La Voz de Almeria

Turismo Rural

El muro del amor de París tiene un gemelo secreto en un rincón de Almería

La pintura para la que hacen cola cientos de turistas en Montmartre también se puede ver en un lugar de la provincia

Un mural con la frase 'Te Quiero' escrita en muchos idiomas junto a la Iglesia San Benito.

Un mural con la frase 'Te Quiero' escrita en muchos idiomas junto a la Iglesia San Benito.Carlos Miralles

Elena Ortuño
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Hay un muro en el que caben todos los idiomas del mundo. Custodiado por las escaleras de Montmartre, es habitual hallarlo salpicado de turistas que hacen cola para capturar el momento en una fotografía, así como de amantes que se rozan los dedos con la excusa de un "je t'aime". Ese mural, tan popular entre los parisinos, tiene un hermano de sangre en un rincón escondido junto al Mediterráneo; un gemelo que habla también en muchas lenguas, pero que lo hace bajo la luz de otro cielo más cálido y azul. Se encuentra entre las calles de un pueblo de Almería, donde el arte ha convertido las fachadas en galerías abiertas. Allí también se escribe "te quiero". Pero de otra forma.

Un mellizo en Almería

Constanza Fernández Rivas es una amante de París, su sueño siempre había sido viajar a la capital francesa y hoy en día puede asegurar que ha satisfecho ese anhelo en más de una ocasión. El muro de Vícar se encuentra en la pared de la vivienda que comparte con su compañera Noelia. Allí, recreó un fragmento de la ciudad que le cautivó el corazón. Y no es casualidad que escogiesen justo aquel trocito de París para plasmarlo en su hogar: "En diciembre de 2018 viajé a París con una amiga que acababa de separarse de su pareja. Recuerdo que pasamos muchísimo frío. Pasamos por allí y nos quedamos extasiadas. Al volver quisimos homenajear al amor", cuenta Constanza: "Noelia y yo dejamos que participaran todo aquel que quisiera, pero lo pagamos todo nosotras, hasta las pinturas".

Si uno busca en Internet formas de decir ‘te quiero’ en diferentes idiomas, las primeras entradas engloban un centenar. Esas primeras lenguas son las que ambas vicarias escribieron en su pared: "En 2022 regresamos a París y al mural. Allí, tuve la suerte de lograr una fotografía mía frente a la obra de arte, a solas. Es muy difícil porque siempre hay gente alrededor, pero recuerdo que le grité a mi amiga: ¡Mari Mar, échame una foto! Abrí los brazos y los turistas a mí alrededor se apartaron", relata, aportando un poquito de la magia que sintió en aquel momento.

Sus continuos viajes sirvieron para registrar, foto a foto, la gran cantidad de idiomas y dialectos presentes en la pared creada por Fréderic Baron y Claire Kito en la Place des Abbesses. "Lo que comenzó como una pequeña réplica de 100 idiomas hoy ya reúne más de 200".

Metamorfosis kafkiana

Mientras que en aquel viaje a la Ciudad de la Luz ambas sufrieron las consecuencias de un clima frío e inhóspito, en Vícar la torridez e intensidad del sol ha hecho mella en la pintura. Dicho deterioro ha facilitado la metamorfosis del Muro del Amor en más de una ocasión: "En París cada pintita roja simboliza un trozo de un corazón roto. Nosotras quisimos hacerlo diferente: la primera vez cada uno pintó su pequeño corazón: los sobrinos de Noelia, sus padres, nosotras dos…". Esta colección de órganos vitales con olor a pintura sumó además un homenaje a las mujeres valientes, materializado en un corazón con alas.

Constanza, Noelia, María y otras amigas frente al mural durante La Noche de las Velas.

Constanza, Noelia, María y otras amigas frente al mural durante La Noche de las Velas.La Voz

Estos pequeños bocetos rojos crecieron y se unieron para transformarse un tiempo después en otro más grande, fragmentado pero unido, como si se intentase arreglar con pegamento un corazón roto. Dice el dicho 'el tiempo todo lo cura'. Y parece que el órgano vital de Vícar le ha dado la razón: la tercera transformación del mural -que es también la más reciente- consistió en pintar un corazón en todo su esplendor: vistoso, bonito y en una sola pieza: "La próxima vez que lo pintemos será para la noche de las velas. Habrá que esperar hasta entonces", promete enigmática al tiempo que orgullosa.

El original: una historia digna de conocer

Todo empezó con una libreta y una obsesión. Frédéric Baron quería atrapar el amor en palabras, no en una, sino en todas. Le pidió a su hermano pequeño que escribiera "te quiero" en distintos idiomas, luego fue tocando puertas en su barrio: vecinos árabes, portugueses, rusos… Uno tras otro, los idiomas se fueron sumando hasta convertirse en un archivo universal del amor. Cuando ya tenía más de 200 maneras de decirlo, Baron buscó a la calígrafa Claire Kito, que convirtió esa colección íntima en un mural: 612 baldosas de lava esmaltada, 311 "te amo" distintos, reunidos en la Place des Abbesses, en el barrio de Montmartre. Un rincón que late en todas las lenguas.

El Muro del Amor original, en Montmartre, París.

El Muro del Amor original, en Montmartre, París.Elena Ortuño

Más allá de su empalagosa apariencia, Frédéric lo pensó como una trinchera volteada: un muro que, en lugar de separar, uniera. El amor como antídoto al cemento, al olvido, a la frontera. Como contaba Constanza, las salpicaduras rojas que cruzan su superficie no fueron pintadas al azar: forman un corazón roto, pero con todas sus piezas visibles, esperando ser reconstruido. Desde su inauguración en el año 2000, el Mur des Je t’aime es un lugar de peregrinación para quienes aún creen en el cariño como idioma universal. Un lugar cuyo eco alcanzó el otro lado del mapa: a un pueblo del sur de España donde dos soñadoras decidieron que también allí debía decirse "te quiero" en todos los idiomas posibles.

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