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Almería

Qué es la nomofobia, la adicción del siglo XXI que podrías llevar en el bolsillo

La nomofobia es un trastorno mental que cada vez se observa más en las consultas psicológicas

Una persona utiliza un teléfono móvil.

Una persona utiliza un teléfono móvil.Leungchopan / Depositphotos

Elena Ortuño
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Sentada en la sala de espera de una famosa psicóloga almeriense, Teresa espera con impaciencia su turno. Su vida desde que perdió a su pareja no ha sido sencilla. Alejada de su familia y falta de apoyos, las redes sociales han sido desde entonces su único consuelo; un consuelo que se transformó en angustia desde el mismo momento en que comenzó a recibir "notificaciones fantasma" (es decir, desde que empezó a sentir que le vibraba el móvil por mensajes que nunca existieron). 

En la misma habitación se encuentra un hombre mayor que se retuerce las manos con nerviosismo. Hace tiempo que empezó a apostar en los salones para conseguir un sobresueldo con el que vivir mejor y, sin embargo, lo que logró fue un intenso deseo de tener siempre cerca su teléfono móvil para actualizar los resultados de los partidos. Si bien en ambos casos sus problemas comenzaron por factores distintos al que alude este artículo, lo cierto es que los dos padecen de 'nomofobia', lo que se entiende como "un miedo irracional a no tener acceso al móvil". 

Cuando se convierte en adicción

Aunque el término nomofobia (derivado de no-mobile-phone phobia) aparece descrito en internet como un miedo irracional a no tener el móvil a mano, su uso clínico es más controvertido. Se relaciona con el FOMO (fear of missing out), el miedo a perderse algo, especialmente experiencias sociales placenteras que otros sí están viviendo.

Pablo Mellado, psicólogo almeriense especializado en dependencia emocional y digital, explica que desde su profesión cuesta definir con claridad cuándo ese malestar al quedarnos sin teléfono es un fenómeno normal y cuándo es un problema que requiere atención: "El móvil se ha convertido en una herramienta de trabajo, comunicación y ocio, por lo que su ausencia genera un malestar que, en algunos casos, puede parecer natural", detalla, para después añadir que hay ciertas claves para detectar si ese uso se debe a una adicción.

Pablo Mellado, psicólogo almeriense especialista en dependencia digital.

Pablo Mellado, psicólogo almeriense especialista en dependencia digital.La Voz

"Si ese malestar se vuelve constante, aparece una incapacidad para desconectarse o se manifiestan síntomas similares a los del síndrome de abstinencia, reduciendo así la participación en otras actividades vitales, se podría hablar de nomofobia", enumera Mellado, quien señala que, en realidad, no es el aparato el que provoca ansiedad, sino sus funcionalidades: las redes sociales, los videojuegos, los mensajes... "Nadie desarrolla adicción a la calculadora del móvil, pero sí a Instagram o TikTok".

Así, se habla de un uso problemático del móvil cuando se experimenta una necesidad creciente de pasar más horas conectados, existe una incapacidad para dejar de utilizarlo pese al deseo de hacerlo, aparece malestar emocional al separarse del dispositivo y se produce un abandono o descuido de otras áreas importantes de la vida cotidiana.

Factores de riesgo

En numerosas ocasiones la nomofobia se ha materializado cuando hay un malestar previo. Y es que los dispositivos pueden actuar como gasolina sobre la llama. Según el psicólogo almeriense, hay dos perfiles especialmente propensos a desarrollar nomofobia: "Por un lado, se encuentra ese perfil que tiene tendencia a generar dependencia, ya sea de otras personas, sustancias o hábitos.  Por el otro, está esa persona que está pasando por un momento de crisis muy doloroso y no tiene en quién apoyarse para superarla".

En este último caso, diversos estudios advierten de que un uso excesivo de plataformas como Instagram, TikTok o Facebook puede agravar cuadros de ansiedad, depresión, trastornos de la conducta alimentaria o problemas de autoestima, especialmente entre los más jóvenes: "Se han desmantelado blogs destinados a fomentar la bulimia, en la que los adolescentes se animaban entre ellos a continuar. Es un entorno muy peligroso y adictivo", alerta el almeriense.

Un experimento realizado en 2018 con 3.000 usuarios de Facebook lo dejó claro: bastaron cuatro semanas alejados de la red social para que disminuyera su actividad digital, se redujera la polarización política y, sobre todo, aumentara su bienestar subjetivo. La mayoría, además, redujo el uso del dispositivo incluso después de finalizar el estudio.

No basta con proponerse dejar el móvil

La nomofobia no se resuelve con un simple "déjalo ya". Tampoco consiste en lanzar el teléfono al mar ni en descargar la enésima app de meditación. Según Mellado, la solución pasa por mirar más allá del dispositivo y analizar qué papel cumple el móvil en nuestra vida: "¿Lo usamos para sentirnos conectados o para no sentirnos solos, como muleta emocional? No debemos confundir el 'estar online' con el 'estar presentes'. La dependencia es una estrategia para tapar vacíos o para posponer lo importante", señala. En otras palabras, la solución no está en huir de lo digital, sino en construir fuera de la pantalla una vida lo bastante rica como para que el teléfono pase de protagonista a figurante.

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