“Esto es un doble asesinato”: la familia de Meri pide que se trate como viogen
Varias decenas de personas se unen a la familia de la mujer asesinada para pedir “la perpetua”

Los vecinos portaron una gran pancarta junto con carteles en apoyo a Meri y a su familia.

Ahogada con la correa del perro y quemada en Retamar: así mató Francisco a Meri
Á. Hernández / V. Navarro
Faltaban apenas diez minutos para que el reloj de la escuela antigua del barrio de Los Molinos marcara las 11:00 horas, y el ambiente que se respiraba en la calle ya advertía que el día no era una jornada cualquiera en este rincón popular de la capital almeriense. No muy lejos de allí, a las puertas de la cafetería El Indio, una furgoneta de la Policía Nacional aguardaba discreta, sincronizada con los pasos que poco a poco convergían hacia un solo propósito: pedir justicia para Meriam Fajouni (Meri), la mujer de origen marroquí de 38 años brutalmente asesinada el pasado 30 de diciembre. Con luz verde, el vehículo policial se dirigió a la Plaza de la Misericordia, donde algunas personas comenzaban a llegar tímidamente. En sus gestos se leía apoyo sincero hacia Souad Khamouchi, la madre de Meri, a quien los vecinos de Los Molinos conocen como Sofía. Junto a ella estaba Saray, la hija de la fallecida, ambas tratando de sostenerse mutuamente frente a un dolor que parecía desbordar la pequeña plaza.
A cada abrazo de familiares, amigos o vecinos, Sofía se deshacía en llantos. A su lado, completamente vestida de negro, estaba Saray, su nieta. La joven, a pesar de sus 20 años, se ha mantenido serena y firme, convirtiéndose en una muleta emocional donde su abuela ha podido apoyarse durante toda la concentración. Aunque la convocatoria no llegó a reunir más que a varias decenas de personas, el ambiente que se respiró en la Plaza de la Misericordia fue íntimo y cargado de familiaridad. Cada gesto, cada palabra, reflejaba indignación por el trágico final de Meri, la mujer a la que Francisco S.B. confesó haber estrangulado el pasado 30 de diciembre con una cadena de perro hasta matarla para después quemar su cuerpo en un descampado que se encuentra en el paseo de Castañeda, de Retamar, a unos minutos del desaparecido asador 'La Capea', en un intento de borrar cualquier rastro. Los congregados en la plaza dijeron “basta ya” ante un suceso que vuelve a cobrarse la vida de una mujer.
"Meri estaba embarazada de tres meses"
La madre de la víctima, entre sollozos, recordaba el brutal acto presuntamente cometido por Francisco S.B. contra su hija y el daño que esta muerte deja a su paso, especialmente el vacío dejado en la vida Saray, que ahora se ve obligada a continuar su vida sin su madre. “No solamente la mató, la quemó y la dejó tirada por ahí. Queremos que esté en la cárcel toda su vida porque no merece estar en la calle. Estamos destrozados y además ha dejado a una hija sin madre”, explicaba Sofía, la madre de Meri, con la voz ahogada por el dolor. Su relato, cargado rabia, dejó claro que el impacto de este crimen ha desbordado todo lo imaginable. La madre no solo exige justicia para su hija, sino también que el autor del asesinato pague con una vida entre rejas. "No merece volver a la calle. Pido cadena perpetua para él".
Tal y como adelantó La Voz, Sofía explicó a los medios que su hija podría haberse encontrado embarazada en el momento de su muerte, un detalle que añade aún más horror al crimen. La revelación hizo que la indignación en la Plaza de la Misericordia fuera aún más palpable, pues para la familia el suceso no solo se trata de un asesinato, sino de un “doble asesinato”, como señaló Sofía. “Todavía no tenemos los resultados de la autopsia, pero sabemos que mi madre estaba embarazada de tres meses cuando la mataron. Esto es un doble asesinato”, ha afirmado la madre la víctima con la voz quebrada.
Buscan que se instruya por violencia de género
Por su parte, Saray, más entera que su abuela, señalaba con determinación que desde la familia se pide que el caso sea instruido como violencia de género para que la pena sea más dura. “Hubiese o no hubiese relación, que todavía no lo sabemos porque no tenemos los resultados de la autopsia, es violencia de género porque es hacia una mujer”, afirmaba Saray con la voz firme, pese a la carga emocional que llevaba encima. La joven insistió en que, más allá de los detalles de la relación entre su madre y Francisco, lo que quedó claro fue el carácter machista del crimen. "Aparte de la forma cruel en la que ha sido, quitando esos casos y siendo otro, hoy puede ser mi madre y mañana puede ser otra. Es que si no hubiese sido ella, hubiese sido otra mujer, seguro, porque un hombre seguro que no iba a ser".
La huérfana confirmó que Meri y Francisco se conocieron en septiembre, antes de que el autor confeso del crimen se marchara a Alemania. “Volvieron a quedar cuando él vino, que vendría de vacaciones. Yo no lo conocía, pero ellos dos sí”, explicó Saray, dejando entrever que, a pesar de que la relación no fuera estable, el contacto previo al asesinato ya estaba marcado por ciertas circunstancias.
El dolor ha dificultado que los mensajes de justicia que resonaban por el megáfono pudieran fluir con facilidad, pero la voluntad de exigir justicia por Meri se mantuvo firme. Los manifestantes, unidos por el mismo sentimiento de rabia e impotencia, llevaron una gran pancarta en la que se leía: “¿Cómo se puede emplear... tanta violencia? Somos Meri”. A esta demanda, los vecinos respondieron al unísono con gritos de “justicia”, “Ni una más”, “Ni un paso atrás” y “Meri está aquí, Meri está con nosotros”.
En un momento espontáneo y cargado de emoción, la plaza se quedó en un largo y solemne minuto de silencio, un homenaje que no había sido convocado, pero que brotó del corazón de todos los presentes. Sofía y Saray, las dos mujeres más afectadas por la pérdida, sostenían un retrato de Meri, inmortalizada en una imagen que les servía de consuelo y recordatorio. A su lado, Joaquín, el hostelero originario de la popular cafetería El Indio de Los Molinos, lugar que Meri conocía tan bien, se mantenía firme, arropando a la familia en su lucha. Así, con las voces del barrio unidas en un clamor de justicia, la Plaza de la Misericordia se despidió en una tarde que, aunque oscura por el dolor, quedará marcada por la valentía de quienes luchan por que la muerte de Meri.