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La alta artesanía de la moda nace de las manos de dos almerienses

Ana y Celia, madre e hija, crean y confeccionan piezas de piel únicas bajo su propia firma 'Blam Atelier'

Celia y Ana en su atelier en pleno centro de Almería.

Celia y Ana en su atelier en pleno centro de Almería.Marina Ginés

Marina Ginés
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¿Se imaginan un vestido de alta costura hecho con piel de cerdo o de salmón? Y no, no estamos hablando del icónico vestido de chuletas de Lady Gaga. Esto no es provocación, ni disfraz. Es moda hecha desde el conocimiento, la técnica y la visión. Prendas que parecen imposibles, pero están ahí: reales, elegantes, y confeccionadas en un taller de Almería.

Y no es un taller cualquiera. Blam Atelier, formado por Ana Muñoz Oña y su hija Celia Blanco, es uno de los pocos estudios en España donde el 75% de la producción se realiza en piel.

Lo que nosotras hacemos, a excepción del madrileño Javier Marinero, no lo hace nadie más. El resto de diseñadores pueden usar piel en una o dos prendas, pero que sea el eje de la colección, solo estamos nosotras y él", explican madre e hija. 

Desde hace cinco años, Ana (1961) y Celia (1994) lideran este espacio que une dos mundos: la experiencia de más de cuatro décadas en peletería de Ana y la visión contemporánea del diseño de moda de Celia. Y lo hacen desde Almería, una ciudad alejada de los grandes focos de la moda, pero que ha demostrado ser terreno fértil para lo excepcional.

Almería es una ciudad pequeña, donde uno no se imagina que puede triunfar la alta costura, pero después de cinco años podemos decir que no nos va nada mal”, dice Ana, con esa mezcla de realismo y orgullo que solo da la experiencia y añade, "Nosotras no hacemos alta costura, hacemos alta artesanía".

Un amor odio por el oficio

Ana lleva más de 40 años en el oficio. La peletería ha sido su lenguaje durante toda una vida. En casa, en el taller, las pieles siempre estuvieron presentes. Su hija creció viéndola trabajar sin descanso, aunque durante años, no lo vio con admiración, sino con rechazo.

“En las funciones del colegio mi madre me hacía los trajes y eran espectaculares, pero nunca podía venir a verme”, recuerda Celia. “De pequeña odiaba su trabajo, porque ocupaba todo su tiempo”.

Lo que parecía una distancia definitiva se transformó con el tiempo. Celia arrancó en el mundo de la moda desde otro ángulo: como fotógrafa, como modelo. Empezó en sesiones pequeñas, buscando looks que no encontraba en tiendas convencionales.

“Había piezas que no existían o eran imposibles de conseguir, así que empecé a hacerme yo misma lo que necesitaba”, cuenta. Esa necesidad la empujó, sin darse cuenta, al diseño.

-Mamá...y si....

Decidió entonces formarse. Se metió de lleno en el estudio técnico del patronaje, los tejidos, la historia de la moda. Y descubrió que no solo le gustaba, sino que encajaba con ella.

“Yo le decía: ‘¿te lo has pensado bien?’”, recuerda Ana.

No era una advertencia vacía, sino una pregunta con peso de una madre preocupada por el futuro de su hija. Ana sabía que no se trataba de coser un par de costuras bonitas. Era otra cosa. “Esto son muchas horas, mucho sacrificio. Aquí no le das a un botón y te sale un vestido.”

Pero Celia siguió adelante. En 2020, participó junto al diseñador Carlos Checa en SIMOF con una colección que acabó ganando. 

Había proyectos, llamadas, una invitación a París… Y entonces llegó la pandemia. Todo se paró. Entonces, llegó esa conversación que lo cambió todo: “Mamá, ¿y si…?”.

Celia recuerda que en ese momento incierto para el mundo, “teníamos que tener la mente ocupada en algo, no podíamos irnos fuera, incertidumbre completa, y dije: ‘mamá, ¿qué tal si hacemos algo juntas?’”

Ana dudó, como es lógico. “¿Tú estás segura? Sabes cómo es esto. Son muchas horas, todo se hace desde cero. No hay botón mágico”. Pero Celia ya lo había decidido. “Lo sé. Y quiero dedicarme a esto.”

El material que nadie espera

Blam Atelier trabaja con un material poco común en el mundo de la moda femenina: piel. Pero no la piel como cliché de lo rockero o lo ostentoso. Ana y Celia le han dado otra lectura: más delicada, romántica, en definitiva, innovadora.

Eso sí, ambas diseñadoras quieren dejar claro su compromiso con la sostenibilidad y el medio ambiente. “Usamos pieles de origen alimenticio: cordero, vaca, oveja… incluso piel de salmón”, explican. “No se sacrifica ningún animal para una prenda. Trabajamos con curtidurías que respetan estándares ecológicos: no hay vertidos químicos, no se malgasta agua. Todo lo que hacemos, lo hacemos dentro de lo posible, de forma responsable.”

También transforman piezas antiguas, pero con matices.

Si alguien nos trae una prenda de visón o zorro, la transformamos. Pero no trabajamos esas pieles desde cero. No las pedimos. Me generaría un conflicto con mi forma de pensar”, afirma Ana.

“La peletería que trabajamos es muy importante. Es un tema muy sensible y tratamos de hacerlo de la forma más respetuosa posible”, explica Ana. “Este material se merece un respeto, un cuidado y una profesionalidad digna de lo que ha sido un ser vivo. No lo tratamos con frivolidad. Le damos un espacio y un respeto a estas prendas.”

Una moda que viaja

“También trabajamos con los mejores tejidos y proveedores de España. Lo único que hemos traído de fuera es la piel de salmón, porque no hay especialistas en eso aquí.”

Desde Almería, sus prendas han llegado a Madrid, a Londres, a rodajes, pasarelas y festivales. Blam Atelier ha vestido a novias que no quieren parecerse a nadie, invitadas con carácter, modelos, actrices. “Una novia con garra, diferente, cañera”, definen.

Su trabajo ha sido seleccionado para la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, dentro del programa profesional de IFEMA, no como debutantes, sino como diseñadoras en activo. También confeccionan prendas para firmas que presentan en EGO, la plataforma de talentos emergentes organizada por IFEMA Madrid.

“Aquí, en Almería, hacemos muchas de las piezas que luego se ven en pasarela. Y nadie lo diría.”

Su clientela es fiel y diversa: desde toda España, incluso desde Inglaterra. Algunas llevan prendas vintage de Givenchy o Balenciaga y Blam les da una segunda vida.

“Nos traen un Givenchy y hacemos un ‘Givenchy por Blam’. Lo transformamos.” También trabajan con tejidos únicos, como telas tejidas a mano en la India. Cada prenda que sale del taller es diferente.

Lo que viene

El futuro lo tienen claro: trabajar menos cantidad, más especialización. Más prendas de evento. Más diseño para mujeres que buscan algo que no se encuentra en una percha.

“Queremos seguir en este camino. Nos gusta vestir a mujeres que saben lo que quieren, con personalidad, con garra”, dice Celia. “Y hacerlo desde aquí. Con nuestras manos. Con nuestras normas.”

“Almería no se caracteriza por estar en auge en el sector de la moda, pero las pocas que habemos somos de una calidad excelente”, subraya Ana.

“Estamos hablando de un sector de lujo, personalizado, todo se hace de cero. Es un nicho estrecho, pero dentro de que somos muy pocas, la calidad de diseñadoras como Victoria Salas, María Barragán, Sofía Costali… es una calidad que te la puedes encontrar en la Gran Vía de Madrid.”

En una ciudad pequeña, en un oficio tradicional, en un nicho exigente, Blam Atelier ha logrado abrirse paso sin ruidos, sin fórmulas, sin atajos. Y eso, en este sector, no es poco.

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