Estamos en la recta final de la Liga y no se pueden hacer las cuentas. Es mejor cada lunes mirar la tabla y así hasta la última jornada de la competición. Porque el Málaga ha dejado de ser el Málaga. El Espanyol ya no se juega nada. El Córdoba es carne de Segunda División. Porque iban con el cuchillo en los dientes. Porque hubo mala suerte...

Entramos bajo palio en la recta final de la Liga y todo es posible. Veo goles raros. Equipos relajados. Errores arbitrales. Milagrosas paradas y abultados errores en defensa.

Y lo peor de todo es que ya no podemos hablar de amaños ni de maletines porque la Liga Profesional está capturando a los corruptos. Mejor le llamamos milagros y quedamos bien con todo el mundo.

Si no he acertado una quiniela con 56 años, no creo que sea capaz de adivinar un solo marcador de los que quedan. Ni del Almería ni de ninguno. Tenía claro que el Español le metería mano al Levante y me equivoqué. Puse un uno en el Málaga-Depor y acabó en empate. Y ahora viene lo peor: la era milagrosa de la Liga Profesional.

Si un equipo baja los brazos: el otro puso más intensidad.

Si le ganas al colista: acusaron la presión.

Si sumas 3 puntos de oro: El Madrid no tuvo su día.

Y si pierdes como siempre: es la presión de la cola.

Lo que nos queda que ver en las jornadas que vienen va a ser tan gordo como lo vivido en los años anteriores, por mucha investigación de la Liga Profesional. Esto es un juego y no lo controla ni Dios. Perdón, perdón, ni los hombres quería decir.




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