¿Por qué el turismo en Almería ha perdido más del 30% de ingresos?
Sólo queda el ‘blablacar’ para competir con otros destinos turísticos

Avión en el aeropuerto de Almería.
La exasperante lentitud en los proyectos de desarrollo de nuevas infraestructuras de comunicaciones le cuesta a las empresas del turístico almeriense la pérdida de entre el 30 y el 35 por ciento de los ingresos que, con mejores transportes, podrían obtener. Son los cálculos y estimaciones que realizan los empresarios del sector, alineados en la Asociación de Hostelería de Almería, ASHAL, que desde hace años reclama una mayor celeridad en inversiones destinadas a la mejora de las comunicaciones.
Señalan que en materia de transporte aérea, Almería ha perdido alrededor de 200.000 visitantes con respecto al casi un millón de pasajeros que volaron en el aeropuerto de El Alquián en los años previos a la pandemia. La mayor parte de esos pasajeros son turistas extranjeros que, actualmente, suman apenas un 23 por ciento del total de personas que eligen la provincia para pasar unos días de vacaciones.
Modos del transporte
En la ecuación entran también a formar parte otros servicios, en especial el transporte ferroviario que sólo recientemente ha recuperado el segundo tren con Madrid, después de ser la última provincia andaluza en volver a contar con un servicio que ya tenía hace seis años y que se perdió con y tras la pandemia. Tampoco el tren de Sevilla ha recuperado las ya pobres conexiones prepandemia.
Los recelos entre los empresarios del sector de la hostelería se vuelven también hacia el transporte marítimo. El devenir de los últimos años apunta a un puerto que compite cada vez con más desventaja con otros andaluces como los de Algeciras, Málaga e incluso el de Motril, que ha ganado terreno con respecto a Almería. “Sin avión, sin trenes y con un puerto que apunta más a bar de copas que a centro de transporte, a los almerienses nos va quedando sólo el ‘blablacar’ para competir con otros destinos turísticos”, indican.
Guerra perdida
Esa escasez de medios de transporte, unido a la carestía de los vuelos y a la escasa competitividad del ferrocarril, ha provocado una creciente pérdida en uno de los objetivos que tiene planteados el sector turístico almeriense como es el de la desestacionalización. Lo avalan datos como el expuesto recientemente en una reunión del sector hostelero roquetero, que lamenta que si hace unos años se mantenían abiertos durante la mayor parte del año hasta 22 hoteles en este municipio, en la actualidad no son más de dos o tres los que permanecen abiertos durante el otoño y el invierno, reduciendo de forma drástica el número de plazas ofertadas.
Una batalla que se va perdiendo paulatinamente ante problemas como el de la escasez de incentivos para los posibles visitantes, pero también por la pobre oferta de modos del transporte para llegar a la provincia, que depende en gran medida de la carretera como única alternativa, desincentivando la llegada de más turistas y, en especial, de los que llegan desde el extranjero.
Precios por los suelos
Para los empresarios, esa debilidad en la oferta y la demanda de reservas hoteleras tiene un reflejo inevitable en los precios que se establecen en los diferentes establecimientos. En la actualidad esos previos son en torno a un 40 por ciento inferiores a la media de la competencia en otras provincias españolas.
La razón es que a un turista le cuesta más tiempo y más dinero viajar a la provincia, lo cual impide una mayor presencia de visitantes “porque si una familia tiene que gastar cuatro o cinco veces más en llegar a Almería que en hacerlo a Málaga, a Alicante o a otros puntos de las costas españolas, su presupuesto para alojamiento o alimentación se ve inevitablemente reducido”, indican fuentes de la Asociación de Hostelería.
Razones que llevan que mientras que es difícil encontrar en otras zonas del país hoteles de buen nivel, como los cuatro estrellas, por debajo de los cien euros por habitación y día, en Almería se pueden encontrar sin problemas hoteles en torno los 50 euros. Estos últimos meses el precio en las zonas turísticas de este tipo de alojamientos no llega a los 60 euros, mientras que en la capital la media se sitúa en torno a los 55 euros, según los datos que maneja ASHAL.
Motivos para viajar
Para las empresas del sector a Almería le faltan infraestructuras del transporte, pero también la precariedad de ‘motivos para viajar’, y es que la oferta complementaria de actividades tampoco ofrece incentivos para aquellos que eligen el destino Almería. Actividades que aprovechen las bondades de la provincia y en fechas adecuadas para hacerlas atractivas a los posibles visitantes.
Como ejemplo el Dreambeach, un evento musical que se ha colocado en plena temporada de verano, compitiendo con el turismo estacional y convencional, que ya generó protestas de los empresarios de la hostelería porque atraen a un público joven y de bajo poder adquisitivo, al tiempo que ‘expulsan’ a los turistas habituales por el alto nivel de ruidos, de molestias y de tranquilidad, uno de los mejores atractivos de la oferta turística almeriense.
Déficit estructural
Esa ausencia de inventivos y de actividades no hace sino incidir sobre los resultados de un sector que se las ve y se las desea para obtener una rentabilidad aceptable, un problema que además se refleja en el empleo, para el que no encuentran personal cualificado porque las ofertas de trabajo son para unos pocos meses y no colman las expectativas de los posibles candidatos a ocupar esos puestos de trabajo.
El aumento de la estacionalidad, la pérdida de medios de transporte colectivo como el avión (en otoño e invierno Almería sólo dispone de un único vuelo, con Reino Unido), el ferrocarril, que suma además las molestias que supone no disponer de una estación en la capital, obligando a los usuarios a partir desde Huércal; e incluso el barco, cada vez más limitado a la Operación Paso del Estrecho, con aumento de la competencia desde Málaga o Motril, y la escasez de una oferta complementaria que abra nuevas posibilidades a quienes se fijan en Almería como destino, se refleja ya en el descenso del número de establecimientos, tanto de alojamiento como de restauración, un número que ha bajado en los últimos años y está por debajo de los que había en la provincia hace ocho años, según los datos aportados por la Federación Española de Hostelería, de la que forma parte la Asociación de Hostelería de Almería.