Tienes una agencia de intermediación entre agricultores y compradores. Imagino que la clave del negocio es la confianza, ¿verdad?
Desde luego, y también la seriedad, el suministrar lo que te pide el cliente y darle siempre soluciones. Yo valoro mucho a quienes confiaron en mí al principio, hace siete años. Cajamar me apoyó y ningún otro banco lo hizo. Ahora vienen a ofrecerme buenas condiciones, pero les digo que no porque me negaron su apoyo cuando lo necesitaba.

¿Por dónde va el futuro de la agricultura?
La tecnología ha cambiado mucho el sector. El futuro está en producir más y mejor, en analizar el estrés de la planta, el caudal necesario de riego y en predecir lo que se va a producir, lo cual ayudará a la comercialización.

¿Cuál es la verdadera competencia de Almería? ¿Marruecos, Turquía...?
Siempre digo que somos nosotros mismos. Si hiciésemos las cosas bien y nos uniéramos nos iría mejor. En Holanda e Israel no hay subasta, fijan un precio y ya está. Aquí, podríamos hacer lo mismo.

En la agricultura te puedes hacer rico pero también arruinarte...
Sí, es facilísimo. Con reclamarte diez camiones... Tienes que estar encima de todo: hasta de la temperatura del transporte. Desde que sale el camión hasta que llega a destino estás intranquilo.

¿Por qué no terminan de arrancar los productos de cuarta y quinta gama?
Hay algo ya, como lo de Primaflor, pero en España aún no hay tanto consumo como en otros países. Tampoco podemos hacerlo aquí para el resto de Europa porque el producto no dura tantos días: de ahí que vendamos las hortalizas y en el país de destino lo conviertan en cuarta y quinta gama.

Has viajado mucho, ¿qué importarías a Almería?
La jornada de trabajo intensiva. Pero te aseguro que nos envidian. Somos unos privilegiados. Desde mi despacho veo el mar, es un lujo.

Cambiando de tema, el filósofo George Steiner dice que estamos matando los sueños de los niños, a los que llevamos con prisas hacia no se sabe dónde...
Es cierto. El trabajo te hace que estés poco con tus hijos. Estás cansado cuando llegas a casa. Yo paso el mayor tiempo que puedo con ellos. No hay nada que me venga mejor para el trabajo que estar con mi familia. Te aclara la mente, te sensibiliza y te hace ver las cosas con perspectiva.

¿Hay vicios virtuosos?
Sí los hay. A mí me gratifica tomar unas cervezas con los amigos y arreglar el mundo, contar historias de nuestras vidas y reírte como si fuera la primera vez que las oyeras.

¿Cuál es tu refugio?
Escaparme a Laujar a casa de mis suegros. O cualquier sábado a mediodía en el mercado de Almería con mis niños. Me encanta la cocina. Mis platos estrella son la carne o el pescado al horno. Ayer maceré un pollo ecológico y esta mañana lo puse en el horno a ochenta grados, así varias horas. Luego se deshace, está buenísimo.

¿La primera impresión es la que queda?
Absolutamente sí. Tú entras con una sonrisa a alguien y ya has roto la primera barrera. Yo siempre doy segundas oportunidades, pero no terceras.

¿La mejor época de tu vida?
Desde hace cinco años, cuando nació mi primer hijo, que era muy deseado. Y profesionalmente también ahora mismo, este año. Nos hemos consolidado como empresa, tenemos una facturación importante, con un crecimiento anual del treinta por ciento, pero tampoco queremos crecer más. Quiero tener tiempo para mi familia. De hecho me considero rico porque tengo tiempo.

¿Volverías a tomar los mismos caminos?
Sí, no cambiaría ni las malas ni las buenas experiencias. Te pongo un extremo. Mi padre murió cuando yo tenía veinticuatro años. Fue muy duro, pero me sirvió para aprender a valerme por mí mismo.