por las bandas, pero no lo consiguen en demasiadas oportunidades, pero cuando lo logró Eldin, el jugador que mejor se movió, se encargo de errarlas. Llegó tarde a un servicio de Michel, remate flojo en el punto de penalti una cesión de Chuli cerca del intermedio y un mal control le impidió encarar a Pacheco.
El Alavés daba la sensación de encontrarse en su salsa. Presionando a los defensores locales con la presencia de dos delanteros para dificultar la salida de balón de los hombres de Sergi, con las lineas muy juntas y tapando con eficacia los caminos hacia su portería.
Ninguno de los dos equipos logró disparar con peligro a la meta rival en los 45 primeros minutos más allá del tanto de Raúl García.

Expulsión En la segunda mitad Sergi realiza un cambio que el equipo estaba pidiendo a gritos. Se queda en la caseta Eldin y le sustituye Pozo.
Antes de que éste aterrizara en el partido Dubarbier ve la segunda amarilla. El Almería se queda en inferioridad en el minuto 47.
A partir de la expulsión la calidad de Pozo, la casta y el corazón de los almerienses provoca que éstos pongan cerco al área rival, pese a jugar con diez. La reacción local tiene premio en el minuto 52 cuando Chuli bate a Pacheco de cabeza, pero entonces el asistente se une a la fiesta vitoriana anulando el gol por un fuera de juego que no existía porque Estrada, saliendo desde la linea de fondo habilitaba al delantero almeriense. Los rojiblancos siguieron luchando. Morcillo, que sustituyó a un Iago desaparecido, ocupó con eficacia y acierto el lateral izquierdo y se incorporó con peligro al ataque. Fue media hora de corazón, de ganas, de fútbol directo que mereció un premio que no llegó. En el último suspiro Toquero desde la frontal hizo el segundo de su equipo de disparo raso.