Almería es una ciudad que se descubre a golpe de luz y sal. Quien la visita por primera vez suele quedar atrapado entre su historia milenaria, su costa de aguas cristalinas y su sabor a la paradoja de su tierra árida y fértil a la vez.

Si solo se tiene un día para recorrerla, cada paso cuenta: desde la imponente Alcazaba, que domina la ciudad desde hace más de mil años, hasta el Paseo Marítimo, donde el Mediterráneo se funde con la vida cotidiana de sus habitantes, hay muchos lugares icónicos en los que conocer la esencia del enclave. En este artículo, La Voz de Almería recoge unos pocos. Y es que la capital, incluso si solo se dispone de 24 horas para conocerla, tiene el poder de dejar una huella imborrable en quien la visita.

Cabe recordar, sin embargo, que Almería es mucho más que su ruta imprescindible de un día. Para quienes dispongan de más tiempo, la ciudad esconde rincones que merecen una visita pausada. El Museo del Realismo Español Contemporáneo (MUREC), ubicado en un elegante edificio histórico que funcionó como hospital, es una joya reciente donde el arte figurativo cobra protagonismo. También la antigua estación de tren, con su imponente estructura de hierro y vidrio, recordatorio del esplendor ferroviario de principios del siglo XX, es una parada obligada para los amantes de la arquitectura y del ferrocarril.

Explorar la historia más profunda de la ciudad lleva también hasta las canteras califales, donde se extrajo la piedra con la que se construyeron monumentos como la Alcazaba. O hasta el faro de San Telmo, desde donde las vistas al Mediterráneo regalan una postal única de la bahía. Y para los cinéfilos, la Escuela de Artes, cuyo patio sirvió de escenario para 'Indiana Jones y la última cruzada', es un guiño a la larga relación de Almería con el cine, como también lo es su Paseo de la Fama. Todos ellos son lugares que quedan fuera de nuestro recorrido exprés, pero que dan una visión más completa de una ciudad llena de historia, arte y paisajes inolvidables.