25 años sin Camarón
`Camarón de la Isla, siendo el cantaor flamenco más imitado, es el más inimitable`

Camarón de la Isla.
Este año se cumplen 25 años de la desaparición de Camarón de la Isla. Para mí siempre fue Camarón de la Isla, porque así lo llamaban cuando llegó por primera vez a mis oídos con un single que mis mayores compraron allá por el 72, y yo apenas contaba cinco años. Así que cuando hace 25 años me llegó la mala noticia de su muerte, sentí tal desatino como un mazazo estructural a mi afición y una especie de tragedia desmedida que afectaría, sin duda, al futuro del flamenco. Y mucha pena, muchísima pena honda…. porque Camarón era mi más admirado antihéroe.
El balance, 25 años después, y sabiendo 25 años más que antes, que es el doble de la edad que yo tenía, es sencillo. ¡Nadie es imprescindible, pero los hay únicos! Camarón de la Isla ha escrito la historia del flamenco junto con los más grandes de este arte, pero ha sido el más distinguible. Su estética interpretativa es única. A nadie se pareció y nadie puede imitarlo. Esta circunstancia no se da con ningún otro artista flamenco.
Camarón de la Isla, siendo el cantaor flamenco más imitado, es el más inimitable. ¡Curioso, ¿no?!...
Su mayor valor no estribó en la creación. De hecho, no creó letras ni músicas, pero en cambio, creó una estética visual, erótica, dinámica, física, audible, que atraía y cautivaba a todo el mundo. Aún vivía cuando yo defendía que era el “Duende personificado”. El duende hecho persona, porque Camarón se movía y concentraba la atención de todos los presentes. Su paso corto y nervioso, sus manos que trazaban movimientos lentos y seguros, su mirada tímida y dócil, su expresión dura en la ternura, su voz en llamas. Todo era todo en Camarón de la Isla.
La perspectiva es amplia, como su sombra, como su estela, como el dolor que manaba de su grito. Y con tantas bajas que ha sufrido este arte en estos años, seguimos llorando por Camarón cada vez que tenemos oportunidad. Este año 2017, el flamenco volverá a vestir de luto a pesar de ocupar otro tiempo, otro espacio, otra estética.
De su obra, lo que más se ha puesto en valor es La Leyenda del Tiempo, pero en José Monje Cruz todo fue importante. Que no intenten convertirlo en un espíritu sofisticado… Fue, simplemente, un hombre humilde que entregó su vida en cada tercio. Su voz era un látigo de muerte con siete puntas, y nos fustigó hasta ver sangre, hasta rasgarnos el alma. No hay nada más profundo que llamar a la muerte de la forma más hermosa. ¿Quién ha hecho eso?
Este año hace 25 años que se apagó su voz, y su música sigue encontrándonos indefensos. 25 años para mimetizarlo, y sigue siendo el único más único.