La Voz de Almeria

Almería

Dos historias de superación en El Quemadero: de las drogas a limpiar el barrio y salvar a sus gatos

Tras años difíciles, Juan Manuel y Juan María dedican su tiempo a limpiar su barrio y gestionar una colonia felina

Juan Manuel y Juan María trabajando en la limpieza de la colonia felina que ha creado.

Juan Manuel y Juan María trabajando en la limpieza de la colonia felina que ha creado.Víctor Navarro

Víctor Navarro
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En el barrio del Quemadero-Fuentecica, dos hombres empujan carretillas y manejan picos y azadones con una determinación que impresiona. Juan Manuel González Moya, de 58 años, y Juan María Fernández Moreno, con 65 ya cumplidos, han convertido la limpieza de sus calles en una rutina casi sagrada.

No buscan reconocimiento, ni premios, ni aplausos: su objetivo es claro y silencioso, pero contundente. Mantener limpias las calles de su barrio y proteger la colonia felina que crearon en julio, un refugio para casi cuarenta gatos que encontraron cobijo en un muro que recuerda las antiguas murallas de la Almería musulmana.

Colonia felina

Cada tarde, cuando la ciudad parece descansar, ellos comienzan su trabajo. Desbrozan maleza, recogen escombros y basura acumulada y alimentan a los gatos. La tarea es meticulosa y constante. Gracias a la colaboración con el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Almería, han logrado castrar a más de veinte de los felinos, controlando así la población y asegurando la salud de la colonia. “Durante la pandemia, algunos vecinos la emprendían con los animales. Era un momento de tensión y confusión, y pensé que había que hacer algo”, recuerda Juan Manuel.

Pero su compromiso va más allá de los gatos. En la calle de La Fuentecica, observaron que los coches pasaban a velocidades peligrosas, poniendo en riesgo no solo a los animales sino también a los vecinos más vulnerables: ancianos, niños y transeúntes. Decidieron entonces improvisar placas de limitación de velocidad, hechas a mano, colocadas con la intención de llamar la atención. “Ya están quitadas, pero cumplieron su función”, explica Juanma. Ese gesto, aparentemente pequeño, habla de una preocupación profunda por la seguridad y la vida en su barrio.

Al acabar la jornada, Juan Manuel y socio en la colonia Juan María empiezan las tareas de saneamiento.

Al acabar la jornada, Juan Manuel y socio en la colonia Juan María empiezan las tareas de saneamiento.Víctor Navarro

Superación

La historia de estos dos vecinos es también una historia de superación. Ambos atravesaron etapas oscuras, marcadas por la drogadicción y el tiempo en prisión. Fueron años de lucha consigo mismos, de dolor y errores que dejaron cicatrices visibles e invisibles. Hoy, sin embargo, canalizan su energía en devolverle al barrio algo de los errores cometidos en el pasado. “No queremos demostrar nada a nadie, pero ojalá esto sirva para motivar a los vecinos a cuidar su entorno”, dice Juanma apoyado en el azadón.

La dedicación de Juan Manuel se refleja también en su tienda de barrio, 'Comestibles Moya', que regenta desde hace quince años. Un comercio familiar abierto por su padre hace cuatro décadas, que se ha convertido en centro logístico de su labor vecinal. Allí guarda insumos para alimentar a la colonia felina y, en la trastienda, mantiene herramientas y carretillas. “Lo que saco lo invierto en la colonia”, dice, señalando con orgullo los carteles que cuelgan en la puerta y que recuerdan la organización que ha creado junto a su compañero.

Vivir en una cueva

Juan María, por su parte, enfrenta condiciones más duras. Sin domicilio fijo, vive en una cueva que intenta regularizar para poder empadronarse. Sus manos muestran cicatrices de operaciones y huesos rotos, testigos mudos de una vida de sacrificios y esfuerzos. Aun así, cada tarde acompaña a Juan Manuel en la misma rutina, ayudando a limpiar, a alimentar a los gatos y a mantener el barrio. “A pesar de la edad, sigo en forma para esto”, dice con una sonrisa, mientras observa cómo los felinos se acercan confiados.

Han creado un microcosmos donde la solidaridad, la responsabilidad y el respeto por la vida se materializan en pequeños gestos, aunque no siempre es fácil. “De vez en cuando me dejan gatos en la puerta de la tienda y tenemos que hacernos cargo de los animales. Y cuando vemos que alguien no ha depositado la basura en el contenedor, lo recogemos”.

Han delimitado con carteles informativos los lugares donde se encuentra la colonia.

Han delimitado con carteles informativos los lugares donde se encuentra la colonia.Víctor Navarro

Un pequeño triunfo

El rastro de limpieza de descampados que se ha establecido alrededor de la colonia felina sube desde la calle de La Fuentecica hasta la Calle de la Higuera. Tramos de calle que han ido delimitando con los carteles de la colonia felina que han creado. Lo que antes eran espacios abandonados, utilizados para aparcar coches y acumular basura, ahora lucen más limpios gracias al trabajo constante de Juan Manuel y Juan María. Cada escombro retirado, cada rincón despejado es un pequeño triunfo contra el abandono y el incivismo.

“No queremos conflictos con el Ayuntamiento ni acaparar competencias que no nos corresponden”, aclara Juanma. “Solo buscamos defender a los animales y ayudar a mejorar nuestras calles”. Su esfuerzo no ha pasado desapercibido: el Ayuntamiento de Almería les ha hecho una mención de felicitación, un reconocimiento discreto que para ellos es suficiente, explica Juan Manuel.

Por ahora, los trabajos se concentran en tres descampados principales y en algunas zonas ajardinadas cercanas a la tienda de Comestibles Moya. De manera rudimentaria, delimitan los espacios de limpieza con escombros para evitar que los coches aparquen sobre ellos. “En cuanto terminemos, le devolvemos el espacio a los coches. Esto no es nuestro, es de la gente”, explica Juanma con firmeza, consciente de que su labor no busca apropiarse de la vía pública, sino recuperar un poco de dignidad para su barrio y sus animales.

La pequeña tienda de comestibles Moya es el centro neurálgico de la iniciativa ciudadana.

La pequeña tienda de comestibles Moya es el centro neurálgico de la iniciativa ciudadana.Víctor Navarro

Mientras el sol se oculta sobre el Quemadero, Juan Manuel y Juan María contemplan su obra silenciosa. No hay carteles ni banderas que anuncien su esfuerzo, solo calles un poco más limpias, gatos que caminan tranquilos. Cada carretilla movida, cada escombro retirado y cada plato de comida para los felinos es un gesto de cuidado que habla más alto que cualquier reconocimiento oficial.

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