Jover, el Sansón del balneario
Manuel Jover Martínez destacaba por su físico en la raquítica Almería de posguerra

Manuel Jover jugando un partido de tenis en las instalaciones del Tiro Nacional allá por los años 50.
En su juventud no había gimnasios en Almería ni se conocía el entrenamiento con pesas. El deporte era una actividad que no gozaba de buena prensa y que en muchos casos llegó a ser tabú en muchas casas cuando los hijos ‘perdían’ el tiempo corriendo detrás de una pelota mientras en la despensa no había nada que echarse a la boca.
Manuel Jover Martínez fue un joven de los años treinta y de la posguerra que dedicó los mejores años de su vida al deporte. No se trataba de un pronto ni de una extravagancia propia de la adolescencia, sino de una vocación con un marcado componente genético, el que heredó de su abuelo y de su padre, destacados personajes de la sociedad almeriense por ser los propietarios del balneario Diana y por su condición de deportistas.
Manuel nació en 1910 en una casa antigua de la calle Trajano, donde medio siglo después estuvo la bolera. Era un rincón curioso en aquellos años, ya que los balcones principales de la vivienda daban al corazón de la ciudad, mientras que las ventanas traseras miraban al callejón del Ángel (hoy calle Antonio Ledesma) que era un lugar de doble vida, donde las casas decentes se mezclaban con las de tapadillo.
Tenía un cuerpo de atleta impresionante.
De niño fue alumno del colegio El Milagro y estudió el Bachillerato en el instituto, donde destacó por sus buenas cualidades para los idiomas, siendo uno de mejores alumnos en la asignatura de Francés. Tras alcanzar el título de Bachiller se hizo maestro de escuela, oficio que nunca llegó a ejercer, ya que profesionalmente dedicó toda su vida al Banco Central, donde fue interventor, inspector y director.
El trabajo le permitió tener el tiempo libre que necesitaba para mantener la ilusión por el deporte, una pasión que lo acompañó durante toda su vida desde que siendo niño jugaba a colgarse y a levantarse a pulso por una cuerda que amarraba en los palos del balneario. Aunque su familia vivía en la Avenida de Calvo Sotelo (hoy de la Estación), el refugio espiritual y corporal de Manuel fue aquel trozo de paraíso en la playa de las Almadrabillas donde gozaba de la libertad necesaria para correr, nadar y hacer demostraciones de esa fuerza innata que había heredado.

Jover haciendo ejercicios de fuerza en el balneario Diana.
Tenía una complexión atlética que le permitía adaptarse a cualquier deporte. En su cuerpo se podían estudiar con nitidez los músculos, que exhibía como un Sansón.
En los años treinta era uno de los futbolistas de referencia y uno de los más importantes del Almería de aquellos tiempos. Destacaba por la potencia de su pierna zurda y por la contundencia con la que se empleaba. Tenía fama de duro y chocar contra él en una disputa de un balón era como estrellarse contra un muro de piedra.
Manolo Jover fue uno de los integrantes del Athletic de Almería que allá por los años treinta era el equipo representativo de la ciudad. En sus filas destacaban figuras fundamentales del balompie de aquel tiempo como Ripoll, Blanes, Doucet y Amezcua. Los partidos como local los disputaban en el campo de Ciudad Jardín, que fue el gran estadio de Almería hasta que en la posguerra construyeron el de la Falange.
Jugar al fútbol era una pasión que requería una buena dosis de sacrificio y también de locura. Cuando tenían que enfrentarse a equipos de Murcia tenían que viajar de madrugada y dormir y comer en el autobús para llegar a la hora del partido.
Jover era uno de los pilares del equipo de fútbol, aunque donde de verdad destacaba por encima de todos era en el tenis. La puesta en funcionamiento de una pista en la terraza del Tiro Nacional en los años treinta fue un acicate para muchos jóvenes amantes de este deporte que era entonces un elitismo en nuestra tierra.
Manolo Jover no tardó en convertirse en la figura del tenis almeriense, proclamándose varias veces campeón provincial. Este título le dio derecho a representar a Almería en el gran concurso internacional que se celebró en febrero de 1936 en Málaga, acompañado del almeriense José Luis Martínez. Jover llegó a disputar la final mixta junto a la jugadora inglesa Edye, cayendo ante el equipo de Huelva.