Los cuatro escenarios del Parque
El Parque Nuevo se creó con cuatro espacios distintos para el recreo de los almerienses

Vista de los cuatro espacios en los que estaba dividido el Parque Nuevo. La fuente de los Peces se concibió como nexo de unión entre los dos parques.
La guerra civil hizo estragos en esa primera línea de ciudad que empezaba frente al andén de costa. Casi todos los edificios de la calle Aguilar Martell sufrieron las consecuencias de los bombardeos, que dañaron la viviendas y la carretera que comunicaba con los pueblos del poniente.
Los escombros del desastre fueron el paisaje de una época, de aquellos primeros meses de la posguerra en los que el Ayuntamiento decidió que no se reconstruyeran las casas perdidas, que había llegado el momento de cambiar la historia, de convertir aquel espacio privilegiado frente al puerto en un sitio de ocio para la ciudad, en la prolongación del Parque Viejo desde la desembocadura de la calle Real hasta la esquina de la calle Reina Regente.
En marzo de 1942, la Dirección general de Puertos autorizó a la Junta de Obras del Puerto de Almería para que realizara el pago de las expropiaciones a los propietarios de las viviendas.
Las obras comenzaron el lunes 16 de marzo de 1942, con la incertidumbre del presupuesto. Los retrasos en los pagos y el no disponer de las cantidades que se esperaban, obligaron a que los trabajos se alargaran más de lo esperado y a simplificar el proyecto. Estaba previsto que cuando el Parque estuviera concluido la obra se rematara con un busto del personaje que le daba nombre al recinto, José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, pero la escultura no pasó de ser una idea, un proyecto que nunca se ejecutó, tal vez porque las obras se retrasaron tanto en el tiempo que se fue olvidando o quizá porque cuando el Parque estuvo terminado no había recursos económicos para afrontar nuevos gastos. Alguien debió pensar que ya tenía bastante José Antonio con tener todo un parque con su nombre y que en la fachada principal de la Catedral figurara también su apellido grabado sobre las piedras.
El Parque Nuevo nació como la prolongación del que ya existía, pero con una personalidad diferente. Se concibió con cuatro espacios distintos y mucho más abierto que el Parque Viejo, sin tanta vegetación, para que se diera la mano con el andén de costa y el mar. El primer tramo se proyectó como un lugar de recreo, un territorio que recordaba a una plaza más de la ciudad, pensado para que los padres pudieran ir a jugar allí con sus hijos. De hecho, acabó siendo un gran parque infantil con sus columpios reglamentarios allá por los primeros años sesenta.
El segundo tramo del Parque Nuevo representaba un espacio circular con una meseta en el centro destinada a la construcción de un templete donde los domingos pudieran celebrarse conciertos musicales de la banda municipal. En el tercer recinto el protagonismo fue para un estanque de agua rodeado de vegetación y un rincón reservado para la instalación de un kiosco de bebidas que sirviera de atractivo a las familias.
El cuarto sector del Parque, el que miraba al barrio de las Almadrabillas, también tuvo vida propia. Se adornó con unas pérgolas de ladrillo que de alguna manera recordaban al viejo barrio de la calle de Pescadores sobre el que se levantó el nuevo recinto. Las pérgolas le daban un toque de intimidad a aquel lugar donde el Parque se unía con la carretera y servían de recogimiento, como si uno estuviera en el interior de un patio inmenso.
Poco a poco el Parque nuevo fue convirtiéndose en una realidad y a lo largo de dos décadas llegó a convertirse en un referente para los almerienses. Almería tenía por fin su zona de esparcimiento donde era posible disfrutar de dos ambientes distintos: por un lado el del Parque Viejo, con su universo de sombras y recovecos, y por otro, el que ofrecía el Parque recién construido, más abierto al sol como si fuera la antesala del puerto, y salpicado de sus diversos escenarios que realzaban su belleza.