La medicina rescató a Nicasio Marín (Cádiz, 1959) de las ‘garras’ de la política -fue concejal en el Ayuntamiento de Almería- a tiempo para que pudiera asumir un papel clave en el control de la pandemia del coronavirus en la provincia,  sobre todo en las residencias de mayores, donde su intervención fue fundamental para atenuar el impacto de la primera ola del SARS-CoV-2, y probablemente para salvar muchas vidas.

Marín, entonces especialista en Medicina Interna en el Hospital Torrecárdenas,  fue uno de los principales responsables, junto a los dirigentes de la Delegación provincial de Salud, de la decisión de medicalizar las residencias y trabajó en primera línea de batalla en dos de ellas, la de Valleluz en Íllar y Santa Teresa Jornet en Almería capital. Por aquellos días recorrió cientos de kilómetros por carretera a diario, pero como dice, el esfuerzo mereció la pena y llevó incluso a que la Junta trasladara este ‘modelo almeriense’ al resto de Andalucía. Incluso desde Sevilla le ofrecieron dirigir la gestión de los centros, aunque lo rechazó.

Pero si su  papel fue decisivo en Almería, también lo ha sido en el Hospital Carlos Haya de Málaga, donde creó un espacio dedicado exclusivamente para pacientes de covid procedentes de residencias, con lo que se consiguió mejorar sensiblemente su asistencia médica.

Nicasio Marín se trasladó a Málaga por motivos familiares el año pasado tras concluir su trabajo en las residencias y después de tres décadas en Almería. Aquí trabajó desde 1990 en el Hospital Torrecárdenas, donde ha sido subdirector médico y jefe de Urgencias. También ha sido presidente del Sindicato Médico de Almería y, como ya se ha mencionado, concejal del PP en la capital. De esta etapa de su vida tiene un recuerdo agridulce: “Yo no soy político, pero no me arrepiento de aquella etapa.

Hice lo que pude , aunque estoy en deuda con los almerienses y pido disculpas por no haber podido hacer más”. Habitual en las redes sociales, quien le sigue ha podido comprobar que, en relación a la pandemia se ha mostrado desde el principio especialmente crítico con “las medidas medievales, propias de estados totalitarios” que han sido impuestas en España para combatir la pandemia, muchas de las cuales, a su entender, han sido “excesivas e innecesarias”.

“Al final todas las medidas son una sola, distancia social”, dice. “Con la mascarilla FFP2, una higiene adecuada, la ventilación de espacios y evitando  aglomeraciones se habría podido conseguir el mismo efecto que con esas medidas medievales”, afirma. Pero claro, también cree que los políticos ahora no pueden reconocer que lo que se hizo fue “una sobreactuación”.