Una almeriense, al frente del montaje de la gran procesión en Roma del Cachorro y la Esperanza
Carmen Martínez Cruz, de Macael, es arquitecta y trabaja en la restauración de monumentos en Roma

La arquitecta almeriense Carmen Martínez Cruz, en la Gran Procesión de Roma, ante la Esperanza de Málaga.
A Carmen Martínez Cruz le corre el mármol por las venas. De Macael, y con familia en Olula del Río, los recuerdos de esta joven almeriense están salpicados de saltos entre bloques de piedra blanca y horas junto a su padre en Ábselen Mármoles, la empresa familiar. Y su trayectoria profesional tiene mucho que ver con sus orígenes, aunque a más de 2.000 kilómetros de casa. Martínez Cruz es arquitecta, vive en Roma y es la responsable técnica de un evento histórico: esta almeriense es la directora técnica de la Gran Procesión del Jubileo de las Cofradías que ha llevado al Cachorro de Sevilla y a la Esperanza de Málaga ante el Coliseo.
"Fue el destino y mucha suerte", reconoce Martínez Cruz en declaraciones a LA VOZ. Una serie de coincidencias conectaron a esta arquitecta almeriense con la promotora y coordinadora de la Gran Procesión, la profesora universitaria malagueña Paloma Saborido. "Recibí la primera llamada de Paloma, me dijo que vendría a Roma, que le gustaría conocerme y enseñarme lo que tenían planteado hacer... Desde ese momento no paramos de trabajar, fue algo increíble, porque ella es una persona super trabajadora y a mí me entusiasmó el proyecto", recuerda hoy la almeriense.
El proyecto, de hecho, no ha terminado: aunque el Cachorro ya está en Sevilla y la Esperanza en Málaga, en Roma quedan los restos de un evento histórico. No en vano, Martínez Cruz ha sido (entre otras cosas) 'la madre del tinglao' en el que se montaron los pasos y desde donde salió la procesión y, en el momento de escribir estas líneas, Roma aún acoge el desmontaje de las estructuras efímeras que acogieron la logística necesaria para la procesión.

Tinglao en Roma con el Cachorro y la Esperanza, diseñado por la almeriense Carmen Martínez Cruz.
"Mi rol ha sido el de directora técnica de la procesión: todo el recorrido de la procesión y la planificación de las estructuras necesarias para alojar los tronos, permitiendo la posibilidad de montarlos dentro", resume Carmen Martínez Cruz.
"Parece obvio, pero ha sido bastante complicado proyectar todo para que sirviese como espacio de presentación de los tronos y al mismo tiempo de montaje... Hemos tenido que tener en cuenta y estudiar junto a los montadores de los tronos cómo se tenía que montar cada uno, porque eran diferentes. La Esperanza tenía una técnica y un método distinto al del Cachorro, y había que incorporar esas técnicas a una estructura totalmente novedosa aquí", plantea la almeriense a la hora de enumerar los retos y dificultades a los que se ha tenido que enfrentar.
Pero el trabajo de la arquitecta no se limitaba al diseño de la famosa carpa que, revestida con el aspecto de la Puerta Santa del Vaticano, sirvió de punto de salida para la procesión del Cachorro y la Esperanza: "No era solo una estructura, eran dos... La grande para el Cachorro y la Esperanza y, por detrás, una pequeño para el Nazareno de León y la Dolorosa de Enna, Sicilia. Y en el centro una serie de casetas que servían de espacio logístico para la procesión". El diseño de todo ello y, claro está, el control de la ejecución de lo necesario, tanto de la propia estructura como del desarrollo del montaje de los tronos y la preparación del recorrido de la procesión.
"Ha sido increible"
Martínez Cruz es creyente, pero no cofrade. No obstante, su sensibilidad hace que atesore en su memoria joyas a las que ha regresado ahora gracias a la Gran Procesión de Roma: "Siempre me ha emocionado mucho la Semana Santa; una cosa que yo hacía siempre con mi abuela desde que tuve carnet de conducir era llevarla a las procesiones de Olula del Río e iba siempre con ella y me recuerda mucho a ella. Eran momentos muy intensos y siempre me ha gustado", recuerda hoy.
Así, esta línea en su imponente curriculum será una de las más especiales y, desde luego, única e insólita. "A nivel técnico, para mí ha sido complejo porque nunca me había enfrentado a un proyecto así. El montaje de los tronos en sí, con piezas tan importantes de un valor incalculable... Estudiar ese trabajo con personas que sentían toda esa pasión y saber que estás trabajando con un elemento que crea esa emoción tan grande en la gente... Eso ha sido lo más difícil, ha sido para mí lo mas importante", plantea Carmen Martínez Cruz.

El Cachorro y la Esperanza, en el Vaticano.
Así, entre la admiración por el trabajo de montaje de priostes y albaceas y las emociones generadas por todo lo allí vivido, esta macaelera no solo se introdujo en un universo al que era ajena, sino que fue partícipe y responsable de lo que se disfrutaría el sábado 17 de mayo en la calle. "Me han generado mucho respeto tanto a las imágenes y los tronos como el trabajo de la gente", reconoce la arquitecta. "Parecía casi una operación de cirugía, era todo milimétrico. Todo muy cuidadoso, cada detalle, cada movimiento, todo super calculado y estudiado... No se puede comparar con el montaje de ninguna otra cosa. Es algo realmente sagrado. Durante el montaje yo no quería hablar, no quería molestar, no quería decir nada... Ha sido algo único. Me ha parecido asombroso", explica la joven aún hoy emocionada e impresionada.
La repercusión de la procesión
En estos días se debate mucho sobre la rentabilidad emocional y espiritual de la Gran Procesión con la que se ponía la guinda del Jubileo de las Cofradías. Si ha tenido repercusión o no, si ha faltado presencia institucional vaticana... Y, en este sentido, lo cierto es que tanto en Italia como dentro de la propia organización ha sorprendido (y para bien) el resultado.
Así lo reconoce la propia Carmen Martínez Cruz. "No me he dado cuenta de lo importante que ha sido esto y va a ser esto para mi vida hasta el momento en el que vi la procesión", confiesa.
Por su implicación con el proyecto, y estando en coordinación con Protección Civil, Policía y Bomberos de Roma, la almeriense no pudo disfrutar de lo que ella misma había ayudado a organizar hasta el final. "Cuando ya subía por la cuesta de Vía Claudia dije 'Voy a ver la procesión'. Ahí me di cuenta de lo verdaderamente impresionante que ha sido este evento. Y también ahora estoy dándome cuenta de todo lo que ha pasado durante este tiempo: todas las reuniones en el Ayuntamiento, en el despacho del alcalde de Roma, visitas a la Embajada, al Vaticano... Ha sido algo verdaderamente increíble, algo que no me imaginaba mientras iba surgiendo, porque con el trabajo no te dabas cuenta de lo importante y lo grande que se estaba haciendo todo", reflexiona la almeriense.
¿Una conclusión? Martínez Cruz lo tiene claro: "Creo que todo ha salido muy bien y me siento contenta y satisfecha, ha sido un salto en lo personal y en lo profesional".
Mientras tanto, en Italia la procesión del Cachorro y la Esperanza "ha sido una sorpresa completamente. Nadie, excepto algunas personas que habían ido a Andalucía, sabía lo que se iban a encontrar el día de la procesión. Y realmente cuando lo vieron la gente estaba maravillada, estupefacta, no daban crédito", cuenta la macaelera en base a opiniones y confesiones de su entorno italiano.
Además, "nos han llegado muchísimos elogios por parte del ayuntamiento, porque superó las expectativas de lo que ellos esperaban. Ellos no sabían muy bien lo que se iban a encontrar", cuenta. "En Roma hay procesiones, pero muy pequeñitas", aclara la almeriense.