La Voz de Almeria

Almería

La histórica plaza que ha sido conquistada por los bares y por el ruido

La Plaza Manuel Pérez y su entorno son un ejemplo de saturación hostelera.

La calle del Rinconcillo absorbida completamente por los clientes de los bares.

La calle del Rinconcillo absorbida completamente por los clientes de los bares.La Voz

Eduardo de Vicente
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Seguramente si usted pregunta por la Plaza de Manuel Pérez casi nadie sabrá donde se encuentra, pero a cualquiera que le hable de la plaza del kiosco Amalia no tardará ni dos segundos en ubicarse. El lugar es uno de esos rincones de la ciudad que no tienen un nombre antiguo que las defina y le dé prestigio. Su historia es un baile continuo de nombres según la época. Cada cambio político fue dejando un nombre distinto en esta pequeña plaza del centro de Almería. Hoy se llama de Manuel Pérez García, recordando a un ilustre catedrático de nuestro Instituto y político de ideas liberales que vivió entre 1867 y 1927. También llevó el nombre del republicano Nicolás Salmerón y después de la guerra civil el del falangista almeriense Alejandro Salazar.

Tanta mudanza le quitó fuerza a una plaza que no ha sido nunca un lugar de referencia a pesar de su situación privilegiada. Han sido más importantes los negocios que se establecieron en ella que el lugar en sí. Son mayoría los almerienses que conocen este rincón como la plaza donde está el kiosco Amalia o donde estaba la Tienda de los Cuadros, o la administración de lotería de El Gato Negro que por el nombre que figura en el callejero oficial.

La plaza ha tenido siempre el carácter de los lugares de paso, de camino que unía la Puerta de Purchena, corazón de la ciudad, con la calle de las Tiendas que en otra época fue la avenida comercial más importante compitiendo con el Paseo. En los últimos tiempos el negocio ha vuelto a florecer en la Plaza de Manuel Pérez gracias a la hostelería, que no solo se ha instalado de lleno en la zona, sino que la ha conquistado y se ha adueñado de ella con tanta posesión que el tramo donde se encuentran los bares es un territorio intransitable para el peatón que ya no le pertenece a la ciudad. Todo el espacio se ha llenado de mesas y de sillas y hasta la vía natural que corría pegada a las fachadas de los edificios se queda inutilizada los fines de semana cuando es invadida por los clientes del establecimiento de copas del antiguo Rinconcillo, que no dejan ni un solo palmo libre para poder transitar.

La Plaza de Manuel Pérez se ha transformado en el ejemplo más duro de la saturación hostelera, la muestra más evidente de que la preocupación de los responsables municipales porque algunas zonas históricas no fueran absorbidas por los bares era solo apariencia, que estamos inmersos en un tiempo en el que el negocio manda por encima del sentido común y que cualquiera que se atreva a cargar contra la hostelería se arriesga a ser crucificado. 

Aquí vale todo y para completar el desaguisado que envuelve toda esta zona tan llena de historia, se ha permitido que en la prolongación de la Plaza de Manuel Pérez, en esa explanada que lleva el nombre de Tomatito, se haya instalado otro bar con sus mesas y sus sillas, con su jolgorio y su ruido, bajo el disfraz de una furgoneta vintage. Para que la fiesta sea completa ese incomparable entorno histórico que tiene a la iglesia de Santiago como principal bastión, ha visto como en la Plaza de Vivas Pérez otro bar ha desembarcado sin límite alguno, colocando una terraza de grandes dimensiones y dudoso gusto estético, que se une a esa nueva realidad, intocable, imparable e insoportable que ha transformado una zona fundamental de nuestra ciudad en una terraza gigantesca, en un negocio puro y duro. Nadie duda de que los bares son necesarios y nos dan vida, pero dentro de un orden y de un equilibrio que respete la esencia de la ciudad y la vida de los vecinos.

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