Los tres tesoros ocultos de Almería: bosques submarinos, historia enterrada y paisajes de ensueño
Turaniana, la barrera de Posidonia o el paraje de Punta Entina-Sabinar son algunas localizaciones únicas de la provincia

Punta Entina Sabinar Roquetas de Mar.
Todos conocemos los kilómetros de playas de la costa de Almería, desde Pulpí hasta Adra. No son pocas las calas y rincones que visitar en esta tierra bañada por el sol prácticamente los 365 días del año, entre monumentos como la Alcazaba, la catedral, sus parajes naturales como el desierto de Tabernas, único en toda Europa, o las majestuosas sierras que la abrazan. Almería es la única provincia de España donde se puede disfrutar del mar, del desierto y de la montaña en apenas una hora de trayecto.
Pero si eso no fuera suficiente, cada ciudad, cada rincón, guarda en silencio su propio secreto. Roquetas de Mar, entre la brisa del Mediterráneo y el bullicio de sus paseos marítimos, esconde tres tesoros que pocos conocen. Lugares mágicos que han sobrevivido al tiempo, a la modernidad y al olvido. Lugares que invitan a mirar más allá de lo evidente.
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Marina Ginés
Turaniana: la ciudad invisible bajo nuestros pies
A escasos metros de la línea de playa, entre Aguadulce y Las Salinas, se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos más enigmáticos de la costa almeriense: Turaniana, una antigua ciudad romana que parece resistirse a desaparecer del todo.
No hay grandes columnas, ni foros, ni estatuas visibles. Pero bajo la tierra, el pasado duerme en silencio. Las excavaciones han revelado vestigios de factorías de salazones, hornos, viviendas, muros y hasta una necrópolis. Restos que datan de los siglos I al VI d.C., cuando esta zona era un enclave clave en la red comercial romana del sureste peninsular.

Campaña de excavación 2021 en el yacimiento de Turaniana.
Se la menciona ya en el siglo XIX, pero no fue hasta 1959 cuando los primeros trabajos arqueológicos comenzaron a sacarla a la luz. Hoy, Turaniana sigue siendo un misterio a medio revelar, un lugar donde el tiempo quedó sepultado. Declarado Bien de Interés Cultural, este yacimiento es mucho más que un puñado de piedras: es memoria viva, una ciudad fantasma que aún se intuye bajo las arenas, y que espera, pacientemente, ser reconocida por su gente.
Caminar por esa franja costera sabiendo lo que allí se oculta cambia la forma de mirar el paisaje. Donde otros ven un terreno vacío, Turaniana susurra historias de comerciantes, marineros, rituales y dioses olvidados.
El arrecife de Posidonia: el bosque que respira bajo el mar
Entre Roquetas y Aguadulce, oculto bajo las aguas, se encuentra un segundo tesoro que muchos bañistas ignoran al sumergirse: el arrecife de Posidonia oceánica, un monumento natural único en Andalucía y uno de los pocos que quedan en el Mediterráneo occidental.
No se trata de un coral ni de algas: es una planta marina milenaria, con hojas verdes y largas que se mecen con la corriente como si danzaran. Sus praderas submarinas forman una barrera natural que protege la costa de la erosión, fija los sedimentos, oxigena el agua y sostiene una biodiversidad sorprendente.

Barrera de posidonia Roquetas de Mar.
Más de 800 especies encuentran refugio en este bosque submarino: lubinas, doradas, meros, sargos, esponjas, camarones, y un sinfín de organismos diminutos que conforman un universo entero, invisible para quienes no se sumergen.
Bucear en sus aguas es descubrir un mundo silencioso, luminoso y lleno de vida. El arrecife de Posidonia no solo es belleza: es equilibrio, salud y memoria ecológica. Un ecosistema frágil que nos recuerda cuánto podemos perder si no aprendemos a mirar bajo la superficie.
Punta Entinas-Sabinar: el último paisaje intacto
Y si el primer tesoro se esconde bajo tierra, y el segundo bajo el agua, el tercero se despliega a cielo abierto. Al suroeste de Roquetas de Mar, compartiendo espacio con El Ejido, se extiende el mágico Paraje Natural Punta Entinas-Sabinar, una cápsula del tiempo donde la naturaleza conserva su forma original.
Con casi 2.000 hectáreas, este paraje mezcla dunas, humedales, salinas antiguas, playas vírgenes y lagunas estacionales. Allí crecen sabinas suaves, lentiscos, juncos, cambroneras, lavandas de mar, margaritas costeras, y hasta especies únicas como la Ononis talaverae o el misterioso hongo Beenakia mediterránea.
Sus charcas o charcones son santuarios para aves migratorias y residentes: flamencos, fochas, ánades reales, gaviotas de Audouin y la emblemática malvasía cabeciblanca, especie en peligro de extinción.

Punta Entina Sabinar.
Es un lugar de contrastes: entre la sal y la arcilla, entre la brisa marina y la arena caliente, entre la calma y el canto lejano de las aves. Un lugar donde el tiempo no avanza al ritmo de los relojes, sino al de las estaciones, las migraciones y el viento de poniente.
Turaniana, el arrecife de Posidonia y Punta Entinas-Sabinar no forman parte de los circuitos turísticos convencionales. No salen en las guías más vendidas ni en los rankings de moda. Pero quienes los conocen, quienes los pisan, los bucean o los contemplan, no los olvidan jamás.
Roquetas de Mar no solo es playa. Es historia enterrada, bosques submarinos, ecosistemas ancestrales y belleza salvaje. Tesoros escondidos que están esperando a que alguien, con ojos curiosos y corazón abierto, los vuelva a descubrir.