El usuario del STUPIDPHONE
Cómo aprovechar los tiempos muertos que permiten los viejos móviles

Mi querido STUPIDPHONE
El término STUPIDPHONE no existe o, al menos, no existe aún. Debe entenderse, en cualquier caso, que un STUPIDPHONE es lo contrario de un smartphone, que es lo que usa casi todo el mundo. Yo, por el contrario, sigo usando un STUPIDPHONE, que es un artefacto entrañablemente arcaico que despierta sonrisas y dudas a partes iguales. En honor a la verdad, he de reconocer que mi STUPIDPHONE ofrece capacidades más interesantes que las mías en aspectos muy importantes: es capaz de recordar más números de teléfono que yo, necesita aportes energéticos con menor frecuencia que yo y, con un simple gesto en el teclado, guarda silencio, cualidad esta que sería muy útil en mi caso y en el de algunos compañeros de generación.
El STUPIDPHONE no piensa por su usuario. Como mucho hace sonar una música ridícula siempre que se le haya programado el sistema de alarma. No admite la recepción de videos de gatitos ni de ocurrencias, ni sirve para matar el tiempo mientras se toma café en compañía de personas siempre pendientes de la pantalla de sus respectivos smartphones.
En esos tiempos muertos de los que dispone el usuario de un STUPIDPHONE se puede llegar a pensar fuera del sistema. Fuera de la arrolladora avalancha de informaciones que dan la vuelta al mundo varias veces por minuto en lenguas distintas y bajo puntos de vista tan disonantes, que un mismo hecho o idea pueden parecer lo contrario, según llegue a su destino de un modo u otro.
La agricultura almeriense es cada día más smart, por suerte. Pero quizás necesite de vez en cuando el punto de vista stupid, al margen de las corrientes dominantes. Un punto de vista generado en esos tiempos muertos que los eficientes y conspicuos usuarios de smartphone a penas disponen ya. Por ejemplo, para hacerse preguntas sin que las redes sociales o el WhatsApp se adelante a ofrecer respuestas a cuestiones que ni siquiera me había planteado.
Los tiempos muertos que favorece el STUPIDPHONE con todas sus limitaciones permiten a veces plantear preguntas que no suelen circular por la nube. A lo mejor, preguntas inútiles. O, a lo mejor, no: ¿Existe vida más allá del modelo agrícola almeriense? ¿Hay margen para seguir expandiendo el modelo? ¿Qué es más interesante: vender más cara la producción integrada o convertirlo todo en producción ecológica?
La modesta pantalla de mi STUPIDPHONE sólo ofrece la hora y el aviso de mensajes SMS, cada vez menos frecuentes. Ni de lejos presenta las infinitas potencialidades de un smartphone, con el que se puede pagar la zona azul o conocer los precios del día. Pero, en su humilde estupidez, deja un margen para bajarse en marcha del tren de la prisa cotidiana en cualquier apeadero sin nombre y pensar unos minutos sin la exigencia de resolver ningún problema concreto.
Sostienen los expertos en física cuántica que el observador influye en el objeto observado. El usuario de smartphone es, en realidad, el "objeto" observado por miles de operadores y de aplicaciones automáticas. El usuario de STUPIDPHONE, en cambio, tiene la opción de ser observador en toda su dimensión. Y quizás modificar lo que observa....
Con todo, no se deshagan de sus smartphones. Basta con darle una oportunidad a los tiempos muertos, a esos vacíos en los que se puede pensar sin condicionantes.