El hombre que le dio nombre a la calle Ramos
Antonio Ramos le puso su nombre a la calle de Jaruga, donde construyó más de 20 casas

Antonio Ramos Oña fue capataz de la limpieza del Ayuntamiento de Almería y primer inspector de municipales.
La calle de Ramos nace por el sur en la Plaza de la Inmaculada y va subiendo hasta desembocar en el Paseo de la Caridad. Es una calle larga y estrella que lleva en sus entrañas las huellas del cerro sobre la que se asienta. En su origen se le llamó calle de Jaruga, por estar emplazada en terrenos de este antiguo huerto de la ciudad, hasta que a finales del siglo diecinueve se planteó el cambio de nombre por iniciativa de uno de sus vecinos más activos, Antonio Ramos Oña, que en octubre de 1897 dirigió un escrito al Ayuntamiento pidiendo que a la calle de Jaruga le pusieran el nombre de Ramos, argumentando que: “habiendo construido veinte casas en la calle de Jaruga, que constituyen la mayoría de las que existen allí, solicito que la mencionada calle de Jaruga se denomine en lo sucesivo calle de Ramos”.
La solicitud del constructor fue estudiada en una de las sesiones municipales hasta que la comisión de ornato y el arquitecto decidieron “que se desestime la pretensión de don Antonio Ramos, ya que aunque el nombre de Jaruga que hoy tiene no tenga importancia alguna y exista sóli como un recuero del paraje o huerto en que se estableció, no debe sustituirse por otro a menos que fuera de un personaje ilustre o acontecimiento notable”.
El señor Ramos era un personaje emprendedor que además de construir viviendas ocupó el cargo de capataz de la limpieza desde enero de 1893 y fue primer inspector de municipales desde 1903. También debió de ser un hombre perseverante, de los que insistía cuando quería conseguir algún objetivo, como quedó demostrado en su pretensión porque la vieja calle de Jaruga llevara su nombre. Dos años después de recibir la negativa del Ayuntamiento, Antonio Ramos Oña volvió a la carga y en el veranod e 1899 repitió la solicitud y una vez más le echaron para atrás su propuesta. Pero como no estaba conforme y sí convencido de que la calle tenía que llamarse de Ramos, no dudó en presentarse en la esquina donde estaba el rótulo con la denominación de Jaruga y colocar encima el de Ramos, ante la queja de los vecinos.
Del incidente dio cuenta el periódico La Crónica Meridional, que publicaba la siguiente noticia: “Se ha presentado en nuestra redacción don Luis Díaz Villa, denunciando que a pesar de la prohibición del Ayuntamiento, se ha colocado en una de las esquinas de la calle el nombre de ‘Antonio Ramos’, borrando el de Jaruga”.
Tanta insistencia acabó dando el resultado que el señor Ramos buscaba y en abril del año 1900 los concejales aprobaron el cambio de nombre “que se llame calle de Ramos y que a la más importante que se abra en aquel grupo de población se le dé el nombre de Jaruga”, decidieron los ediles, a pesar de la oposición de un grupo de vecinos del lugar que pidieron que no se accediera a la variación.
La denominación de Jaruga se le dio a la actual Plaza de la Inmaculada y la calle de Ramos ha seguido manteniendo el nombre de su promotor y constructor de las primeras casas que allí se levantaron.