La Voz de Almeria

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¿Quién es el empresario anónimo que ha donado “muchos millones” al Obispado?

El misterioso donante habría dado “muchos millones” para enmendar la deuda de la Diócesis

Imagen de archivo del obispo, Antonio Gómez Cantero, con el Papa Francisco.

Imagen de archivo del obispo, Antonio Gómez Cantero, con el Papa Francisco.La Voz

Álvaro Hernández
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La sorpresa saltaba el 10 de septiembre de 2024: a pesar de que todo parecía conducir a la inevitable venta del edificio del Seminario más pronto que tarde, un comunicado del Obispado de Almería anunciaba que, finalmente, no habría venta ninguna gracias a "una donación de un empresario que me ha pedido como condición su anonimato", exponía el propio obispo, Antonio Gómez Cantero. Han pasado meses y Gómez Cantero ha añadido algo más de información recientemente, aunque el misterio persiste. "Nos ha dado muchos millones de euros", explicaba el prelado. 

¿Cuál es la cifra exacta? Aunque solo la Iglesia sabe los números con exactitud, es relativamente fácil hacerse una idea del significado de la expresión "muchos millones". No en vano Gómez Cantero ha dado otra pista: la deuda ha pasado de ser de 24 millones de euros a algo menos de siete millones. Esa diferencia de 17 millones de euros sale de la donación multimillonaria y de la venta de propiedades como el edificio parroquial de la iglesia de Montserrat al Colegio Oficial de la Abogacía por poco más de un millón, el garaje del Colegio Diocesano San Ildefonso por una cifra que rondó los dos millones y medio de euros, el Colegio Virgen de la Chanca a los Marianistas por una cantidad desconocida y otras parcelas, como un chalet en Aguadulce cuyo precio de partida era de 700.000 euros. De esta forma, la cifra donada por el "empresario anónimo" podría no andar muy lejos de los 10 millones de euros, billete arriba, billete abajo. 

¿Quién es el misterioso donante?

Con esa cifra aproximada de partida, las líneas que vienen a continuación se mueven entre la adivinanza y la rumorología, haciendo que este artículo forme parte más bien del género de la opinión o el análisis, y no el meramente informativo. Así que, llegados a este punto, solo hay que seguir el rastro del dinero haciéndose un par de preguntas.

¿Quién daría de forma totalmente desinteresada y desde el más absoluto anonimato unos diez millones de euros? En el sector empresarial almeriense los candidatos con semejante cantidad de dinero disponible para regalarlo no alcanzan ni a ocupar los dedos de una mano. ¿Alguien del sector de la piedra? ¿Quizás la más poderosa cooperativa agrícola? ¿A lo mejor una empresa de logística que genera millones transportando en camiones hortalizas almerienses? ¿Una cadena hotelera? La cifra sigue sonando disparatada para cualquiera de estas cuatro variopintas opciones, las cuales descartamos con otras dos preguntas y una frase del obispo: para empezar, ¿daría tanto dinero por amor a la Iglesia y a Dios? ¿Sin anunciarlo y, al menos, hacer de ellos una excelente campaña de imagen?. Pero, sobre todo, pesan las palabras del obispo en el comunicado de septiembre de 2024: "Una donación que he recibido de un empresario de fuera de la Diócesis". 

El hecho de que el dinero venga de fuera de Almería, lejos de encauzar el misterio, lo dispara aún más. Porque, quizás, embriagado por el amor a su tierra, un multimillonario almeriense católico hasta la médula podría liarse la manta a la cabeza y pagar de su bolsillo los desmanes financieros de la Diócesis de Almería. Pero, ¿alguien de fuera? La pregunta ya no sería '¿quién?', sino más bien '¿por qué?'.

A partir de este punto, cabría la posibilidad de mirar hacia la madrileña calle Añastro, sede de la Conferencia Episcopal Española. Quizás, en un intento por cerrar el drama económico almeriense, la institución que congrega a los obispos españoles ha buscado a un mecenas sin nombre para que arregle el entuerto. En abril, pocos meses antes de la milagrosa aparición de los millones, visitó Almería el vicesecretario general para Asuntos Económicos de la CEE, Fernando Giménez Barriocanal y se reunió con el obispo. ¿Y si...? No obstante, esa teoría tiene corto recorrido: el propio Barriocanal se muestra habitualmente férreo a la idea de que cada cual se pague lo suyo, lo que choca bastante con la idea de que alguien llegue a financiarle el roto a la Diócesis de Almería. Más allá de la opinión personal de uno de los hombres de mayor peso en la Iglesia de España, cabe hacerse otra pregunta: ¿Por y para qué deberían preocuparse los demás obispos de lo que hagan los de Almería para tapar sus agujeros? Y, sobre todo, ¿por qué vamos a buscar millones para Almería y no para otras diócesis?.

La apuesta ganadora

Y llegamos al último eslabón de la cadena. Un par de preguntas más, basadas en un hecho innegable: cuando el Vaticano envió en 2021 a Antonio Gómez Cantero como obispo coadjutor con plenos poderes sobre la economía de la Diócesis de Almería lo hacía para enmendar el entuerto financiero de este rincón de la Iglesia católica corrigiendo a Adolfo González Montes estando este aún en activo. Más allá de la división que esto generó, es indudable que la elección de Gómez Cantero como bombero de lo económico fue una decidida apuesta personal del Papa Francisco, quien decidió atajar el problema lo antes posible y no esperar a que González Montes llegara a su jubilación. La situación exigía prisa y cirugía.

Sin embargo, la situación no se podía solucionar así como así. La deuda era mucha, los intereses crecían y los inmuebles no se vendían con la fluidez prevista. Y, aún vendiendo edificios, la deuda iba a seguir siendo monstruosa. 

Llegados a este punto, cabe hacerse unas últimas preguntas. ¿Quién está especialmente interesado en que la gestión de Antonio Gómez Cantero llegue a buen puerto a pesar de que la tarea es titánica? No en vano, lo importante es que la apuesta fuera ganadora. Hay quienes dicen que los pasillos del Obispado susurran que la respuesta tiene acento argentino y reside en el país más pequeño del mundo, uno que ha visitado últimamente en un par de ocasiones el propio obispo. Hay quienes lo rumorean y hay quienes lo afirman. Y lo cierto es que, en cierto sentido, encaja. Al fin y al cabo, todos los caminos llevan a Roma. 

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