Almería es tierra de contrastes. En un entorno dominado por el clima semidesértico, con ramblas agrietadas por la sequía y laderas donde apenas crecen los arbustos, sorprende que exista un auténtico oasis verde que parece resistirse al paso del tiempo y al avance de la desertificación.

Este paraje es uno de los grandes secretos naturales de Almería. Desde la carretera apenas se intuye su existencia, pero una vez en su entorno, el paisaje comienza a transformarse. 

Se trata de una ruta sencilla, de apenas 3 kilómetros ida y vuelta, que conduce al nacimiento de un río y a sus piscinas naturales, uno de los lugares más refrescantes y singulares de la provincia.

Para llegar a ella, hay que coger la salida de la Autovía del Mediterráneo (A-7) en dirección a Sorbas, hasta llegar al pequeño núcleo de Los Molinos del Río Aguas, donde se puede estacionar el vehículo.

El cauce del río Aguas, alimentado por filtraciones subterráneas del Karst en Yesos de Sorbas, mantiene un flujo constante de agua durante todo el año. Gracias a esto, la vegetación se vuelve exuberante: cañaverales, adelfas, juncos y álamos crean una galería vegetal por la que discurre el sendero. 

En verano, el contraste con el entorno árido resulta todavía más espectacular: donde fuera apenas hay polvo y piedras, aquí reina la sombra y el frescor.

Las pozas naturales que forma el arroyo son uno de sus grandes tesoros. Algunas pequeñas y escondidas entre las rocas; otras más amplias, ideales para el baño. Sus aguas claras, tranquilas y frías ofrecen un refugio perfecto en los meses más calurosos. Además, es fácil ver tortugas autóctonas, como el galápago leproso, que nadan o toman el sol en las orillas.

Pese a su apariencia constante, el caudal del río ha disminuido en las últimas décadas por la presión del acuífero. Aun así, sigue siendo un rincón único, donde la naturaleza se resiste a desaparecer y regala al visitante una experiencia inesperada en pleno corazón del desierto almeriense.